El tiempo se ha convertido en un bien muy preciado en las sociedades modernas, las horas son más cortas o largas según la agenda de cada persona y las actividades diarias ya no se rigen por la luz solar o la oscuridad de la noche, lo que ha ocasionado que el reloj sea uno de los instrumentos más poderosos para hacer que todo fluya en un mismo momento y en las mismas direcciones. En este contexto, el cambio de hora supone un hito cada vez que se produce.

La importancia del reloj se relaciona con el desarrollo industrial que comenzó a generarse en el siglo XIX y que afectó para siempre la manera en que se medía el tiempo en ese tramo de la historia, por lo que en las épocas posteriores los horarios han sufrido cambios de acuerdo a cuestiones políticas, energéticas o de conveniencia económica.

LOS PRIMEROS CAMBIOS DE HORARIO EN ESPAÑA

Para comienzos del siglo XIX, el territorio español tenía diversos horarios que podían variar por mucho de acuerdo a cada región. Por ejemplo, el mediodía de Madrid no coincidía con el de Barcelona y tenían una diferencia de unos 30 minutos. En casos más extremos, entre el meridiano local de Galicia y el de Mallorca, había casi 60 minutos de diferencia.

Incluso con el impulso del tren como el principal sistema de transporte público de la época y para coordinar los viajes, la ley ferroviaria de 1878 exigía que cada compañía publicará los horarios de sus viajes con dos columnas, una con la hora de la compañía y otra con la hora de cada ciudad.

Estas disparidades se intentaron resolver con el decreto oficial del 1 de enero de 1901, donde se estipuló que todo el territorio español se ajustaría al horario del Meridiano de Greenwich o GMT (Greenwich Meridian Time). Con esta disposición, las diferencias se redujeron a solo unos pocos minutos y la gente comenzó a adecuarse a este nueva modalidad del tiempo para realizar sus actividades diarias.

LOS CONFLICTOS POLÍTICOS Y LAS GUERRAS

Y mientras esto funcionó para coordinar el tiempo con un horario establecido, no solo en España sino en prácticamente toda Europa, los conflictos políticos de la primera mitad del siglo XX también utilizaron al tiempo y su medición como un arma para diferenciarse de sus rivales.

Durante la Guerra Civil española, en abril de 1938 el lado republicano decidió añadir una hora más al reloj durante el verano, con lo que se rompió con la armonía del horario GMT y durante este conflicto armado, existieron dos maneras distintas de cronometrar el tiempo dependiendo si uno estaba en la zona republicana o en la zona nacional.

Pero tal vez el cambio más significativo fue el que ordenó Francisco Franco en 1940, que consistió en ajustarse al huso horario con Berlín en lo que hoy se conoce como CET (Central European Time), lo que originó que España se saliera de la zona horaria que le correspondería por su situación geográfica y que tendría que ser igual a la que tiene Portugal y el Reino Unido.

Según lo publicado en el Boletín Oficial del Estado, quedó estipulado este cambio de la siguiente manera: "Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos, y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal de la hora trae consigo, dispongo: el sábado 16 de marzo, a las 23 horas, será adelantada la hora legal en sesenta minutos"

Bajo el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el compartir el horario denominado GMT+1 se vio como un guiño para reafirmar los lazos con la Alemania Nazi, pero este cambio sigue vigente hasta la actualidad.

HORARIO DE VERANO Y DE INVIERNO DESDE 1981

Pero nuevamente una cuestión energética modificaría las normas del tiempo gracias a que en los primeros años de la década de los años setenta del siglo XX, se generó una crisis de petróleo en prácticamente en todo el mundo y como la solución más viable en ese momento fue racionalizar el combustible, entonces algunas potencias europeas y Estados Unidos decidieron implementar los ajustes en el horario de verano y, por ende, el de invierno.

Así, a partir de 1974 algunos países comenzaron a aplicar estos cambios pero fue hasta julio de 1980 cuando la Comunidad Económica Europea implementó las medidas necesarias para coordinar los ajustes a los relojes de manera ordenada entre sus miembros.

De tal manera que fue en 1981 en España cuando se estableció que el último domingo de marzo y el último domingo de septiembre se ajustarían los relojes, pero finalmente en 1996 se acordó que el cambio de hora de verano al de invierno se trasladaría al último domingo de octubre, situación que vivimos cada año y que además es un tema que está en discusión por sus diversas implicaciones en la vida de las personas y a la espera de futuras modificaciones oficiales para la medición del tiempo.