Uno de cada cinco hombres residentes en la C. Valenciana, un 19,5 % de la población masculina, admite haber sido putero al menos una vez en la vida. Un 39,6 % de la población valenciana, tanto hombres como mujeres, ve "aceptable" que exista la prostitución. En la C. Valenciana hay entre 10.000 y 13.000 mujeres en situación de prostitución (es más probable la segunda cifra que la primera). El litoral valenciano alberga un mínimo de 164 clubes, 1.770 pisos y 52.000 anuncios en los que existe o se oferta sexo pagado. El panorama, en palabras de la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, es "descorazonador". Pero conocerlo era necesario para llevar a cabo uno de los proyectos más ambiciosos y revolucionarios del Botànic: abolir toda forma de prostitución en suelo valenciano.

Con ese fin, para abordar los cambios legislativos que se anunciarán en enero, Bravo encargó dos estudios universitarios: uno, para disponer del primer mapa real de la prostitución en la C. Valenciana, dirigido por el catedrático de Sociología de la Universitat de València Antonio Ariño, y el otro, para conocer la mentalidad de la sociedad valenciana, para lo cual se ha realizado la I Encuesta de la percepción de la prostitución, elaborada por el catedrático de Derecho Penal de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elx Fernando Miró.

En el caso de Ariño y sus tres colaboradores, han abordado el estudio desde perspectivas novedosas. En primer lugar, analizando la prostitución como un sistema con organización intrínseca propia y no como una transacción mercantil, que no lo es.

Así, han aislado siete hechos incontestables: la desigualdad de género (el 99,7 % de los puteros son hombres; el 95 % de las personas prostituidas, mujeres); la desigualdad de clase (las mujeres prostituidas son, por lo general, de clases sociales, culturales y económicas "inmensamente más bajas" que los demandantes); la desigualdad étnica (cada vez hay más mujeres migrantes y menos españolas, y, de estas, la mayoría ocupan focos de prostitución de mayor ‘postín’); desigualdad de edad (las mujeres prostituidas tienen 25 años de media, mientras que el perfil medio de putero habitual está entre los 35 y los 40 años); hay una organización de las interacciones y de transacciones que se presentan como libre e iguales, pero tras las cuales hay redes, proxenetas, dueños de clubes, gerentes de agencias y ‘madames’ de pisos; la práctica independiente existe, pero es totalmente anecdótica); la prostitución siempre se ha estudiado desde las mujeres, pero no desde los demandantes, lo que ha generado una perspectiva de rol masculino y lenguaje machista; además de la prostitución heterosexual femenina (aplastantemente mayoritaria), también está la heterosexual masculina (minoritaria), la bisexual, la transexual y la homosexual femenina; pero, y este es el dato revelador, la lésbica es tan rara que ni se encuentra.

Hipocresía moral

En ese sistema prostitucional están incluidos, obviamente, la trata, la industria del sexo, la pornografía y las nuevas formas de prostitución por internet, que se producen sin contacto pero en las mismas condiciones (o peores) de desigualdades.

Los siguientes pasos del estudio han revelado que el consumidor medio —el año pasado hubo 115.000 hombres residentes en la C. Valenciana que consumieron prostitución, un 6 % del total— tiene bajo nivel educativo y académico, no tiene pareja (viudos, solteros, divorciados) y es consumidor, incluso diario, de pornografía. Y quienes más repiten son los varones de entre 20 y 45 años.

En cuanto a las mujeres prostituidas, en su mayoría sin muy jóvenes, migrantes (de Rumanía, Nigeria y Colombia, principalmente), pobres, sin estudios y un 20 % tiene familiares a su cargo. En pocas palabras, infinitamente vulnerables.

La encuesta dirigida por el profesor Miró también ha aportado una visión dura a la realidad de la prostitución. Así, explico que, de las respuestas se desprende la hipocresía que lleva a cuatro de cada seis valencianos a considerar, sin rubor, que la prostitución es algo "aceptable", al mismo tiempo que admiten que sufren abusos (un 87,1 % cree que es así) y que, si pudiesen elegir, esas mujeres no estarían en esa situación (68,7 %). Y claro, el mayor rechaza se da hacia la prostitución callejera o en espacios públicos (81%), mientras que el porcentaje baja sensiblemente cuando se habla de prostitución en pisos o internet, esto es, la que no es visible.