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Feminismo

La regla sale del armario: "No queremos bajas, sino que se investigue para que no suframos dolor"

La regla, que durante milenios se ha vivido de puertas para adentro, ha entrado en tromba en las conversaciones y las políticas públicas |Las expertas reclaman más investigación y pedagogía, y recuerdan que los derechos sexuales están en la diana de los movimientos ultras

Ilustración de Raquel Riba Rossy. EPC

Seguramente no hay mejor termómetro que una clase de tercero de la ESO para tomar la temperatura al estado de la cuestión menstrual. Es jueves por la mañana en el Institut Montjuïc de Barcelona y la 'consellera' de Igualtat i Feminismes, Tània Verge, arranca un programa sobre menstruación que, capitaneado por comadronas y enfermeras, llegará el próximo curso a todos los centros para funcionar como disolvente de todo ese fardo de ascos, vergüenzas y 'fake news' que aún hoy arrastra la regla.

Es cierto que de un tiempo a esta parte una nueva generación de mujeres han sacado los sangrados y dolores del sótano bajo llave en el que han permanecido encerrados durante milenios. Y también lo es que la cuestión –tras propagarse de forma infecciosa en internet y la cultura popular– está entrando en las políticas públicas. Ahí están por ejemplo las bajas menstruales recién aprobadas (con el consiguiente 'armageddon' laboral que algunos han pregonado); la iniciativa del Parlamento vasco para erradicar la pobreza menstrual o los programas, aún renqueantes, de educación sexual y afectiva.

¿Es posible vivir la regla de manera positiva? Sasha Pradkhan edita ‘Regla’, un fanzine sobre la menstruación.

¿Es posible vivir la regla de manera positiva? Sasha Pradkhan edita ‘Regla’, un fanzine sobre la menstruación. EPC

Sin embargo, a pesar de que las adolescentes empiezan a reconciliarse con el ciclo menstrual, las alumnas de tercero Samanta Muñoz y Jana Gil llegan a este reportaje con unos cuantos puñetazos de realidad: "las compresas todavía se piden en voz baja"; se sigue pensando que "el dolor es normal", quizá la primera noticia falsa de la historia, y a su alrededor (chicos, va por vosotros) se habla del tema con auténtico asco. "Y eso –admite Samanta– te puede acabar afectando". Al fin y al cabo, cuesta mucho sacudirse los rescoldos de todo ese apocalipsis menstrual que Plinio el Viejo anunció así hace 2.000 años: la regla, dijo seguramente en el primer 'mansplaining' de catástrofes de la historia, provoca "un olor horrible que inunda el aire", "convierte en estériles los cultivos que toca" y "probarla vuelve locos a los perros e infecta sus mordeduras con un veneno incurable".

Alumnos del Institut Montjuïc examinan copas menstruales y otras alternativas sostenibles a compresas y tampones de un solo uso en el inicio del programa de educación menstrual 'La meva regla, les teves regles'. Laura Guerrero

"Inicio de algo positivo"

Con esta herencia cultural envenenada, salta a la vista que estamos "al inicio de algo positivo", apunta la psicopedagoga y experta en educación sexual Mirta Lojo sobre este momento de ebullición en el que internet y las redes han prendido un movimiento de divulgación comunitaria. La menstruación, es cierto, ha entrado en tromba en las conversaciones –"he vivido la regla siempre mal y no quiero entrar en la menopausia también de culo", comenta Sara, de 48 años, en su chat de amigas del colegio–; en los cuentos divulgativos; en todo tipo de talleres; en películas y series; en el mundo del arte y en parlamentos y consejos de ministros. "Pero solo estamos al principio y, además, corremos el peligro de que las fuerzas reaccionarias sigan avanzando, como está pasando en EEUU", dice Lojo.

"En los institutos aún se piden las compresas como si se estuviera comprando droga", afirma el educador Martí Galofré

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En los años 70, las mujeres optaron por correr un tupido velo sobre el ciclo para incorporarse al mercado laboral. Pero ahora corren otros tiempos e inquietudes. "Desde el feminismo -explica la psicopedagoga- nos hemos tenido que reapropiar de todo lo que nos afecta a nivel vital, como la menstruación, la maternidad, la menopausia o la vejez, expropiadas por el patriarcado". Sin embargo, estamos aún lejos de que un grueso importante de niñas y adolescentes, afirma Lojo, conozcan bien su cuerpo y sus genitales, y puedan vivir sus cambios y su ciclo menstrual con naturalidad. "Recuerdo, por significativo, que en una clase de cuarto de la ESO una alumna cogió con asco la figura de una vulva: sentía menosprecio por lo que su propio cuerpo representa, lo que demuestra la importancia y la urgencia de trabajar la autoestima corporal en las chicas", añade. "Hay mucha violencia interiorizada y misoginia contra el cuerpo femenino y el sangrado, por lo que también es necesario hacer pedagogía de la importancia del ciclo menstrual para colocarlo en el lugar que le corresponde, que es la capacidad potencial de gestar vida".

