En 2020, el año de la pandemia, el programa 'Incorpora' de la 'Fundación La Caixa' ha facilitado 34.274 puestos de trabajo a personas en riesgo de exclusión social, entre ellas personas con discapacidad. Creado en 2006, Incorpora ofrece a las empresas un servicio de gratuito de asesoramiento y acompañamiento para facilitar la incorporación en sus plantillas de personas de estos colectivos. Olga García Ortuño, de la Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual CEOM, de Murcia, es una de las 1.200 técnicas de inserción laboral que forman parte del programa y que lucha cada día por la igualdad de oportunidades.

-¿Cómo ha afectado la pandemia a su trabajo?

-Nuestro trabajo diario de campo se ha visto muy limitado, hemos tenido que adaptar todas las fases, empezando por el mismo acercamiento a la empresa, algunas colaboraciones que teníamos pactadas o en fase de inicio se han visto interrumpidas, hemos tenido que cancelar o posponer periodos de prácticas previos a la contratación, que se hacen con un preparador laboral y en el camino se han caído muchas oportunidades.

-Habrán surgido otras, ¿no?

-De toda situación complicada salen nuevas oportunidades. Hay que detectarlas y aprovecharlas. La realidad ha sido durísima para sectores en los que estábamos muy afincados. La diversidad funcional y discapacidad intelectual va muy asociada a perfiles profesionales poco cualificados, auxiliares, y estos han sido los primeros empleos que han caído. Pero, por otro lado, hemos sido capaces de aprovechar aquellos sectores en auge, que los ha habido, como pueden ser limpieza y otros servicios. La pandemia ha generado nuevos nichos de empleo, pero también tenemos muchos beneficiarios en ERTE.

-En este año tan complicado, ¿qué han echado en falta?

-Información y directrices claras. Las que teníamos eran inestables en el tiempo, lo que valía hoy, igual ya no valía mañana. Esa incertidumbre ha desgastado mucho a los técnicos y a los beneficiarios.

-¿Qué barreras hay que romper en las empresas para que contraten a personas con discapacidad intelectual? ¿Cómo les convencen?

-Hay dos pilares fundamentales para acercarnos a la empresa y que ésta vea que estamos remando juntos. Uno es poner en valor la capacidad profesional de nuestros beneficiarios, gente muy preparada, que cuando hace el salto al empleo tenemos garantías de que está lista y que cuenta con el respaldo de la entidad, que le apoyará para las pequeñas dificultades o aprendizajes más complejos que pueda tener. Y el otro es que la empresa tiene que ser protagonista, un agente activo, sentir que está aportando un valor añadido a la sociedad. La sociedad premia estos valores.

-¿Qué otros argumentos han tenido que añadir en pandemia?

-Tranquilidad y seguridad de que las cosas se hacen bien, que aplicamos los protocolos y hacemos formaciones en prevención de riesgos laborales específicas. Y facilidad y agilidad para prestar el servicio.

-¿Qué aporta una persona con discapacidad intelectual a la empresa que la contrata?

-El beneficio cualitativo, y que va a dejar huella, es que una gestión de recursos humanos de plantillas diversas siempre es positivo. Más equipo, más solidaridad, más colaboración. La diversidad siempre tiene ese impacto asociado. La diversidad aporta valor a la empresa. Es un win-win.

-¿Qué significa para las personas con discapacidad tener un empleo?

-Lo que para todas las personas: independencia, autonomía, sentirse realizado Un objetivo cumplido en la vida.

-¿Cuál debe ser el papel de las familias en estos procesos de inserción?

-Son un agente importante. Necesitamos su apoyo desde el plano emocional y de reforzar las habilidades transversales que se van adquiriendo, como son la responsabilidad, la puntualidad o una buena imagen