A principios de la década de los 70, un grupo de psicólogos y psiquiatras forenses plantearon una teoría según la cual los padres adoptivos eran más propensos a maltratar (o incluso matar) a sus hijos respecto a los padres biológicos. Un fenómeno que, de acuerdo con este primer planteamiento, se producía porque los padrastros no tenían ninguna razón genética que justificara invertir recursos hacia el cuidado de un hijo con el cual no tuvieran relación de sangre. De ahí que este “efecto” se acabara bautizando con el nombre de “Cenicienta”, en referencia al cuento en el que una joven es maltratada por su madrastra.

¿Pero qué fundamento tiene este fenómeno? ¿Es cierto que los padres adoptivos son más crueles con los hijos con los que no están biológicamente relacionados? Y si así fuera, ¿a qué se debe este efecto Cenicienta? Para dar respuesta a estas cuestiones, un equipo de investigadores ha analizado quince años de datos de homicidios acontecidos en Reino Unido y posteriormente han contrastado esta información con datos de población del mismo periodo.

Los resultados de esta nueva investigación, publicados recientemente en la revista Journal of Experimental Psychology, desmienten la principal premisa de este fenómeno: los padrastros no son más proclives a matar a sus hijos. Estos nuevos hallazgos sugieren que las diferencias en las tasas de homicidios infantiles por padrastros y padres genéticos son considerablemente más pequeñas de lo que los investigadores previos habían afirmado, y que estas diferencias probablemente no se expliquen por una relación biológica.

EL FACTOR EDAD

Uno de los resultados más llamativos extraídos de este estudio es que, aunque el factor genético parece no jugar un papel determinante en las índices de parricidios, la edad de los padres sí lo hace. "En general, los datos indican que los padres más jóvenes son más propensos a abusar o matar a sus hijos que los padres mayores, independientemente de si estos son padrastros o no", explica Gavin Nobes, líder principal de este nuevo estudio.

De acuerdo con los investigadores, las interpretaciones que puedan surgir a raíz de este factor podrían justificar indirectamente el fenómeno que los demás datos parecen desmentir: "Las encuestas de población muestran que los padrastros son, en promedio, mucho más jóvenes que los padres genéticos. Esto significa que el efecto de Cenicienta podría explicarse por la relativa juventud de padrastros, en lugar de justificarse por la falta de relación genética con sus víctimas", añade el investigador.

POR QUÉ OCURRE

"Hay diferentes razones por las que se podría explicar el vínculo entre la edad de los padres y el maltrato infantil: es más probable que los padres jóvenes tengan bajos ingresos, tal vez tengan menos educación y estén menos equipados para lidiar con el estrés de la paternidad", explica Nobes.

Por otro lado, este nuevo estudio también apunta a que un motivo de las malas relaciones entre estos padres jóvenes y sus hijos podría ser la falta de una convivencia estable. Un condicionante que, según argumentan los investigadores, explicaría porqué no se acabaría de crear un vínculo afectivo sólido entre padres e hijos.

POLÍTICAS DE PROTECCIÓN DE MENORES

"Las causas que llevan al abuso infantil son muy complejas y pueden ser extremadamente difíciles de predecir. Pero nuestra investigación ofrece una nueva perspectiva de los datos disponibles que podrían ayudar a los profesionales y legisladores a decidir dónde canalizar los recursos al apoyar a las familias. En particular, en lugar de asumir que los padrastros son más peligrosos que los padres genéticos, factores como la juventud del padre puede ser considerada como un mejor indicador de si un niño corre el riesgo de ser maltratado", concluye el investigador.