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Aníbal y Nerón, los primeros pulpos del mundo monitorizados en el medio natural

El IIM-CSIC libera en Cíes dos ejemplares marcados con emisores acústicos para seguir sus movimientos

El pulpo Aníbal, tras la suelta. El emisor está situado en su cabeza. / JOSÉ IRISARRI

Aníbal y Nerón son los primeros pulpos del mundo marcados con emisores acústicos para conocer sus movimientos en el medio natural. Fueron liberados el pasado 27 de enero en el parque nacional Islas Atlánticas por expertos del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC y se espera que en unos meses ayuden a desvelar las incógnitas que todavía existen sobre el comportamiento de esta enigmática especie y de gran interés comercial.

Esta iniciativa pionera forma parte del proyecto nacional Ecosuma que lidera el grupo de Ecología y Biodiversidad Marina y aprovecha la red de telemetría acústica fondeada en el archipiélago de Cíes desde 2019 por otro de los equipos científicos del IIM, el de Ecología y Recursos Marinos.

Los dos pulpos son ejemplares adultos. Aníbal pesa 4,3 kilos y procede de una puesta natural recogida en Cíes y mantenida en los laboratorios de Bouzas hasta su eclosión. Y Nerón es salvaje, de menor tamaño –1,6 kilos– y fue capturado en la Ría de Vigo. Los emisores que llevan en la zona anterior del manto, en la cabeza, emiten señales que son recogidas por los receptores fondeados mientras se desplazan por el parque.

Liberación de los pulpos en Cíes. JOSÉ IRISARRI. WWW.YOUTUBE.COM/C/JOSEIRISARRI

“Es la primera vez que se hace algo así. Hemos utilizado los dispositivos más pequeños que existen y buscado el mejor sitio de implante para causar el menor daño posible y no interferir en sus movimientos o cuando cazan. Es un marcaje complejo frente al de los peces, porque no puede ser subcutáneo y los pulpos se pueden arrancar los emisores o perderlos enganchados en rocas. Además tenemos el hándicap de que Cíes es una zona de pesca . Veremos qué datos obtenemos cuando los podamos extraer dentro de unos meses, cerca del verano. Por ahora, durante la primera semana los buzos pudieron monitorizar a uno de ellos en una cueva y en compañía de una hembra. Pero en la última inmersión ya no lo vieron allí”, revela Ángel González, responsable del proyecto Ecosuma.

En las tareas de marcado también colaboran Santiago Pascual y Alex Alonso, además de otros participantes en el proyecto Ecosuma como Gonzalo Mucientes, Ana Moreno (IPMA de Portugal) y Álvaro Roura (Grupo Profand), así como también personal técnico del CSIC y empresas colaboradoras.

“Es el primer paso y esperamos seguir mejorando si cabe en el futuro. La idea es marcar más ejemplares para poder monitorizarlos porque es fundamentan saber realmente cómo actúan los pulpos en la naturaleza. Normalmente, los estudios que se hacen de edad y movimientos se basan en análisis de isótopos o tejidos, pero lo que nos aportan son indicios. Lo interesante es la información real que podemos obtener con el seguimiento en el medio salvaje”, destaca González.

Uno de los ejemplares liberados. JOSÉ IRISARRI. WWW.YOUTUBE.COM/C/JOSEIRISARRI

La monitorización de ejemplares en las aguas de Islas Atlánticas permitirá “completar las piezas que faltan en el puzle del ciclo vital” de esta especie y ayudará a resolver las dificultades para la cría en cautividad como son los primeros momentos del asentamiento en el fondo marino y la fase previa.

“Contar con la mayor información posible será bueno para el cultivo o cualquier otra aplicación. Podemos encontrar, por ejemplo, una zona de reproducción de la que apenas se mueven y que podría resultar interesante proteger. Y esto favorecería que hubiese más pulpos en las zonas de alrededor”, apunta.

El marcaje de pulpos se está desarrollando de forma paralela al análisis de las más de 40 larvas de pulpo recogidas durante una reciente campaña oceanográfica frente a las costas de Galicia y el norte de Portugal: “Son oro líquido para nosotros y nos ayudarán a conocer su ciclo biológico y sus movimientos. También estamos analizando larvas de calamares y de peces, incluso de anguilas”.

“Ecosuma es un proyecto muy multidisciplinar y ambicioso que además de estudiar la dieta del pulpo en sus diferentes fases y cómo influyen las condiciones oceanográficas en su distribución y los patrones de movimiento también incluye el marcaje de ejemplares y una parte importante de parasitología con la creación de un biobanco”, resume Ángel González.

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