Lo más grave de los datos que arroja el recién presentado Informe Sobre la Representatividad de las Mujeres en el Cine Español no es que pongan de manifiesto una presencia femenina alarmantemente baja en la industria, lo más grave es que dejan claro que va en descenso. En el 2017, las mujeres ocuparon solo el 24% del total de empleos en el sector, frente al 26% que habían ocupado tanto en el 2015 como en el 2016. Que la desproporción no sea sino reflejo de lo que sucede en la inmensa mayoría de cinematografías del mundo --por no decir en todas-- no debería servir de consuelo.

Encargado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) y elaborado a partir de 131 películas estrenadas el pasado año, el informe asimismo refleja hasta qué punto están masculinizadas las áreas de mayor responsabilidad y liderazgo --producción, dirección, guion y dirección de fotografía entre ellas-- la presencia femenina solamente es mayoritaria en sectores relativos a los cuidados y la belleza, esenciales en la industria pero pese a ello considerados menores, como diseño de vestuario y maquillaje y peluquería.

IGUALDAD // «Estamos comprometidos con la igualdad de género y vamos a seguir trabajando para visibilizar el trabajo de las mujeres», asegura el presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, sin ofrecer más detalles. La industria, añade, tiene que cambiar. «Cuando yo debuté hace 20 años entramos en el cine más de 30 mujeres y pensamos que ya estaba solucionado, pero fíjate cómo estamos hoy», lamenta Iciar Bollaín, que hace unos días presentó en el Festival de San Sebastián Yuli, su nueva película. Hacía ocho años que una directora española no participaba en la competición del certamen.

«Estamos en el buen camino», matiza Marisa Paredes, presente en la muestra cinematográfica como parte del reparto de Petra. «Las mujeres somos más conscientes de nuestra fuerza, y está creciendo la conciencia de que la situación actual no tiene sentido». Su compañera en la nueva película de Jaime Rosales, Bárbara Lennie, coincide. «Cómo se nos trata, cómo se dirigen a nosotras, cómo se nos contrata, qué se nos exige y qué no... Todo eso está cambiando para bien». En cualquier caso, considera que «estar en un festival de cine opinando sobre la desigualdad entre hombres y mujeres en lugar de hablar del trabajo demuestra cuánto queda por hacer».

CONSENSUAR Y LEGISLAR // En términos similares, por último, se expresa Eva Llorach: «Es triste que, a estas alturas, aún haya que consensuar y legislar estos temas». La actriz acaba de presentar en el concurso de Zinemaldia Quién te cantará, que coprotagoniza junto a Najwa Nimri. «Yo sueño con un mundo en el que no importe que una película la haya hecho un hombre o una mujer para llegar a las salas. Y sueño aún más con historias en las que los personajes femeninos no sean meros clichés».

Las cifras publicadas por CIMA aluden al año 2017 y por tanto no recogen, por ejemplo, las probables consecuencias de la movilización que tuvo lugar el pasado 8 de marzo, cuando la primera huelga general feminista realizada en España llenó las calles de cientos de miles de mujeres. Asimismo, es poco probable que se hayan visto afectadas por las consecuencias del caso Harvey Weinstein, destapado hace ahora un año, y otros surgidos luego. La reacción que ese escándalo provocó, abanderada por movimientos sociales femeninos como MeToo y Time’s Up, dejó claro que ha llegado el momento de poner fin a una cultura corporativa que recompensa a los depredadores y silencia a sus acusadoras; y que, por encima de todo, es hora de valorar a las mujeres como a los hombres. En los últimos meses, las protestas contra el machismo y las desigualdades de género se hicieron oír en los Globos de Oro, los BAFTA, los Oscar y los Goya. Resultaría inexplicable que los gestos no se tradujeran en hechos.

De hecho, ya han empezado a hacerlo. Los responsables del Festival de San Sebastián firmaron la Carta por la Paridad de las Mujeres en el Cine.