El impacto económico podría ser fuerte. Seguro que afectará negativamente en la economía, pero aún no estamos en una posición para predecir lo que pasará». El análisis del primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, sobre el efecto del coronavirus en el país no deja dudas. Otra cuestión es la repercusión real sobre el crecimiento. Se abre una perspectiva nada positiva, ya que Italia cerró el 2019 con un crecimiento mínimo del 0,2% del PIB.

La prensa y los economistas italianos prevén que el brote afectará al producto interior bruto (PIB) en un 0,2% , lo que supondría dejar al país al borde de la recesión si se considera que en el cuarto trimestre del 2019 la economía cayó un 0,3%. La cuestión es cómo se dejará notar ese retroceso. El turismo y el comercio parecen las actividades más afectadas.

Los analistas tienen una visión más moderada con respecto a las grandes mercantiles italianas. Los bancos, las empresas de servicios públicos y las compañías de telecomunicaciones dominan los índices bursátiles. «Todas ellas tienen una orientación esencialmente doméstica y no cíclica, y por lo tanto es menos probable que sufran. También son muy rentables y entonces la demanda de sus productos debería mantenerse. El clima político actual también es más estable, lo que da al Gobierno de coalición la oportunidad de abordar esta debilidad temporal de manera transparente y eficaz», destaca Mondher Bettaieb-Loriot, director de crédito de Vontobel AM.

La bolsa no ayuda a tranquilizar el clima, si bien ayer no fue el mercado italiano sino el español el más perjudicado por la masiva corriente de ventas.