El aumento de los niveles de contaminación en las ciudades ha incrementado la actividad de los servicios de urgencias hospitalarias entre un 5 y un 10%, y los enfermos que más lo padecen son, además de los respiratorios, los cardiacos que se descompensan y desestabilizan por el estrés exterior al que se ven sometidos.

Estas son las consecuencias en la salud de la boina que ha cubierto en los últimos meses algunas ciudades españolas, señala la vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias de Madrid (Semes), Carmen del Arco. Con el calor y con el cúmulo de partículas en suspensión que inhalamos, en las urgencias, según Del Arco, jefa de urgencias del hospital de La Princesa de Madrid, se está viendo un incremento de casos ligados más a la contaminación que a los cuadros infecciosos, característicos de esta época del año.

“Antes venía la gripe más pronto y era la que desencadenaba un aumento de urgencias, pero ahora --explica la doctora-- con este nivel de contaminación llegan más casos de pacientes que se descompensan de otros problemas: enfermos con patologías vasculares, cardiacos, con anginas, infartos, hemorragias cerebrales, ictus”. La contaminación se ha convertido en un factor de riesgo para estos enfermos porque algunas de las partículas que se encuentran en el aire, como el dióxido de nitrógeno, generan “algún efecto en ellos que desestabiliza su equilibrio”, explica.

LAS CONSECUENCIAS // También es factor de riesgo para los enfermos respiratorios, porque agudiza sus cuadros de asma o EPOC y por ello algunos tienen que acudir a urgencias, aunque en menor medida de lo esperado.

Estos enfermos, según indica la neumóloga Carmen Diego, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), pueden notar “más fatiga y dificultad para respirar” hasta que la lluvia arrastre todas las partículas en suspensión.

Hasta este momento, muchos de ellos, tratados con inhaladores, tendrán que utilizar más medicación de rescate e incluso tomar antibióticos y corticoides o acudir en último termino a un centro de salud u hospital. Sensibles también a la contaminación son los niños y ancianos: “Los primeros porque tienen un aparato respiratorio aún en formación, y los segundos por sus patologías crónicas”, según Diego.

Varios estudios muestran además que la exposición a la contaminación puede ralentizar el desarrollo cognitivo en niños y acelerar la pérdida cognitiva en las personas mayores, y en las embarazadas hace que aumente la incidencia de infecciones respiratorias en los dos o tres primeros años de los niños. H