A falta de dos días para que se cumpla el décimo aniversario del asesinato de los hermanos Ruth y José Bretón (de seis y dos años de edad) a manos de su padre, usuarios del parque infantil con el que Córdoba rindió homenaje a estos pequeños recuerdan lo sucedido con pena y, todavía, con incredulidad por la dureza de los hechos. Unas margaritas blancas impecables adornan el poste que sostiene el rótulo de esta zona de juegos, colocado allí en el año 2013. 

Lo ocurrido permanece en la memoria de los cordobeses y no deja de ser noticia porque, además, el pasado septiembre trascendió que José Bretón habría admitido la autoría del crimen en un taller de reinserción celebrado en la cárcel de máxima seguridad de Herrera de La Mancha (en Manzanares, Ciudad Real), donde cumple condena. «Estoy aquí por haber asesinado a mis hijos. A mi José y a mi Ruth», habría afirmado ante otros presos, según reveló el diario El Mundo. Bretón también admitió que su objetivo fue dañar a Ruth Ortiz, su esposa y madre de los pequeños, con quien se encontraba en proceso de separación. Consultada por este periódico ayer, Ruth declinó hacer declaraciones. Tampoco han podido realizarlas, por diferentes motivos, profesionales implicados en el procedimiento judicial que finalizó con la condena a José Bretón a 40 años de cárcel.

A preguntas de DIARIO DE CÓRDOBA, vecinos del parque recordaron este martes cómo vivieron la búsqueda y la noticia del asesinato de estos hermanos, desaparecidos tras viajar de Huelva a Córdoba para pasar el fin de semana con su padre. «Soy vecina, conozco a su hermana y los sobrinos de él (José Bretón) se han juntado con mis niños antes y después del suceso», afirmó Sofía Ruiz. «Cuando iba con mis nenes y me la encontraba agachaba la cabeza. A lo mejor, por vergüenza. La gente la increpaba por la calle. Si fuera mi hermano, yo no se lo perdonaría», admitió Sofía antes de continuar su camino en paralelo al Balcón del Guadalquivir. 

En el parque, Marisa Galeote señala que vivía en esta zona cuando ocurrieron los hechos. «Fue muy dramático y muy impactante, nadie se imaginaba que pudiera pasar algo así», comentaba sin querer entrar en el detalle de lo sucedido. «¿Aquí venían esos niños?», preguntó su hijo adolescente, sentado en el banco junto a ella. «No tengo interés en que los más jóvenes sepan estas cosas», admitió Marisa. «Es mejor olvidar para que nadie pueda llegar a actuar de esa manera tomándolo como patrón», opinó. Sobrecogida, comentó que «no lo hace ni un animal», porque un hijo «es lo más importante de tu vida». «Fue un daño brutal, y de la manera que lo hizo», lamentó. 

Un poco más adelante, junto a la ermita de los Santos Mártires, José Manuel Rodríguez, que practicaba deporte, rememoró que el suceso tuvo lugar cuando acababa de prejubilarse. «No me extrañó, porque hoy está la vida muy mala», señaló. «Creo que tienen algo mal en la cabeza», manifestó en referencia a los progenitores que acaban con la vida de sus hijos. «Si no, no lo entiendo (continuó), porque por mucho daño que quieran hacer a su mujer, a sus hijos también los quieren», concluyó. Este asesinato «conmovió a toda España pero, por desgracia, ya han pasado otros casos. Algunos seres humanos son malos y les da igual la cárcel», destacó. Junto a la carretera, Rafael de la Haba y su perro descansaban en un banco. «Yo estaba en la Ciudad de los Niños con mis nietos el día que empezó a buscarlos. Parece que lo estoy viendo, qué lloro más extraño, con una chaqueta liada en la mano... Examinaron las cámaras y se ve entrar al tío, pero con los chiquillos, no», detalló Rafael.  

Este área infantil tomó el nombre de Ruth y José en el año 2013, cuando ya había finalizado el juicio, a petición de la plataforma que solicitaba justicia y de la propia madre. «Quiero que todos los momentos felices que tengan muchos niños en este parque vayan dedicados a mis hijos», reclamó Ruth Ortiz en aquel acto.