Salud mental
La pandemia agrava la estrecha relación entre esquizofrenia y soledad
Un estudio del hospital Gregorio Marañón de Madrid desvela que hay variantes genéticas comunes que aumentan tanto el riesgo de soledad como de esquizofrenia, y esta relación podría tener consecuencias más negativas en mujeres

Javier González (izq.) y Álvaro Andreu, investigadores del Marañón.
Nieves Salinas
El aislamiento y la soledad se relacionan directamente con la esquizofrenia. Es una de las principales conclusiones de un estudio firmado por el equipo del doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del madrileño hospital Gregorio Marañón y jefe de grupo del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM) en el que, por primera vez, se ha identificado la correlación a través de estudios genéticos. Una relación que podría tener consecuencias más negativas en las mujeres. La investigación, publicada en Nature Communications, subraya la importancia de la soledad y el aislamiento, agravadas por la pandemia, en el pronóstico de los trastornos psicóticos.
Dirigido por Javier González Peñas, en colaboración con Alvaro Andreu Bernabéu, los dos investigadores del centro sanitario madrileño, se trata de un trabajo pionero. La investigación, que también ha contado con la colaboración de diferentes grupos del CIBERSAM que participan en el Consorcio de Genómica, aporta conclusiones que sugieren que existe un riesgo genético compartido entre estar solo y la esquizofrenia.
Los investigadores ha utilizado una muestra de 3.488 personas (1.927 con esquizofrenia y 1.561controles sanos) para demostrar la contribución genética de la soledad
Según estos resultados, la experiencia subjetiva del aislamiento social –provocada fundamentalmente por las restricciones de la pandemia de coronavirus- podrı́a tener más consecuencias negativas en las mujeres, incluido el riesgo de desarrollar psicosis. Los investigadores han utilizado una muestra de 3.488 personas (1.927 con esquizofrenia y 1.561 controles sanos) para demostrar la contribución genética de la soledad y aislamiento social al riesgo de sufrir esquizofrenia.
Aislamiento social
Los investigadores han estudiado tanto el aislamiento social objetivo (la falta de relaciones sociales) como el percibido -entendiendo la soledad como un sentimiento subjetivo de angustia asociado a la falta de relaciones significativas, independientemente del número de contactos sociales. Matizan también que el aislamiento no siempre se correlaciona con ese tipo de sentimiento, aunque, según destacan, ambos son factores de riesgo para la aparición de trastornos mentales.
Según explica Javier González Peñas, director del trabajo, en la investigación subdividieron el riesgo genético que predispone la esquizofrenia en función de su efecto en la soledad y el aislamiento. Se encontraron que el riesgo genético era común tanto a la enfermedad como a la soledad y que ésta era mayor en mujeres que en hombres. Además, este riesgo genético común correlaciona depresión, ansiedad o trastorno por déficit de atención con hiperactividad, dependencia del alcohol y autismo.
Los hallazgos abren la posibilidad de desarrollar intervenciones frente a la soledad y el aislamiento para la prevención de trastornos
Según explica el primer firmante del trabajo, Alvaro Andreu Bernabéu, los resultados indican que "este riesgo genético podría ayudarnos a entender las relaciones genéticas entre esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos complejos como el trastorno bipolar, la depresión mayor o el trastorno obsesivo-compulsivo".
En el trabajo también ha participado activamente el doctor Celso Arango. Para Arango, también presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, "estos hallazgos abren la posibilidad de desarrollar intervenciones frente a la soledad y el aislamiento para la prevención y mejora de la evolución clínica de trastornos de espectro de la esquizofrenia, sobre todo después de las condiciones de aislamiento social a la que nos hemos visto obligados por la pandemia y el confinamiento".
El doctor Celso Arango ha llamado la atención en numerosas ocasiones sobre los riesgos que la crisis sanitaria tiene para nuestra salud mental. La presencia de acontecimientos estresantes, como ocurrió con la pandemia, trajo consigo un aumento de los cuadros depresivos, especialmente en niños y adolescentes, que no están desapareciendo pese a que la incidencia de casos sigue bajando y la nueva normalidad se percibe como un escenario a corto plazo.
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