Las posibilidades de las tecnologías son infinitas y permiten que se estén investigando formas de prevenir el VIH y la malaria, de reducir el cáncer o de tratar muchas otras enfermedades por lo que, según la bioquímica húngara Katalin Karikó, hay que animar a las nuevas generaciones a que se adentren en el camino de la investigación porque "los enfermos están esperando".

Karikó ha sido la encargada este viernes de agradecer en el Teatro Campoamor de Oviedo el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica otorgado a siete científicos que destacaron por sus aportaciones al desarrollo de las primeras vacunas que han permitido en un tiempo récord hacer frente a la pandemia mundial provocada por la covid-19.

El inmunólogo Drew Weissman y el bioquímico Philip Felgner, ambos estadounidenses; la vacunóloga británica Sarah Gilbert, el biólogo canadiense Derrick Rossi y el matrimonio formado por los doctores húngaros Ugur Sahin y Özlem Türeci han compartido escenario con la que está considerada madre de las vacunas basadas en el ARN mensajero, una tecnología que en los próximos años también extenderá el uso de vacunas personalizadas para el tratamiento del cáncer y otras enfermedades.

"Nuestra esperanza ahora es inspirar a la próxima generación de científicos, médicos y trabajadores sanitarios" ha afirmado en el Teatro Campoamor de Oviedo tras recibir de manos del rey Felipe un galardón del que ha dicho sentirse "muy honrada", y más, por "tan extraordinaria compañía".

Los siete científicos premiados han contribuido al desarrollo de las vacunas comercializadas por Pfizer, Moderna y AstraZeneca, tres de las primeras y de las que más se han puesto a la población europea y de Estados Unidos y que tienen como blanco común la proteína "S", presente en la superficie del virus y que facilita su entrada a las células.

Tras reconocer que se han pasado años trabajando en tecnologías que a algunos les parecían "poco convencionales y casi de ciencia ficción", ha señalado que si el resultado de su trabajo puede mejorar la vida de al menos una persona ya puede considerarse todo un éxito, lo es más saber que su trabajo en el desarrollo de las vacunas anticovid ha protegido con éxito a millones de personas.

"Mientras trabajaba en mi mesa del laboratorio, solo soñaba con conseguir un impacto así", ha reconocido esta investigadora afincada en Estados Unidos, que se ha mostrado convencida de que el camino de los descubrimientos científicos "nunca sigue una línea recta, tiene giros y vueltas en cada coyuntura y requiere esfuerzos de colaboración internacional y la contribución de muchos científicos.

No obstante, ha advertido de que lo importante es "seguir haciéndose preguntas y mantener viva la curiosidad", que como Leonardo da Vinci afirmó "los experimentos nunca fallan, tus expectativas, sí" y que nunca hay que detenerse ante el fracaso, sino usarlo "para impulsarnos a pensar de forma crítica".

Karikó ha aprovechado también para enviar el agradecimiento de la comunidad científica "a todos los trabajadores sanitarios de primera línea", porque es consciente de "los increíbles riesgos que estuvieron dispuestos a afrontar para salvar a sus pacientes, algunos incluso haciendo el sacrificio supremo para ayudar a otros".

"Nos inspiraron para trabajar más duramente y a actuar para desarrollar vacunas que salvan vidas", ha afirmado tras agradecer que el reconocimiento que con este premio se ha hecho al trabajo de muchos investigadores arroja "luz sobre la importancia de la investigación científica".