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José Castro: "Llamar a declarar al rey emérito es muy gordo y a veces los jueces nos asustamos"

El exjuez repasó algunos hitos de su carrera y de la actualidad en la presentación de su libro de memorias: "La guerra con el fiscal Horrach en el caso Nóos fue muy desagradable, perdimos todos"

José Castro llenó el Club Diario de Mallorca para presentar su libro ‘Barrotes retorcidos. Memorias de un juez’. / G. BOSCH

José Castro llenó el Club Diario de Mallorca, medio que pertenece a este mismo grupo, Prensa Ibérica, para presentar ‘Barrotes retorcidos. Memorias de un juez’, libro en el que repasa sus cuatro décadas como magistrado. El hijo de un señorito andaluz — "acabó arruinándose y no lo he lamentado nunca"— que se hizo célebre al sentar en el banquillo a la infanta Cristina de Borbón en el marco del caso Nóos, repasó algunos de los hitos de su carrera y reflexionó sobre una judicatura de la que se jubiló en 2017.

"A muchos jueces les encantaría tener la cabeza de un político encima de la chimenea. Pero también hay cabezas de jueces que podrían adornar muchas chimeneas», disparó provocando las risas de un auditorio que incluyó a la presidenta del Govern, Francina Armengol; al subdelegado del Gobierno en Baleares, Ramon Morey; y al regidor de Participación Ciudadana de Cort, Alberto Jarabo. También hubo representación del ámbito de la magistratura como el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJIB), Carlos Gómez, y los magistrados Toni Rotger, Catalina Martorell, Piedad Martín y Eduardo Calderón.

Familia, amigos y admiradores escucharon las reflexiones del exjuez, que respondió a las preguntas de la directora de este periódico, Marisa Goñi, y del periodista de tribunales Felipe Armendáriz. "¿Me hablas de usted, con lo que ha habido entre nosotros, Felipe", le reprochó Castro en un momento de la conversación.

"Todos los que hemos tenido competencia para hacer sufrir a la gente, deberíamos experimentar en nuestras carnes el dolor de la privación de libertad. Dicen que los jueces ponemos años de cárcel como si fueran rosquillas, y a veces no se sabe muy bien qué significan esos años de cárcel. La única manera de saberlo es que las personas que imponen esas condenas sufrieran en sus carnes el dolor de esa privación de libertad", fue una de las reflexiones con las que el exmagistrado deleitó al público.

"¿Le ha servido de algo a esta comunidad que Jaume Matas y Maria Antònia Munar hayan pasado por la cárcel", preguntó Goñi. 2Si hablamos de escarmentar, casi nadie escarmienta en cabeza ajena. Lo que hace la gente es perfeccionar los procedimientos, pensar en qué me equivoqué para que me pillaran, y tratan de mejorar el sistema", respondió Castro. "En todos los casos de corrupción hay algo en común: el dinero no sale por ningún lado. Porque decir aquí está el dinero es una inculpación, admitir que no lo has hecho bien. Y no compensa la posibilidad de una rebaja de condena porque antes de entrar en prisión ya están en tercer grado", subrayó con una cierta amargura. "Hay una cierta condescendencia hacia la delincuencia, no al navajero, pero sí cierta disculpa hacia la corrupción", añadió.

Castro recordó el caso Cuadros, cuando a principios de los años 90 estuvo a punto de imputar a Munar —"todos los dedos señalaban a una persona determinada, pero era aforada"—. Y el caso Calvià. "Sabía que la segunda parte del caso estaba prescrita, pero me servía para avalar algo que no se pudo, o no se quiso avalar, en la primera, y es que estaba implicado el presidente del Govern [Gabriel Cañellas]", deslizó el exjuez. "Había materia, pero el tiempo corre inexorablemente y el fiscal me decía que estaba prescrito. Me tiré cinco años investigando la segunda parte del caso y mereció un folio y medio. Hay personas con una gran capacidad para estancar las cosas", ironizó Castro.

