Suele decir que su fuerte es el humor negro. ¿Tiene eso algo que ver con el hecho de que tenga una hija con autismo?

No, al contrario. De hecho, los que crean en el karma pensarán que tengo una hija con autismo precisamente por hacer humor negro. A mí lo que me pasa es que con otro tipo de humor es muy fácil que me vea venir el chiste. Sin embargo, el humor negro toca temas de los que uno no se reiría normalmente en la vida real. Además, hay dos cuestiones muy interesantes acerca del humor negro.

Adelante.

La primera es que se han hecho estudios muy serios que demuestran que los que más se ríen con el humor negro son gente más estable emocionalmente, cero agresiva y muy inteligente. En cambio, los que se enfadan con facilidad suelen ser personas con un cociente intelectual más bajo, agresivas o emocionalmente inestables.

¿Y la segunda?

Pues una cosa muy curiosa en este asunto y es que los que se ríen con el humor negro -por ejemplo, con un tema como el racismo- suelen estar mucho más concienciados con ese tema que los que se ofenden. Generalmente quien se escandaliza por los temas delicados es porque suele pensar cómo pone en evidencia el chiste. Pero quien está concienciado con el tema se ríe porque sabe que el chiste es un disparate.

¿Qué es Risas al punto de sal?

En el libro hablo de muchas cosas y aunque lo hayan calificado como un libro de autoayuda no es un libro de autoayuda. Pero bueno, es un libro de divulgación para poder conocer los indicadores tempranos del trastorno espectro autista. Trato también cómo está la cuestión de este tipo de estudios genéticos y todo esto mientras cuento cómo nos dimos cuenta del trastorno de mi hija Emma y de cómo ha ido evolucionando y cómo nos tomamos todo esto con humor, porque, si no, la situación nos comía. Y luego también hablo de cómo acabar con ese romanticismo de la discapacidad. En los medios sale antes un actor con discapacidad recibiendo un Goya que una persona con 55 años que también tiene una discapacidad, sus padres han muerto y no tiene plaza en una residencia. Es que parece que tenemos que ser felices con la discapacidad y que nos tiene que hacer mejores personas, pues mira, yo prefiero ser una hija de puta con hijos sanos.

"Parece que tenemos que ser felices con la discapacidad y que nos tiene que hacer mejores personas, pues mira, yo prefiero ser una hija de puta con hijos sanos"

Entonces, ¿es usted una superviviente o sencillamente está aplicando el sentido común?

¿¡Que voy a ser una superviviente!? Soy una madre con una hija con discapacidad, y punto. Los padres en todo caso somos sufridores. Además, piensa que la mayoría de terapias son de copago y no son baratas, así que si además metemos en el cóctel el tema económico, ya ni te cuento...

También hay que ser una persona valiente para dar un paso como este...

Dudé... Si le digo la verdad no voy a esconder que todas esas interrogantes existieron. Soy consciente de que puede haber muchas familias molestas conmigo, pero también es importante gritar que hay días en los que es inevitable estar peleada con el mundo. Debemos normalizar una situación que es mucho más grave que algunas de las tonterías que ocurren a diario...

¿Usted es contraria a esa felicidad postiza?

No se trata solo de visibilizar una problemática, sino de reclamar los medios para que mi hija pueda tener cierta independencia dentro de unos años... Cuando ves que eso no es posible te enfadas con todos: primero contigo y enseguida con el mundo que te rodea. Si viviéramos en un país donde la dependencia estuviera mejor organizada probablemente un porcentaje importante de esos miedos del futuro sería más llevadero.