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Ignacio Morgado: "La tecnología ha evolucionado más rápido que el propio cerebro"

"No sabemos cómo se hace posible la consciencia, cómo el trabajo de las neuronas hace que nos demos cuenta de las cosas que pasan"

Ignacio Morgado, durante la entrevista en València. | F.CALABUIG

De pequeño Ignacio Morgado (San Vicente de Alcántara, 1951) quería ser electricista. Le apasionaban todos los aparatos y las ondas hertzianas. Su plan era estudiar telecomunicaciones, pero por cosas de la vida ha acabado como catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Yo mismo me he construido mi propios aparatos eléctricos para estimular las neuronas. Encontré en la neurociencia una vuelta a la electricidad". Morgado fue uno de los conferenciantes en el XXXI Seminario Permanente de Ética Económica y Empresarial de la Fundación Etnor en el que habló de uno de sus libros de divulgación científica 'Emociones corrosivas: Cómo afrontarlas'.

¿Para qué sirve la neurociencia?

El objetivo final es acabar con todas las enfermedades del cerebro. No es un objetivo nimio porque cada vez hay más personas con enfermedades neurodegenerativas; el alzheimer, el parkinson, etc. Pero también con trastornos como la depresión. El objetivo es ese. Pero también es el de conocer cómo la mente controla el comportamiento. La neurociencia puede ayudar a otras disciplinas a funcionar mejor porque el cerebro esta debajo de cualquier actividad humana. Incluso puede llegar a entender cómo las cosas son y por qué no son de otra manera. En la educación, por ejemplo, podemos explicar porque funcionan unas cosas y otras no.

¿Es realista pensar en la cura del alzhéimer o el párkinson?

Estoy absolutamente convencido de que tarde o temprano vamos a curar esas enfermedades. Lo que pasa es que probablemente ocurra como con el cáncer, que al principio creíamos que solo había uno y hoy sabemos que hay muchos tipos y que cada uno es diferente. Con las enfermedades neurológicas pasa lo mismo; puede que nos encontremos con muchas caras y en función de la persona tendrá un tratamiento u otro. Hoy en día estamos explorando las causas que dan lugar al alzhéimer, que es una de las enfermedades que más preocupa a la gente. Todavía no sabemos los orígenes, sospechamos de genes, de sustancias en el cerebro, pero no sabemos por qué unas personas tienen alzhéimer y otras no.

Es un mito eso de que no sabemos nada del cerebro ¿Cuánto conocemos y sobre todo cuánto desconocemos?

Yo tengo en la mesa de mi despacho un libro enorme de «Neuroscience». Cuando me viene un periodista o un alumno y me dice que sabemos poco del cerebro le dejo caer el libro en sus manos. Es un mito eso de que no conocemos el cerebro, sabemos muchísimo. Desde que Santiago Ramón y Cajal puso de manifiesto hace más de un siglo que el cerebro son neuronas individuales al igual que otros órganos del cuerpo que también están formados por células individuales hemos tenido una explosión de conocimiento impresionante. En estos 100 años de investigación ya sabemos sobre el aprendizaje, la memoria, las motivaciones, el lenguaje… ¿Qué es lo que no sabemos a parte de cómo se producen las enfermedades mentales y cómo curarlas? Pues una cosa que no conocemos es cómo el cerebro hace posible la consciencia, la subjetividad y la imaginación. Cómo el trabajo de las neuronas, que es físico y químico es capaz de convertir la actividad cerebral en imaginación, en darnos cuentas de las cosas que pasan. Y es algo que quizá nunca sepamos como ocurre.

¿La pandemia nos ha cambiado el cerebro?

Todas las experiencias humanas cambian el cerebro, no es un órgano estático, está en continuo cambio. El cerebro es diferente cada día aunque en conjunto parece igual, pero no, va caminando. El cerebro cambia conforme tenemos experiencias nuevas, y si las experiencias son fuertes emocionalmente, pues se crean miedos, actitudes, sensaciones con las que tenemos que aprender a convivir en un futuro. Esa nueva normalidad de la que se habla nunca será la normalidad anterior, será una diferente a la que tenemos que acostumbrarnos.

¿Cómo nos han cambiado las pantallas de los móviles y las redes sociales?

Están haciendo un cerebro muy visual y un poco táctil también. El cerebro humano no solo adquiere información sino que va evolucionando y haciéndose diferente, el cerebro de hoy no es el mismo que el que tenían nuestros antepasados hace millones de años. Los cambios suponen cientos de miles de años y nuestro cerebro no es muy diferente del que tenían los griegos clásicos pero sí muy diferente al de los hombres del paleolítico y tiempo atrás. Nuestro cerebro visual sufrirá un desarrollo especial si seguimos con las pantallas y otras partes de nuestro cerebro perderán fuerza. Pero se supone que no sabemos todavía cómo va a ser la evolución en el futuro y cómo podemos afrontarlo. Pero lo estamos viviendo. Si hoy en día no somos capaces de elegir con convicción una chaqueta o un vestido en un outlet donde hay 800 o mil chaquetas es en parte por todo esto. Pasa que la tecnología ha corrido más rápido que la evolución del cerebro.

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