Llegados a este punto de la historia, la buena noticia es que la ciencia ya está manos a la obra. Y no solo para esta pandemia. El conocimiento científico básico que se obtenga ahora también servirá para las pandemias del futuro. El día en que se descifre completamente cómo funciona este nuevo coronavirus a nivel molecular, esa información sentará las bases para entender futuros virus emergentes y, de paso, aclarar cuál es la mejor hoja de ruta para encontrar una cura. En el caso de la gripe estacional, por ejemplo, ya existen redes de vigilancia epidemiológica que vigilan su evolución a escala global y que aportan información específica para poder mitigar su afectación. Las vacunas de la gripe, de hecho, se elaboran en base a una estimación de cómo el virus habrá mutado ese año concreto y en esa zona concreta. Y con su aplicación, además de proteger a los colectivos más vulnerables a este tipo de infecciones, también se refuerza la inmunidad de grupo. Es decir, la protección colectiva ante un eventual brote.

«Ahora mismo, ante la actual pandemia de covid-19, la búsqueda de fármacos y vacunas está bien justificada, aunque es difícil que solucione esta crisis de manera inmediata. Necesitamos mucho conocimiento básico para saber cómo hacer frente a este tipo de situaciones de manera rápida», explica Alfonso Valencia, profesor de la Fundación de Investigación ICREA e investigador del Barcelona SuperComputing Center, uno de los centros que investigan cómo frenar la actual pandemia.

La enfermedad Z

«Sabemos que cosas así pueden pasar. Por eso se pone tanto énfasis en la importancia de las medidas higiénicas y de salud pública. Aquí quizá lo tenemos más olvidado, pero en muchos países del tercer mundo siguen habiendo campañas para recordar que Lavarse las manos salva vidas. Lo mismo la potabilización de las aguas. O las campañas de vacunación. Son mensajes que, como sociedad, casi habíamos olvidado y que ahora demuestran su importancia», recuerda Víctor Jiménez Cid, miembro de la Sociedad Española de Microbiología.

Al fin y al cabo, no sabemos si el covid-19 es la enfermedad X que pronosticaba la OMS. «Puede que sea la X, la Z o la Y. Eso da igual. Sabíamos que antes o después surgiría un patógeno desconocido y eso es exactamente lo que ha ocurrido. Y si algo podemos aprender del SARS-CoV-2 es que hay que estar preparados», zanja Adelaida Sarukhan, experta en virus emergentes. La respuesta, acuerdan prácticamente al unísono todos los expertos consultados en la elaboración de este reportaje, no es otra que la ciencia. Y apostar por el salvavidas de la investigación científica.