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Entrevista

Jorge Gutiérrez Berlinches, divulgador: "En 'Onlyfans' se produce una unión entre prostitución y pornografía"

El autor de ‘La trampa del sexo digital’ señala que "la adicción a la pornografía crea la necesidad de consumir un contenido cada vez más extremo"

Jorge Gutiérrez Berlinches. Carlos Pardellas

Jorge Gutiérrez Berlinches divulga sobre la adicción a la pornografía desde múltiples prismas: como autor del libro 'La trampa del sexo digital, guía definitiva para aprender y superar la adicción a la pornografía'; desde la asociación Dale una vuelta, y desde charlas y coloquios.

¿En qué momento se puede decir que un hábito de consumo de pornografía se ha convertido en una adicción?

El término adicción es un término muy amplio, que a veces se usa muy alegremente. Es verdad que la adicción es una enfermedad, algo serio, crónico, que tiene una serie de características. La pornografía todavía no está validada como adicción. Se suele llamar conducta sexual compulsiva, en términos médicos, o uso problemático de pornografía. Todavía no hay un consenso sobre el término. De todas maneras, mi experiencia de todos estos años trabajando con personas adictas o casi adictas, y después de muchas conversaciones con psiquiatras y psicólogos, es que cada vez se asemeja más a una adicción con sustancia, porque cumple una serie de requisitos que se dan en ellas. Para mí, lo más importante, es, como en cualquier adicción, cuando te hace rehén, cuando eres esclavo, cuando no puedes dejarlo. Está el tema del ansia de consumir, el mono. Ocurre mucho en gente que, una vez ha empezado a ver pornografía de forma habitual, tiene una necesidad muy clara de volver a consumir, para volver a sentir ese placer. Sea o no sea adicción, a mí, como autor del libro o fundador de la asociación, lo que me interesa es que estamos viendo que hay mucha gente sufriendo por cómo afecta a las relaciones sociales o de pareja. Hay unas consecuencias familiares y personales muy claras.

Cuando se habla de adicción a drogas o a alcohol, las consecuencias son evidentes. En el caso del consumo de porno en solitario, ¿Cuáles son?

El consumo problemático de pornografía te lleva a un aislamiento cada vez mayor, porque te lleva a consumir más y a interesarte cada vez más por esa fuente de placer, y puedes dejar de lado cosas que te interesan, desde los amigos a aficiones, o cualquier cosa que te interesaba antes. Tiene consecuencias psicológicas de adicción, que va creando esa necesidad de consumir contenidos cada vez más extremos, que es algo muy característico de la pornografía, y lo que en las adicciones se suele llamar tolerancia. En ocasiones, los afectados nos remiten que les afecta en sus relaciones íntimas con tu pareja. Llega un momento en el que solamente te estimula y te excitan las imágenes que se te quedan grabados, los vídeos que has visto. En definitiva, la pornografía, y no las personas reales, incluso tu misma pareja. Ese es el motivo por el que muchas veces nos piden ayuda, cuando empiezan a notar un tipo de disfunción sexual. No hay una evidencia clara de que la pornografía sea el causante de disfunciones sexuales, pero hay mucha gente que consume pornografía y que sufre disfunción. Es más frecuente los casos en chicos de 20 o 25 años, cosa que no ocurría hace unos años, que era más normal en gente de 50 o 60.

Fundó la asociación Date una vuelta para combatir este tipo de adicción. ¿Es habitual que quien la sufre pida ayuda, o se oculta por pudor o vergüenza?

Ese es el gran estigma que hay en la adicción a la pornografía, porque, de entrada, es una cosa mas personal, más íntima. Nosotros, desde la asociación, queremos ayudar a normalizar este problema. Lo mejor no es ocultarlo, sino reconocerlo y pedir ayuda. Una forma de pedir ayuda es solamente escribir, mandarnos un correo para contarnos el problema. A muchos, eso ya les ayuda. El problema de la pornografía es que es una adicción silenciosa, muy anónima, que se consume en secreto, de una forma solitaria. Son adicciones que parece que no dejan huella o que no son importantes. Nos escribe gente que reconoce que lleva muchos años consumiendo porno, y es después de todo ese tiempo cuando se dan cuenta de que algo no está bien. A veces han pasado 15 años de consumir pornografía de forma diaria.

Se alerta de que el porno está configurando la educación sexual de los jóvenes. ¿Puede fomentar esa forma de aprender las conductas violentas en las relaciones?

Sí. Por poner un ejemplo: hay prácticas, como puede ser el sexo anal, que están cada vez más reproducidas de la pornografía. Lo que ocurre con la pornografía es que hay de todo, y es tan adictiva y estimulante que, al haber todo tipo de categorías y algunas muy violentas, siempre vas a querer escalar más, a querer llegar a contenidos más extremos. Es fácil que la persona que consume pornografía con frecuencia, vea contenidos, como nos dicen alguna vez, que “no les representan”, pero aun así terminan viéndolos. Ha pasado con la pornografía infantil, por ejemplo, y seguramente no sean unos pedófilos. Eso se reproduce muchas veces en la vida real, y ahí empiezan los problemas, sobre todo con las mujeres, porque su consumo todavía es muy mayoritario en hombres. Al consumir pornografía violenta se producen situaciones desagradables para las mujeres.

La pornografía ha evolucionado. En los últimos tiempos, destaca el fenómeno Onlyfans, que se llega a presentar a veces como empoderante para las mujeres. ¿Se está diluyendo la línea con la prostitución?

Está habiendo una unión entre ambas. Se podría hablar de prostitución 2.0 o pornografía 2.0. En el caso de Onlyfans, se trata de fenómenos donde ambas se tocan, y con ese peligro de la cercanía y la lejanía. Puedes interactuar de manera directa, personalmente; puedes intimar, pedirle cosas, pero con la seguridad de que no es presencial. Tiene unas consecuencias psicológicas más fuertes. Que no tengas jefe no quiere decir que cada vez no vayas a exigirte más para mejorar tu propia posición. En Onlyfans, ocurre que, o cada vez te expones más y haces cosas nuevas, o va a llegar otra persona que sí las haga. Al final, que seas tu propio jefe no es lo mejor. Esa libertad de hacer lo que quieres tiene sus límites, porque al final, si quieres mejorar o ganar más, seguramente vas a tener que hacer cosas que no quisieses hacer al principio.

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