No es la especialista precisamente una aguafiestas. Porque muy parecida es la experiencia que pulsa el educador y antropólogo Martí Galofré Garreta, de la cooperativa Candela, en los talleres que hace en los institutos, donde aún "se piden las compresas –ironiza– como si se estuviera comprando droga". La regla, confirma, todavía se vive "desde la vergüenza y el asco, y ese autodesprecio, inoculado desde el entorno más inmediato, dice muchas cosas de la relación compleja que muchas adolescentes tienen con su propio cuerpo y que es fuente de inseguridades y problemas emocionales". Además, añade, la polémica generada estos días por las bajas menstruales, "en la que una vez más se ha puesto en entredicho la palabra de las mujeres, cuando nadie cuestiona el dolor de espalda", no invita precisamente a que las chicas hablen de sus inquietudes o malestares íntimos con libertad.

El 50% de las mujeres sufren alteraciones

Y aquí llegamos a otro de los cogollos de todo este asunto. La regla en principio no debería conllevar problemas de salud. Pero los datos apuntan con tozudería a que más de un 50% de las mujeres sufren distintos tipos de dolor o sangrados superiores a lo que debería ser normal, lo que provoca anemias. "Las bajas no pueden ser la única solución ni deben volver a invisibilizar la falta de investigación en el tema: las mujeres no queremos bajas, sino no tener dolor, e investigar sus causas y soluciones debería ser una prioridad", asegura la endocrinóloga Carme Valls, pionera y referente, durante décadas casi en solitario, en salud menstrual. Autora de 'Mujeres invisibles para la medicina', lleva más de 40 años desbrozando el camino y lamenta que la 'respuesta tipo' que se sigue dando sea básicamente farmacológica: analgésicos y pastillas anticonceptivas. 

"Las bajas no pueden ser la única solución ni deben volver a invisibilizar la falta de investigación", afirma la doctora Carme Valls

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Sobra decir que vivir las reglas y el dolor de puertas adentro, con estigma y desconocimiento, ha facilitado la naturalización de afecciones a menudo incapacitantes. Pero luego está también la poca credibilidad que los profesionales médicos han conferido tradicionalmente a las mujeres y el ninguneo con el que la ciencia ha tratado el cuerpo femenino. ¿Un detalle? Explica Valls que en toda la carrera de Medicina apenas se dedica una hora al ciclo menstrual. Y luego están, como gran prueba de cargo, todas esas mujeres afectadas de endometriosis (cerca del 10% de la población) que peregrinan ocho años de media por consultas y pruebas –a menudo arrastrando cuadros de dolor agudo, mareos, diarreas y vómitos– y que han tenido que escuchar que son unas exageradas o que se inventaban las dolencias que una y otra vez relatan.

"Estamos viendo cómo la ultraderecha, articulada desde un punto de vista transnacional, ha puesto una de sus dianas favoritas en los derechos sexuales y reproductivos", afirma Sílvia Aldavert

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"Lo frecuente no es normal y un dolor menstrual fuerte debe atenderse desde el tercer mes", recalca la doctora, que lamenta que esta suerte de revolución menstrual a la que estamos asistiendo no vaya acompañada de un esfuerzo ambicioso en trabajos de investigación ni en la inclusión del ciclo en los estudios en los que figuran mujeres. "Hemos vivido un ejemplo claro con las vacunas del coronavirus, cuyos estudios no tuvieron en cuenta el ciclo menstrual y se sospecha, porque aún no hay datos concluyentes, que hasta un 30% de mujeres han tenido algún tipo de alteración".

Derechos sexuales y ultraderecha

En el recuento de agravios, la politóloga Sílvia Aldavert, coordinadora del Observatori de Drets Sexuals i Reproductius, apunta hacia la pobreza menstrual: según un estudio reciente, 4 de cada 10 mujeres no se han podido permitir el producto menstrual de su elección que, recordemos, tiene un IVA del 10%, cuando el de la viagra es del 4%. Y abriendo el objetivo al contexto internacional, Aldavert ve pertinente empezar a accionar las luces de 'warning'. "Estamos viendo cómo la ultraderecha, articulada desde un punto de vista transnacional, ha puesto una de sus dianas favoritas en los derechos sexuales y reproductivos. La primera acción de Trump fue retirar la financiación de este tipo de programas, y la última, señalar una jueza antiabortista para el Tribunal Supremo. Así que es posible que el nuevo anteproyecto de la ley del aborto [que incluye las bajas menstruales] no se llegue a implementar si la ultraderecha llega al Gobierno". Ya ha afirmado la artista Barbara Krugger –quien dijo aquello de que "tu cuerpo es un campo de batalla"– que si a alguien le sorprende cuanto está pasando en EEUU es que igual no ha estado muy atento a lo que ha estado ocurriendo en los últimos años.

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