Cuando nos comunicamos con los otros, estamos usando las palabras para expresarnos, mostrar nuestras necesidades, acercarnos a los demás o defendernos. Se guían por una intención y siempre tienen un efecto en quien lo recibe. Esto puede hacer que acabemos discutiendo o afianzando una relación, independientemente de la persona que tenemos enfrente. El ir con más cuidado o no rebasar ciertos límites lo solemos delimitar a la gente con la que tenemos menos confianza y, a medida que profundizamos, nos acercamos a base de intimidad, afecto y palabras que nos unan. Hacemos cumplidos, tenemos detalles o elogiamos su personalidad. Esto, lejos de mantenerse en el tiempo, puede acabar por desvanecerse. La confianza parece indicarnos que ya no debemos esforzarnos y ese vacío el otro acaba por sentirlo.

Las relaciones de pareja son las que más van a notar la ausencia o la presencia de palabras de afecto. Estas palabras son catalogadas como "caricias psicológicas" y nos ayudan a demostrar a los demás lo que sentimos, a profundizar en la unión y a reforzar la valía de, en este caso, nuestra pareja. Si ponemos hincapié en ellas, en trabajarlas y expresarlas, podemos ver cómo el vínculo se incrementa y la relación gana en intimidad.

PALABRAS

Cuando saludamos a una persona, mostramos gratitud, hacemos un cumplido o practicamos la escucha activa, estamos generando "caricias psicológicas" a la otra persona. Su función es la de integrarnos y sentirnos más queridos, aunque no sea una relación de pareja. Esto se hace aún más necesario cuando sí es con nuestro novio o con nuestra mujer. Estas palabras cobran un mayor sentido y dan un paso más allá. La gratitud, por ejemplo, va dirigida a reconocer que nos cuidan y nos protegen, que nos miman cuando lo necesitamos o que ven el esfuerzo que hacemos también fuera de casa, en áreas como el trabajo o la familia externa. Es un refuerzo para la autoestima de la otra persona que también aumenta nuestro bienestar.

No siempre sabemos cómo acercarnos de nuevo a nuestra pareja o cómo reforzar los vínculos. Si queremos apoyarnos en las caricias, debemos seguir los siguientes puntos:

1. Condicionalmente

Este tipo de caricias van dirigidas a una persona en base a su conducta, sus pensamientos o su gestión emocional, aunque también a los valores o las fortalezas. Se realizan, básicamente, en base a algo que la otra persona ha hecho o hace con frecuencia. Lo que hacemos con ellas es demostrarle a la persona que merece recibir nuestro amor en base a determinados puntos. Podemos decirle a alguien que le queremos por su inteligencia, que le admiramos porque sabe no callarse o que respetamos profundamente todas sus ideas.

2. De atribución

Las caricias de este tipo van dirigidas a ensalzar algo, especialmente físico, que la persona tiene, sin que haya hecho un esfuerzo para lograrlo. No escogemos el color de nuestros ojos ni el tener fluidez escribiendo, pero nos gusta que lo vean, valoren y aprecien.

3. De aproximación

Cuando una persona está recorriendo algún tipo de camino o se está orientando hacia una meta, desea palabras de ánimo, valoración y apoyo. Estas caricias ensalzan el que estemos avanzando aprendiendo inglés o que nos estemos esforzando por el esfuerzo que queremos.

4. Incondicionalmente

Son las caricias rotundas que expresan la profundidad de muchas de nuestras emociones hacia el otro. Decir que queremos a alguien o lo importante que es para nosotros entran dentro de este tipo de caricias.

El amor, el cariño o el afecto se demuestran no solo con los actos. De hecho, dar por supuesto las cosas, que el otro sabe lo que sentimos sin más, puede hacer que se genere un vacío de información que vaya creando malestar palpable. Sin embargo, si no queremos caer en eso y queremos potenciar los lazos, debemos saber usar y hacer a diario las "caricias psicológicas".

* Ángel Rull, psicólogo.