Cuando formamos una opinión de nosotros mismos, algo que va ocurriendo a lo largo de los años, nos es muy difícil desprendernos de ella. Influye en nuestro pensamiento, en las emociones que sentimos o en cómo nos relacionamos con los demás. Introducimos un juez en nuestra cabeza que va a criticar o a tratar con amor, dependiendo de cada persona, aquello que vayamos realizando. Es una voz que resuena en nuestra cabeza y que puede acabar siendo, en muchos casos, fuente de gran malestar. Nunca se calla, y si queremos luchar contra ella, solo aumenta. Ante esto no sabemos qué hacer, ya que creemos que está ahí para ayudarnos y que realmente tiene razón, que no somos válidos, que debemos hacer las cosas mejor y que, por eso camino, nunca llegaremos a nada.

No todo lo que nuestra cabeza opina de nosotros se ciñe a la realidad. De la misma forma que podemos equivocarnos al formar opiniones sobre los demás, también lo hacemos con nosotros mismos. El problema es que solemos ser muy rígidos cuando ese esquema es interno y habla de nuestra valía. Ante eso, a nivel terapéutico, solo hay un antídoto: la autocompasión.

TRATARNOS BIEN

La imagen que solemos tener de la compasión es que es algo permisivo, que va dirigido al que es débil y que, de cara al verdadero crecimiento, al final no ayuda. Sin embargo, esta es una percepción social y culturalmente errónea. Es el trato desde el respeto y el apoyo, para poder ayudarnos a ser mejores y poder contar con un amigo. Si lo convertimos en autocompasión, sería la voz contraria al juez estricto que tenemos, la voz que nos alienta a continuar, pero con el amor que merecemos.

La autocompasión, tal y como dice la psicóloga Martha Davis, "puede disminuir los sentimientos de baja autoestima, envidia de la buena suerte de los demás y depresión provocados por la opinión excesivamente crítica que uno tiene de sus habilidades y cualidades". De esta forma, nos ayudará a reducir la ansiedad y generará una resiliencia usando tanto las emociones positivas como las negativas.

Los siguientes puntos nos ayudarán a conectar con la autocompasión, reducir la voz crítica y generar un mayor bienestar en nosotros:

1. Carta hacia uno mismo

Este ejercicio, recogido por Martha Davis, Matthew McKay y Elizabeth Robbins Eshelman en "Cuaderno antiestrés", pretende ayudarnos a reflexionar sobre qué emociones negativas son las que normalmente sentimos ante los errores y la alternativa que podemos seguir esta vez para sentirnos mejor, darnos apoyo o respetarnos más. Consiste en ir escogiendo las emociones sentidas y proponiendo una visión o un enfoque diferente esta vez.

2. Actos de cariño

¿Qué es lo que hacemos cuando un amigo está pasando por un mal momento? Los mismos autores también proponen una técnica consistente en dar muestras de cariño y apoyo hacia uno mismo en momentos malos. Alternativas como dar un paseo, prepararse una buena cena o regalarse un libro son detalles que nos ayudarán a sentirnos mejor. Es una buena alternativa al castigo que nos solemos imponer.

3. Permítete

El castigo que nos imponemos es sentir emociones negativas, desvalorizarnos y privarnos de lo que normalmente nos hace felices. Ante los errores, sentir tristeza es aceptable y aconsejable, hay que superarlo mediante esta emoción. Pero lejos de estancarnos, debemos permitirnos otros estados y salir de casa si lo necesitamos. Los castigos no acaban funcionando y no nos generan sentir nada bueno.

La autocompasión es algo que parece que nos han enseñado a rechazar. Lo confundimos con ser más débiles, estancarnos o nunca crecer. Sin embargo, es justo lo contrario. Desde el respeto hacia uno mismo, desde el entender nuestros fallos y darnos permiso para no ser perfectos, podemos alcanzar mejores y mayores metas. Solo combatiendo la voz crítica podremos ser más felices.

* Ángel Rull, psicólogo.