Mientras desfilan los créditos finales de Juego de tronos, con o sin la música de Ramin Djawadi --el capítulo Las lluvias de Castamere acabó en silencio--, las series tal como las habíamos conocido pasarán a otra época y llega una etapa de preguntas intrigantes, la principal de ellas: ¿volverá a pasar algo igual?

Juego de tronos, cuyo último capítulo se ha emitido esta madrugada, lo tuvo todo a su favor para convertirse en un fenómeno global. Había una necesidad de mitología tras el final de Perdidos. La relativa popularidad de los libros de George R. R. Martin permitió que sus implacables giros fueran percibidos como frescos por la mayoría. Pero, sobre todo, tenía a favor el contexto temporal. Llegó en el 2011, cuando ya teníamos bien aprendidas redes sociales como Facebook y Twitter, pero antes de la consolidación del modelo temporada de una tacada con House of cards en el 2013.

TENSIÓN DURANTE DÍAS // Hubo un tiempo en que todos veíamos Juego de tronos, o Girls, o Breaking bad, como mínimo el mismo día, y esa misma noche o al día siguiente comentábamos los episodios con colegas virtuales o de la vida real. Como solo había un episodio a la semana, el análisis se extendía durante días y la tensión de un buen cliffhanger quedaba instalada en nuestro organismo más que unos míseros segundos.

Todo eso cambió con Netflix y su promoción del binge-watching o atracón de series. El impacto cultural de incluso los mejores títulos es ahora más reducido porque se pueden consumir rápidamente y pasar a otra cosa, otra oferta en un mar de contenido infinito. El modelo de estreno de Netflix es el mismo seguido ahora por otras muchas plataformas. Pero si Amazon quiere que su serie de El señor de los anillos sea la próxima Juego de tronos, quizá debería plantearse dosificar los episodios: dos en el estreno y después uno semanalmente.

LAS LEYES DEL ÉXITO // Toda cadena y plataforma busca ahora reemplazos para Juego de tronos, aunque las leyes del éxito sean tan impredecibles y quizá en el próximo fenómeno global no haya rastro de espadas ni dragones. Desde HBO encargaron hasta cinco posibles precuelas o spin-offs de su serie estrella; de momento, se han quedado con una, todavía sin título, situada miles de años atrás respecto de la serie matriz y protagonizada por Naomi Watts. La misma HBO cuenta con el as en la manga de Watchmen, otra serie con pedigrí geek. Y además, estrenará fuera del Reino Unido la serie basada en la saga La materia oscura de Philip Pullman.

Netflix probará suerte con la saga Narnia y la del Brujo de Andrzej Sapkowski, mientras que Apple ha optado por la trilogía Fundación de Isaac Asimov. ¿De cuál de estas producciones veremos el final cogidos de la mano, literal y virtualmente? Ya se sabe, nadie sabe nada.