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Crueldad animal

La excepción española: matar palomas con escopeta sigue siendo un deporte

Miles de aves serán sacrificadas esta semana en Madrid durante la Copa del Rey de tiro al pichón | La práctica no se permite en ningún país de la UE salvo aquí, y el Gobierno quiere ilegalizarla en 2022

Cartuchos en las instalaciones del Club de Tiro Somontes (Madrid).

Resulta inquietante caminar por el campo entre tiros de escopeta. Van de dos en dos. Dos tiros. Pausa de varios segundos. Otros dos tiros. Pausa. Dos tiros más. Y así horas y horas en el monte de El Pardo, donde se encuentra el Club de Tiro Somontes, un exclusivo recinto con vistas a todo Madrid y los terrenos del Palacio de la Zarzuela. Sus instalaciones viven esta semana jornadas intensas: acogen la Copa de S.M. El Rey de tiro al pichón, una práctica prohibida en toda la UE salvo en España, así que morirán allí miles de palomas. El trasiego de coches, la mayoría de alta gama, es continuo, con sus conductores exigiendo paso al encargado de la barrera de entrada porque tienen cita para disparar y van con retraso.

Hay rigurosos controles por parte de los vigilantes del club. Salvo para los socios y los participantes en el torneo, el acceso está prohibido. La única manera de hacerse una idea de lo que ocurre allí dentro consiste en colarse, algo que acaba de hacer Juan García Vicente, de Ecologistas en Acción. “Yo puedo llegar a entender cierto tipo de caza. Tiene una liturgia. ¿Pero esto? Esto es algo perverso y macarra”, señala mientras camina entre los pinos bastón en mano, bajo el constante ¡pam!, ¡pam! de las escopetas.

García cuenta que este torneo consiste en colocar en cajas a las palomas, que son impulsadas por un mecanismo de aire comprimido. Que a veces les arrancan antes las plumas traseras de sus colas, para que vuelen recto y sean más fáciles de alcanzar por los tiradores, que disponen de dos disparos por pájaro. Que no siempre los animales caen muertos, porque pueden ser malheridos, incluso aterrizar fuera del recinto, en cuyo caso tardan días en fallecer si no son apresados por algún depredador.

Un antiguo empleado del club confirma el relato. “Primero, tenías que arrancarles las plumas de la cola, agarrando sus patas con el índice y el pulgar, poniendo la paloma boca abajo y dando un tirón –recuerda-. Después la metías en una caja articulada de color verde, desde donde era lanzada, y esperabas a que disparara el tirador. Entonces tenías que recoger al animal, muerto o malherido, y echarlo en una gran bolsa de basura que no paraba de moverse. Había muchos pájaros agonizando”.

La norma que viene

Ni el Club de Tiro Somontes ni la Federación Española de Tiro al Vuelo, una práctica que incluye disparar tanto a palomas como a codornices y platos, han querido dar explicaciones para este reportaje. Según los planes del Gobierno, ambos tendrán que transformarse en poco más de un año. La futura ley de bienestar animal, que se presentó este miércoles, pondrá fin a la excepción española, prohibiendo una práctica que solo está permitida en México, algunas provincias de Argentina, varios estados norteamericanos, Egipto y Brasil. Hay autonomías ya han acabado con el tiro de pichón por su cuenta. La primera fue Canarias, en 1991. Después, Cataluña, en 2003. Y a partir de ahí, Baleares, Murcia, Galicia, La Rioja y Navarra. Madrid estuvo a punto de dar el paso en 2016, pero Ciudadanos reculó a última hora, pese a que había pactado con el PSOE y Podemos su apoyo a la iniciativa, e impidió que esta prosperara. Ahora se pretende extender la ilegalización a todo el Estado.

“Tenemos que ponernos al menos al nivel de los países de nuestro entorno”, señala Sergio G. Torres, director general de Derechos de los Animales, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. El objetivo, continúa, es que entre noviembre y diciembre el Consejo de Ministros apruebe el proyecto de ley, para iniciar entonces su tramitación parlamentaria, con la mayoría de grupos, en principio, a favor de la norma. “Esperamos que pueda entrar en vigor el 1 de enero de 2023 –concluye G. Torres-. Hay un amplio consenso en nuestro país. A cualquier persona con una mínima sensibilidad que se le diga que el tiro al pichón todavía es legal, pues no se lo cree”.

Llegado desde Inglaterra y Francia en el segundo tramo del siglo XIX, con presencia en los Juegos Olímpicos de París en 1900, la práctica es hoy minoritaria en España. Según los últimos datos del Consejo Superior de Deportes, hay 1.882 federados, el 93,6% de ellos hombres. “Su prohibición no tendría un impacto económico y social significativo”, explica Bárbara Fernández, de Mis Amigas las Palomas, una asociación que ya ha recogido más de 250.000 firmas para ilegalizar la actividad. Fernández subraya que Somontes es un club “lujoso”, con piscina, restaurante, salones y carpas en las que se celebran bodas. Otros recintos, en cambio, son apenas “un descampado” y las palomas reciben allí un trato “aún más cruel”.  

Lentitud y dolor

Los tiros nunca se detienen en El Pardo. García Vicente, de Ecologistas en Acción, baja el tono de voz conforme se van escuchando más cerca. Señala aquí y allá: construcciones donde se guardan las palomas a la espera de ser sacrificadas, restos de platos de plástico previamente disparados, cartuchos y perdigones. Las bolas de plomo no resultan fáciles de ver, al ser tan pequeñas, pero sí cuando son agrupadas por la lluvia y forman largos senderos. “Pueden tardar hasta 300 años en desaparecer del medio. Y los animales los ingieren, provocándoles una muerte lenta y dolorosa”, dice. Frente a él, se divisan los terrenos del Palacio de la Zarzuela.

El Club de Tiro Somontes tiene profundas raíces monárquicas. Fue inaugurado en 1876 por Alfonso XII, que cedió para su construcción unos terrenos de la Casa de Campo. Su presidente de honor continúa siendo Juan Carlos I. Solo está separado de la residencia de Felipe VI por una carretera de un carril por dirección. Y el torneo que se celebra estos días, con cientos de participantes, lleva por nombre Copa S.M. El Rey. Pero en la Jefatura del Estado aparentan vivir ajenos a todo esto. "La responsabilidad de los campeonatos, más allá de las denominaciones, corresponde a los organizadores", señalan fuentes de la institución. No aclaran qué les parece el tiro al pichón.

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