El día en que los periódicos vuelven a abrir con el covid —por la nueva variante detectada en Sudáfrica—, César Carballo (Madrid, 1972) descansa de una guardia antes de acudir, como cada sábado desde hace un año y medio, a La Sexta Noche.

—Es preocupante —, dice en conversación telefónica con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. —Llevamos tiempo advirtiendo de que esto podía pasar. Ahora hay que pedir PCRs a todo el que venga a España, que no entre nadie con una PCR positiva.

A mediados de marzo de 2020, Carballo, adjunto de Urgencias en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, empezó a publicar en Twitter comparativas de afectados por la enfermedad entre España e Italia.

Los redactores de La Sexta Columna, el programa de reportajes que emite la cadena los viernes por la noche, se pusieron entonces en contacto con él.

"Intentamos entrevistarlo en marzo de 2020 y nos dijo que en el hospital no les hacía mucha gracia que saliera y que prefería no hacerlo de momento", explican fuentes del programa. "A primeros de abril, ya sabiendo que iba a La Sexta Noche, que sí paga, nos dijo que si queríamos nos atendía".

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha podido revisar los mensajes en los que Carballo expresa las reticencias de su hospital (del 21 de marzo) y los posteriores mensajes en los que informa de que acudirá a La Sexta Noche y muestra su disponibilidad para una entrevista (del 2 de abril).

Entre los dos programas hay una diferencia importante: en La Sexta Noche pagan por participar y en La Sexta Columna no. Cada colaborador tiene su acuerdo y el montante final depende de lo que dure la intervención. Fuentes conocedoras de la horquilla de precios hablan de entre 400 y 600 euros por programa.

Carballo prefiere no entrar en ese tema —"puedo decir que es un trabajo que no te saca de pobre"— y asegura no recordar la llamada de La Sexta Columna.

"No lo recuerdo. No suelo decir que no. Cuando me llaman y puedo, voy", sostiene. "Que le guste o no al hospital me da lo mismo. Pedí permiso para aparecer y me dijeron que sin problemas. No intervengo hablando en nombre del hospital. Si fuese jefe de algo ya me habrían dado un toque, pero como soy un soldado raso, no".

El doctor, especialista en medicina familiar y comunitaria y con casi dos décadas de experiencia en las Urgencias de varios hospitales de la Comunidad de Madrid, intervino por primera vez en La Sexta Noche el 4 de abril de 2020. Desde ese momento, su popularidad solo ha ido hacia arriba hasta auparle como la voz más mediática de la pandemia.

Incluso cuando esta dejó de ser la actualidad más importante y el volcán de La Palma entró en erupción, Carballo seguía ahí analizando los efectos de la mala calidad del aire. "Siempre que haya una catástrofe, habrá un urgenciólogo", justifica. La próxima semana empezará una sección con Iker Jiménez sobre casos clínicos de Urgencias.

"Tras salir en La Sexta Noche, me llamó Iker y quedamos en hacer otra entrevista. Y fue exponencial. Pasé de 3.000 a 40.000 seguidores en Twitter", continúa. "Fue tanto por él como por La Sexta, a quienes siempre he agradecido que apostaran por un formato de ciencia un sábado en prime time".

Además de las intervenciones televisivas, durante la pandemia Carballo ha escrito un libro —Desde la trinchera (Aguilar)— y lanzado un "dispositivo anti-covid": Freelips, una fundita de plástico para poner en los vasos y no contagiarse, pese a que ya se ha demostrado que el riesgo de contagio por superficies es prácticamente nulo.

Del libro aún no hay datos de ventas porque solo lleva una semana en el mercado. La empresa comercializadora de Freelips, Vardaris S.L, constituida antes de la pandemia pero sin mucha actividad, pasó de facturar 400 euros en 2019 a 91.000 en 2020, con 6.000 euros de beneficio. No es demasiado.

"Pretendíamos vender mucho más", admite Carballo. "Al final, es otra aventura".

Hay un hombre en España que lo hace todo

¿Cómo compagina un médico de Urgencias tantísima actividad fuera del horario laboral con su trabajo en una pandemia devastadora?

¿Y cómo ha llegado un urgenciólogo —ni epidemiólogo ni salubrista— a convertirse en la cara más visible del problema?

A la primera pregunta responde el propio Carballo. "Es compatible quitando mucho tiempo a mi familia. Ese es el problema. Te acaba quemando un poco porque estás todo el día para arriba y para abajo", reconoce. El doctor se redujo la jornada un 30% antes del coronavirus para llevar a sus hijos al colegio. Ahora, dedica las mañanas a escribir, estudiar el avance del virus e intervenir en televisión.

La segunda es más complicada. Epidemiólogos consultados por este periódico admiten que Carballo es una de las figuras que más odio genera entre ellos por su tono catastrofista, alejado de la complejidad de la situación.

