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Crisis meteorológica

Sequía en Cataluña: "O llueve ya o tendremos un problema grave"

Una sequía "inédita" para los más longevos obliga a 22 pueblos del Empordà y a 15 del Anoia a aplicar restricciones para el consumo de agua potable en pleno otoño

22 municipios del Alt Empordà, con restricciones por sequía.

22 municipios del Alt Empordà, con restricciones por sequía.

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22 municipios del Alt Empordà, con restricciones por sequía. Elisenda Colell

De pequeño tardaba una hora a pie para llegar hasta la escuela de Darnius (Alt Empordà). "Llovía una semana entera y llegábamos empapados. En invierno jugábamos con los candelabros de agua congelada del camino", recuerda Pere Bret, ampurdanés de 73 años. No queda ni rastro de aquella humedad y, casi hace 10 meses sin un episodio de lluvia, el suelo empieza a resquebrajarse. "Ha cambiado todo... No hay inviernos fríos ni temporales de Levante como las de antes. Si seguimos así estamos perdidos", cuenta el hombre mientras observa cómo la sequía ha arrugado las olivas de su finca familiar en Agullana. En el Alt Empordà, 22 municipios tienen restricciones por el consumo de agua, pero la sequía también afecta a 15 pueblos del Anoia. "Si no llueve ya, tendremos un problema", dice una joven de Peralada. Los productores de vino y aceite y los ganaderos de la comarca ya sufren pérdidas de producción. "Vamos desesperados, otro año así no lo aguanto", confiesa un joven pastor.

La alarma saltó la última semana de octubre. El acuífero de Peralada que abastece a una veintena de pueblos del Alt Empordà entraba en situación de alerta. La Agència Catalana de l'Aigua (ACA) decretó las primeras restricciones que, de momento, no están afectando a la vida de muchos vecinos porque les permiten usar más de 200 litros por persona a diario. En la comarca del Anoia, el acuífero de Capellades también está en situación grave, aunque parece que las lluvias caídas los últimos días lo han ido llenando. Son 15 municipios los que viven con restricciones aunque aquí los problemas de falta de agua se vienen arrastrando desde el verano. "Con el incendio forestal de Santa Coloma de Queralt los bomberos vaciaron todos los depósitos de agua. Desde entonces no ha llovido y hemos estado agosto y septiembre usando cubas de agua para abastecer a la población, que además durante los meses de verano se triplicó", cuenta el alcalde de la Llacuna, Josep Parera. Solo este ayuntamiento tiene una deuda de 100.000 euros por la compra de agua potable. "Esperamos que la diputación y la Agència Catalana de l'Aigua se hagan cargo de este dineral porque nosotros no lo podemos asumir", zanja.

En el Empordà, en cambio, las cubas aún no se han tenido que usar. Es cuestión de tiempo, dicen algunos. Basta con mirar los ríos completamente secos. En los Aiguamolls de l'Empordà todos los estanques de agua dulces están vacíos. "Los animales ya no vienen. Las aves migratorias que llegan hasta aquí necesitan comer y descansar y como los estanques están secos se han ido a otros lugares", confiesan desde el parque natural. "Han desaparecido miles de animales", dice Raimon Riera, un fotógrafo aficionado que lleva más de 30 años retratado el parque a diario. Culpa al cambio climático pero, también, a una mala gestión de los gestores de esta zona de humedales. "Yo jamás había visto el pantano de Boadella así de vacío", reconoce Linda Cruzado, propietaria del bar del Club Náutico del embalse. A pie de presa, el agua está incluso debajo de la regleta que mide el nivel del pantano.

Temor a la temporada turística

"La última lluvia importante que recuerdo fue en verano. Si no llueve ya, tendremos un problema", asume Laura, una joven camarera del bar Cèntric de Peralada. "Si no tienes piscina o un jardín las restricciones no te afectan, pero me preocupa de cara al verano", dice. A nadie se le escapa que, si la situación no mejora con un invierno lluvioso, la sequía podría poner en jaque la llegada de turistas la próxima primavera, que multiplican exponencialmente el consumo de agua. Laura dice que jamás había visto tantos meses de sequía. También lo hacen Isabel o Martí Portell, vecinos de Espolla y Cabanes que superan los 70 años. "La situación es extrema", dice el hombre. "Nunca habíamos visto algo así y el problema es que cuando llueva lo hará muy fuerte y se lo cargará todo", cuenta la mujer. Consorte y madre de productores de vino, le preocupa el cambio del clima. "En casa comemos de esto", dice señalando al cielo.

