El momento de escoger una carrera universitaria es uno de los más decisivos para todo estudiante, ya que determinará el rumbo que tomará su vida durante los siguientes años y podría orientar gran parte de su etapa profesional. Sin embargo, esta elección en ocasiones no es tan sencilla como escoger una opción y arrancar. Si los estudios escogidos tienen más candidatos que plazas disponibles, las universidades ordenarán a los estudiantes por la nota media combinada de la EBAU o Selectividad y el Bachillerato, realizando una asignación de plazas que sigue la lista ordenada hasta que se terminan. Por tanto, entrar en las opciones prioritarias para cada alumno será más fácil cuanto mejor calificación haya obtenido.

La nota de corte es la nota más baja que consiguió acceder a una determinada carrera el curso anterior. Se trata, pues, de un número orientativo y no definitivo, ya que al año siguiente es perfectamente posible que los candidatos hayan obtenido mejores resultados y la nota de corte suba, o que haya menos gente intentando acceder a la carrera y se pueda entrar con unas calificaciones inferiores. Además, las notas mínimas pueden cambiar bastante entre universidades y ciudades, por lo que es inteligente tener controladas las notas de corte de la carrera escogida en varios centros de estudios superiores en caso de no alcanzarla en nuestra primera opción.

Por ejemplo, en 2020 la carrera que requirió la nota de corte más alta de España fue el doble grado en Matemáticas y Física que ofrece la Universidad Complutense de Madrid, con 13,875 sobre 14. Algunos de los estudios a los que resultó más exigente acceder el curso pasado fueron el doble grado en Matemáticas y Física en la Universidad de Granada (13,184), el doble grado de Estudios Internacionales y Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid (13,684) o el doble grado en Ingeniería Informática y Matemáticas en la Complutense (13,650).

En un contexto como el actual, donde la pandemia de coronavirus sigue siendo parte de la vida diaria, es plausible que el temor a los contagios o la desconfianza hacia la enseñanza digital provoquen un descenso de estudiantes que quieran entrar en algunas carreras, lo que podría facilitar el acceso.