Este próximo miércoles 20 de abril las mascarillas dejarán de ser obligatorias en los espacios interiores. Fin de uno de los símbolos de la pandemia, -sobre todo en España, uno de los países donde más tiempo se ha continuado usando- y una medida largamente esperada. Pero que inquieta a los pacientes más vulnerables que reclaman "su derecho a ser protegidos" por parte de las autoridades sanitarias. "Va a ser complejo. Porque esto todavía no ha acabado. Los pacientes crónicos no podemos estar peleándonos con la gente para que sepan que somos de riesgo", señala a El Periódico de España Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Paciente (POP), que reúne a 33 organizaciones de ámbito estatal, con más de 1.450 organizaciones asociadas.

En conversación con este diario, Carina Escobar muestra su preocupación ante una medida que es inminente. El Gobierno aprobará el día 19, ya después de Semana Santa, el real decreto necesario para acabar con el uso del tapabocas en interiores. El fin de una medida de protección -que será efectiva el día 20, cuando se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE)- que, sin embargo, seguirá manteniéndose en determinados espacios como los entornos sanitarios, residencias de mayores o el transporte público.

"Habrá espacios en los que la mascarilla seguirá siendo obligatoria, atendiendo a la vulnerabilidad. Cuando vamos a un hospital, se entiende que estamos en un ámbito vulnerable. Cuando vamos a un centro de salud, también. O cuando vamos en transporte público. En una guagua, en el metro o en un avión, hay que usarla. Después hay recomendaciones: si estamos en un centro comercial, yo me la pondría. Ese es el uso responsable", señalaba la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en una entrevista concedida recientemente a este medio.

Las recomendaciones

A la espera de que el anuncio de la ministra se concrete, el borrador del documento de consenso al que se llegó en la Ponencia de Alertas -de la que forman parte expertos del Ministerio y de las comunidades autónomas- incluye una serie de recomendaciones para el "uso responsable" del tapabocas en diferentes espacios. Por ejemplo, el consejo para los mayores de 60 años, las personas inmunodeprimidas o las embarazadas, es que prescindan de las mascarillas en sus casas, pero la usen "en cualquier situación en la que tengan contacto prolongado con personas a distancia menor de 1,5 metros".

En el ámbito laboral, se deja la decisión en manos de los servicios de prevención de riesgos laborales

En el ámbito laboral, el borrador deja la decisión en manos de los servicios de prevención de riesgos laborales. Estos servicios tendrán que hacer una evaluación de riesgo específica, teniendo en cuenta el trabajo que se hace, a qué distancia están los trabajadores unos de otros y si se puede garantizar una ventilación adecuada.

En cines, teatros o salas de conciertos, el Ministerio se refiere a estos lugares como "espacios cerrados en los que las personas permanecen un tiempo sin comer ni beber". Reconocen que el riesgo de transmisión "puede ser alto" y que son lugares donde hay aglomeración de personas con poca distancia y durante varias horas y que, aunque tienen sistemas de ventilación, incluso con filtros, "no siempre está garantizada". Por eso se apela, una vez más, al uso responsable si se permanece un tiempo largo.

En hostelería o locales de ocio nocturno..., los expertos admiten que el riesgo de no llevar la mascarilla en ningún momento "probablemente no sería mucho mayor que el riesgo" de hacerlo de forma intermitente como ahora "sólo cuando las personas se levantan de la mesa". De nuevo, apelan a la responsabilidad, sin más indicaciones.

¿Qué se entiende por vulnerable?

Y es ahí donde la POP muestra prevención e intranquilidad. Por la falta de concreción en relación a en qué espacios es aconsejable el uso de mascarillas en interiores, más allá de la responsabilidad individual. La entidad pide al Ministerio que especifique las personas que se incluyen dentro de este grupo de vulnerables y en qué espacios cerrados tendrá vigencia la norma, además de en zonas sanitarias, sociosanitarias o transporte público.

"¿Quiénes son los vulnerables? Necesitamos información. Podemos tener gente joven en tratamiento, con una calidad de vida buena, pero supervulnerables al coronavirus hasta que no reciban, por ejemplo, su tratamiento de antivirales. Por eso es importante identificarlos bien", indica Carina Escobar.

En la POP están representadas, entre otras patologías, las enfermedades oncológicas, enfermedades raras, trasplantados y enfermos de riñón, hígado y corazón, VIH-Sida, enfermedades neurológicas, cerebrovasculares, cardiovasculares...Enfermos crónicos y extremadamente frágiles, recuerda Escobar. "¿Cómo se regula todo esto en el ámbito laboral, académico, educativo....? Lo que todos queremos es salir del aislamiento social al que llevamos dos años sometidos, sobre todo los enfermos crónicos, pero, si todo el mundo se quita la mascarilla en los entornos cerrados, podemos poner en riesgo a muchas personas", afirma.

Los pacientes piden pautas claras

Por eso, la Plataforma que ella misma preside reclama que "se marquen unas pautas muy claras" para que, por ejemplo las empresas, sepan cómo deben actuar. También en el ámbito educativo o en las residencias y espacios sociosanitarios. "Hablamos de que se especifiquen medidas y se resuelvan un montón de dudas. Pedimos campañas de información para seguir protegiendo a los pacientes crónicos, complejos y vulnerables y que, todavía, porque esto no se ha acabado, se recuerde que es necesario seguir llevando a cabo las medidas de autocuidado. Entiendo que hay que rebajar la presión y no podemos estar toda la vida con mascarillas, pero creo que no estamos todavía en esa esa etapa de gripalización del covid. Todavía no estamos en eso", advierte Escobar.

Carina Escobar aprovecha para llamar la atención sobre la necesidad de recobrar la asistencia sanitaria previa a la pandemia. Primero, subraya, en una históricamente mermada Atención Primaria. Se queja de que la urgencias de los centros de salud sigan sin funcionar -también los fines de semana- en varias comunidades con la consecuente saturación de las urgencias hospitalarias, el colapso en la atención especializada o el retraso en las pruebas diagnósticas.

Además, apunta a estudios de la propia POP que recogen que un 43% de los pacientes crónicos ha empeorado su patología o ha sumado nuevas enfermedades y han tardado 117 días en poder tener un nuevo diagnóstico. Según esos datos, sólo el 7% de esos enfermos fueron atendidos en el momento que lo necesitaban. Es la resaca de la crisis sanitaria, incide la máxima responsable de la POP.

"Seguimos afectados por el parón de la asistencia sanitaria de hace dos años. Lo de Atención Primaria no acaba de solucionarse", señala Escobar

"Seguimos afectados por el parón de la asistencia sanitaria de hace dos años. Lo de Atención Primaria no acaba de solucionarse y la gente está cansada de que le atiendan por teléfono. Está siendo complicado, también para los sanitarios. Nos inquieta la parte sanitaria, pero también la social y las secuelas en la salud mental, porque los datos malos se han multiplicado", abunda.

"Cada vez habrá más pacientes crónicos complejos, y cada vez más mayores, que necesitarán más atención", advierte la presidenta de la POP

Y, cómo no, llama la atención sobre la situación provocada por la inflación: "Si sumamos lo que cuesta diariamente una enfermedad nos encontramos con una situación riesgo, con pacientes que no pueden hacer frente a los recibos de la luz y lo necesitan. La cronicidad no está aparejada a los derechos. Es el momento de dar pasos firmes en un nuevo sistema sanitario que piense en que cada vez habrá más pacientes crónicos complejos, y cada vez más mayores, que necesitarán más atención".