Josep Maria Bonavia muestra el estado de los olivos tras la sequía que ha afectado su finca. David Aparicio

"¿Ves estas olivas? ¡Están arrugadas!", exclama Josep Maria Bonavia, un vecino de Espolla jubilado que cuida la finca de su tatarabuelo. "Cojo las olivas y hago aceite para el resto del año. Pero este año no me va a dar... Con la falta de lluvias muchas aceitunas han caído al suelo y las que siguen agarradas no crecen", dice abatido. "A mi aquí no me va el pan, pero los que se ganan la vida con esto están en apuros. Y lo peor es que no podemos hacer nada", añade. Marc Navarra, uno de los agricultores afectados, ha visto cómo sus olivos han soltado el fruto antes de tiempo para sobrevivir a la sequía. "El año pasado cayeron 700 litros de agua. Este año solo han sido 200 y la producción se ha resentido, no nos salen las cuentas", indica. Calcula que ha recogido la mitad de kilos de arbequinas del año pasado y estima una caída del 25% en la producción de uva para el vino. "Con el cambio climático, las sequías irán a más, tenemos que pensar soluciones para seguir trabajando la tierra", señala el joven productor.

Salvar los viñedos

El nerviosismo también se ha extendido entre los productores de vino de la Denominación de Origen Empordà. "Las cuatro lluvias de septiembre salvaron la vendimia. Tengo la esperanza de que llueva antes de la primavera, si no el año que viene va a ir mal", augura Antoni Roig, propietario de la bodega Mas Llunes de Garriguella. Este agricultor admite que hace años que la subida de la temperatura ha obligado a adelantar la vendimia un par de semanas. "El riego acabará siendo una necesidad para nosotros, aunque si los pozos no tienen agua quizás no nos sirva de mucho. No contemplo la posibilidad de abandonar el Empordà pero es evidente que las administraciones nos tendrán que ayudar a hacer mejoras para adaptarnos al nuevo clima", sostiene Roig. Pau Albó, técnico de la bodega cooperativa Espolla, también descarta trasladar los cultivos de viña hasta el Pirineo, como se ha hecho en otras latitudes. "Me preocupa más la falta de relevo generacional que el cambio climático, aunque es evidente que nos afecta". Esta cooperativa está probando una nueva técnica para ahorrar agua. Dejan que las malas hierbas crezcan en los campos de cepos para que la tierra pueda retener más agua.

Josep Maria Bonavia, en su finca de l'Espolla (Alt Empordà). David Aparicio

Unas hierbas que, tras la vendimia, deberían ser alimento para los 40 corderos de Víctor Rojals, un joven pastor de Mollet de Peralada. "Este año la hierba apenas llega al palmo, y no nos podemos permitir darlo para el ganado este invierno", cuenta Albós. A los ganaderos de la zona, pues, no solo les preocupa tener menos agua para abrevar a sus animales, tampoco saben qué darles de comer. "Llevo meses dándoles rastrojo, esto no es comida de calidad para los corderos y he tenido que comprar pienso para alimentarles", asegura Rojals. En invierno no puede subir a las praderas de los pirineos por el frío y la nieve. "Ahora debería empezar la época de bonanza aquí, de lluvias. Pero nos estamos cargando el clima y esto es lo que hay. Yo esto no lo aguantaré otro año, voy desesperado", lamenta el pastor.

Victor Rojas pastura sus 400 obejas en Mollet de Peralada (Alt Empordà). David Aparicio

"Estamos fritos", resume Maxime Pastore, un suizo con raíces italianas que desde que se jubiló vive en Garriguella. "La sequía en el Empordà es solo una primera consecuencia. Necesitamos 15 días de lluvia fuerte y no llega ni a tiros", resume. "En el fondo estoy bastante orgulloso de ser un mamífero en vías de extinción. Somos un cáncer para el planeta, nos lo hemos querido cargar y ahora es el planeta el que nos va a expulsar", advierte mientras se hace con un par de garrafas de vino. "Vivan mientras puedan", aconseja.

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