Tienen teléfono móvil desde los 11, los 12 años (algunos incluso antes, otros quizás algo más tarde). Lo usan, sobre todo, para estar al día de lo que se cuece en el instituto, porque hoy la actualidad de los adolescentes no corre por los pasillos o los corrillos del patio. Lo verdaderamente importante se divulga y se extiende por las redes sociales. Un estudiante de Secundaria que no está en WhatsApp, en Instagram o en Snapchat es como si no existiera. Y el abuso de los teléfonos móviles por parte de los jóvenes preocupa ya a muchos padres de Castellón, tal y como publicaba este periódico en su edición de ayer.

Problemas aparte, como a las generaciones anteriores, la generación del WhatsApp, capaz de escribir a toda velocidad con los dos dedos pulgares sobre un teclado minúsculo, también tiene inquietud por saber quién es. Por eso, la investigación que presentaron en la Real Academia de la Lengua Española (RAE), Salma Zian y Cristina Manzanares, dos estudiantes de segundo de ESO del instituto Juan Manuel Zafra de Barcelona, resulta oportuna. Y, también por eso, ha sido premiada por la fundación Cedro, encargada de gestionar los derechos de autor de las obras presentadas.

Cristina y Salma han trabajado todo este curso para averiguar cuál es el lenguaje de Whatsapp (o wasap, como escriben los chavales), cómo se utilizan los emoticonos, qué abreviaturas son las más habituales, qué mensajes se contestan antes y cuáles ni siquiera se responden, qué imagen proyecta cada usuario a través de la foto y de su perfil… Hasta han analizado cómo y a qué velocidad escribe cada uno. El resultado es un estudio “de más de 80 horas de trabajo”, según Cristina.

Entre las conclusiones del estudio, realizado entre estudiantes y profesores del instituto, destaca la constatación de que, mientras los jóvenes utilizan, en un 88% de los casos, los dos dedos pulgares para escribir con el móvil, los adultos reconocen que únicamente usan un dedo índice para redactar textos en ese tipo de dispositivos. “Y eso no excluye que también cometan faltas de ortografía”, señala Salma.

Otra de las diferencias entre adolescentes y adultos radica en cómo usan unos y otros emoticonos y abreviaturas. “Cuando les dimos a reproducir un texto, para comprobar su velocidad --explica Cristina--, nos encontramos con que los mayores lo escribían al pie de la letra, mientras que los jóvenes incorporaron emoticonos (en un 40% de los casos) y abreviaturas (la mitad de ellos)”, siendo pero la palabra más recortada. H