Miguel Ángel Reinoso, un joven vallisoletano que ha pasado la pandemia comunicando datos sobre el virus, popularizó en Twitter la etiqueta #ZeroCarballo para acusarle de "sembrar el pánico".

"Cuando ya había datos de los ensayos clínicos, dijo que las vacunas no iban a ser eficaces", recuerda el epidemiólogo Pedro Gullón. "También se obsesionó con que las vacunas no valían para la variante Delta, algo que sabíamos desde hacía mucho que no era cierto".

"Su manera de analizar y comunicar la pandemia es negativa. Su enfoque, parcial y limitado por su área de conocimiento", añade Mario Fontán, un médico especialista en salud pública que le ha corregido alguna vez en Twitter (por ejemplo, cuando compartió un artículo de As para alertar sobre la caída de eficacia de las vacunas contra Delta).

"Hay otros perfiles mediáticos que pecan de lo mismo, pero él es la máxima expresión. Durante toda la pandemia ha existido la idea de que cualquier persona de ciencias de la salud tenía los conocimientos y el enfoque para hablar de un problema de salud pública. Y no es cierto. Un médico de urgencias tiene un enfoque muy individualista de la situación en su día a día, porque atiende a pacientes, que llegan uno detrás de otro, en un hospital", continúa Fontán. "Y allí solo llegan los casos más graves. Pero todos los factores sociales y políticos de la enfermedad se dan fuera. Y las medidas no se aplican en un hospital, sino en el ocio, el transporte... El marco es mucho más complejo".

"Me llaman y doy mi opinión"

Carballo reconoce que su visión sobre la pandemia es sesgada.

"Seguramente sí. Pero yo nunca he dicho que sea una voz autorizada: me llaman y doy mi opinión", dice a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. "En Urgencias veo qué pasa cuando no se hacen las cosas bien, así que tengo un sesgo de sanitario y de protección a la población. Me imagino que, desde el punto de vista profesional, cada uno tendremos nuestra visión".

"Es una persona que comunica bien. Eso es fundamental. Y la gente de Urgencias tiene visiones generales de los problemas, lo cual también es un elemento importante", sostiene Joan Carles March, especialista en salud pública. "Es verdad que se ha metido en charcos, como cuando no fue claro en que se vacunaría. Fue un error, pero luego rectificó. Además, ¿quién no ha dicho cosas discutibles en esta pandemia? Quien se moja, se equivoca. Cuanto más contundente eres, más te equivocas. Y a los medios os gusta la gente contundente".

Otro médico que prefiere no dar su nombre compara a las voces de la pandemia con las de la Justicia. "La gente sigue al que comunica bien. Por ejemplo, en el tema de Catalunya, los tuiteros que más impacto tenían no eran los catedráticos de Derecho Constitucional sino los que transmitían mensajes claros. Los mensajes de César han variado, pero todos estaban basados en datos, que también han sido muy contradictorios durante la pandemia. Y los periodistas buscáis a alguien que comunique claro, no al más adecuado pero que no comunique tan bien".

Además de sus deslices sobre las vacunas, Gullón recuerda otros momentos desagradables.

"Carballo ha anunciado catástrofes a cada subida de incidencia, llegando a decir que iba a ser peor que la primera ola. Con cada variante nueva decía que era muchísimo más mortal y contagiosa cuando aún no había datos. Anunciaba que necesitábamos confinamientos domiciliarios sin ningún matiz", explica. "Y otra sonada fue la de los colegios. Cogió un dato sin entenderlo para generar miedo. El tiempo le quitó la razón: el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades no recomendó el cierre de colegios salvo casos extremos, porque no han actuado como multiplicadores de la transmisión".

"A todos nos gusta un médico, es una carrera que da un estatus social alto, y parece que por ser médico estás capacitado para hablar de ciertos temas. Eso ha ayudado a que determinados perfiles se hagan tan visibles, aunque lo estrictamente médico sea una parte pequeña de la pandemia", anota Fontán. "Entiendo que un periodista necesita respuestas rápidas. Va tirando de las fuentes que conoce y a lo mejor esas fuentes no estaban bien escogidas desde el principio".

Carballo no ha dejado aún de ir a La Sexta ni al programa de Iker Jiménez. Ni siquiera de vender su protector labial anti-covid, que considera útil para prevenir el contagio de otras enfermedades (como la hepatitis A).

Ahora también da entrevistas para promocionar su libro, en el que cuenta anécdotas del día a día en Urgencias. Pero no pone fecha concreta para finalizar sus intervenciones en televisión.

"A mí me llaman porque la pandemia está en alza. Me preguntaron y dije que entiendo que cuando la pandemia se acabe, se acabó. Vivo de mi trabajo y seguiré haciéndolo", concluye.