"Más folios le costó investigar a la infanta Cristina", intervino Goñi para introducir en la conversación el caso Nóos que le dio celebridad. Y el exmagistrado no adornó su respuesta: "Tienes que atenerte a la realidad. Llamar a declarar a la infanta Cristina Federica de Borbón no es lo mismo que llamar a declarar a Juan Rodríguez Pérez. Esa es una conclusión lamentable y triste, pero si no la tomas en consideración, el que acabas declarando eres tú. Se tuvo que escribir más de la cuenta y luchar contra obstáculos que no estaban previstos porque era quien era".

Un episodio "muy desagradable"

Armendáriz aludió entonces a la guerra que el entonces juez mantuvo con el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach. "La justicia y la fiscalía sufrieron un desprestigio, aquello fue indeseable y no debería haber ocurrido. Hay medios menos sangrientos para dirimir los desencuentros y lo lamento profundamente. Perdimos todos esa guerra: Horrach, la justicia y la fiscalía. Fue muy desagradable y también doloroso porque siempre le he admirado, ha sido un profesional como la copa de un pino, pero en este punto concreto chocamos absurdamente".

La conversación entró de lleno en la actualidad informativa cuando, ante el anunciado regreso del rey emérito a España, Goñi trasladó a Castro una pregunta del periodista y escritor Ernesto Ekaizer: Si hubiera estado a cargo de la investigación de las tres causas de Juan Carlos I que investigó la Fiscalía del Supremo, ¿le hubiera citado a declarar antes de proponer el archivo? «El Ministerio Fiscal ha instruido unas diligencias internamente para salir de dudas y curarse en salud. ¿Pero quién es el Ministerio Fiscal para decir que se archiva una causa penal? Será la sala segunda del Supremo la que archive o no, no la Fiscalía. No se ha archivado nada, simplemente la fiscalía ha dicho yo en este jardín no me meto", ilustró Castro.

"¿Habría que haber llamado al rey emérito?", se preguntó. "Hay que mirarse en el espejo. Una investigación a espaldas de un investigado no es correcto. En todo caso, solo el tiempo indispensable, apenas aflore un indicio hay que llamarlo a declarar. No hay que mandarle dos comunicaciones por parte de la fiscalía a su abogado. El procedimiento es venga usted aquí, declare y a lo mejor según lo que declare me ahorro un montón de trabajo como tener que pedir comisiones rogatorias a Suiza. Esta investigación contrariaba lo que suele ocurrir de ordinario, que es llamar a declarar a esa persona. Aunque llamar a declarar al rey emérito es muy gordo, hay que tener ganas. Y a veces los jueces y fiscales nos acojonamos, o asustamos, de las consecuencias que pueden tener nuestras propias resoluciones. Alguien dijo, vamos a ahorrarle ese mal trago. Y eso no me parece que se hubiera hecho bien", sentenció el exjuez.

Armendáriz regresó a Nóos, pero sin abandonar la figura del rey emérito. "En el libro insinúa que Diego Torres e Iñaki Urdangarin materializaron el expolio, pero personas encima de ellos lo idearon". Castró respondió con una pregunta. "¿A ti no se te ha antojado pensar en alguien?", interpeló entre las carcajadas del público. Y se explicó. "El mal pensamiento lo tengo. ¿O es que alguien piensa que Urdangarin lo ideó en la soledad de su habitación mientras Diego Torres iba apuntando? No, esas cosas no pasan así", destacó el exjuez.

"Una vez le dijo: Jaume [Matas], quiero que trates bien a mi yerno. ¿Eso es un delito? No lo sé, pero huele mal. Y uno puede llegar hasta donde llega, y llegar a según qué sitios hubiera parecido un intento de figurar o de colgarse medallas. No me parecía oportuno iniciar una investigación que se hubiera abortado apenas iniciada. Ahora bien, el pensamiento se tiene, y hay que echarle un valor a las cosas que a lo mejor yo no tengo", indicó.

Al finalizar la charla, hubo tiempo para responder algunas preguntas del público. "Valtònyc se pasó, pero de ahí a ser condenado a prisión por expresar una opinión aunque sea pasada de rosca, no me parece oportuno", respondió cuando fue interpelado por las diferencias entre la justicia belga y la española.

Finalmente, negó haberse sentido coaccionado pese a los frentes en los que ha tenido que batallar: "Si alguien quiso presionarme, se quedaría a mitad de camino porque a mí no me llegó la presión".

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