Los que entienden de bodegas la apodan la 'capilla Sixtina' del vino. Cierto es que ya solo su arquitectura de santuario ideada por Tuñón y Mansilla invita a pensar que se entra en lugar de peregrinación, pero la realidad es que lo es. No hay exquisito enólogo que no haya recorrido la planta baja de Atrio y si no lo ha hecho, lo guarda pendiente. La gran bodega del hotel cacereño ocupa siempre los primeros puestos de las listas más prestigiosas del mundo y ha sido un filón para el turismo especializado, que añadía Cáceres a sus paradas obligatorias. 

En sus estanterías, ejemplares únicos de Gran Cru, doce añadas de Romanée Conti, veintitrés de Petrus, la más antigua de 1947, veinticinco de Haut-Brion, veinticuatro de Lafite-Rothschild, la más antigua de 1929, veintitrés de Margaux y casi medio centenar de Mouto Rothschild. Y en el centro, su gran joya, la guinda, con altar propio para que pueda ser admirada, su gran Château d’Yquem de 200 años, que desde esta semana deja un hueco vacío.

Tanto esta botella, única en el mundo y codiciada por coleccionistas, como otras treinta de Romanée Conti han formado parte del botín millonario del robo que el hotel sufrido esta semana y que pone en jaque el valor de toda la colección, ya que los ladrones supieron elegir las piezas más valiosas. En total, al menos un millón de euros en vinos consiguieron sacar de la cámara en cuestión de minutos y sin levantar sospechas, 300.000 euros del Château y más de 400.000 euros de los Romanée –cada botella cuesta 12.000 euros-.

La noticia que salió a la luz este jueves ha acaparado la atención mediática. Tan elevada ha sido su repercusión que ha animado a dar el paso a chefs como Dabiz Muñoz, de Diverxo, que también reconocieron haber sufrido el robo de varias botellas de alta gama. En el caso del hotel cacereño, la brigada de la policía judicial ha puesto en marcha una investigación a la que se ha sumado una unidad especializada en delincuencia de Madrid debido a la gran envergadura del suceso. Este sábado, tres días después de los hechos, tanto los presuntos sospechosos del robo, dos personas que se alojaron en el hotel, como las botellas seguían en paradero desconocido.  

En cualquier caso, Polo, que atendía a este diario tras lo ocurrido, aseguraba visiblemente afectado que, aunque las aseguradoras sufragaran su valor, nunca será equiparable en euros. Hacía especial hincapié en su preciada botella de Château d`Yquem, que formaba parte de su propia historia, de la de Atrio y de la ciudad. "Han querido comprarla y yo decía que no estaba a la venta". Precisamente, sobre esta botella reside una de las grandes anécdotas de la bodega porque en su traslado se rompió y tuvo que ser recorchada

Tanto esta como las añadas de 1929 o 1947 han servido para que la bodega cacereña coronara el gran premio de la prestigiosa revista norteamericana Wine Spectator en 2003 y ocupara los ránkings anuales de las mejores bodegas del mundo. También copa el primer puesto en las listas nacionales. La pérdida de sus ‘joyas’ no solo afecta a la propia colección sentimental del hotel sino que deja en el aire su posición y su reputación en las listas mundiales. Por ahora, tanto Polo como Pérez ya avanzan que tras lo sucedido “seguirán adelante”. Mantendrán, eso sí, el hueco vacío que deja la icónica botella de 1806, porque presente o no, forma parte de la historia de Atrio.