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Extremadura

Cada uno a una residencia: separados a los 95 años tras una vida juntos

El matrimonio se encuentra desde noviembre en centros diferentes y sin verse a pesar de que cumplen los requisitos | Ella tiene demencia y él sufrió un ictus en febrero

Matías y Josefa, en el 50 aniversario de su boda en 2002.

Josefa Corcho tiene 96 años y Matías Caballero cumplió los 95 en marzo. Este último aniversario ha sido el primero que no han podido celebrar juntos en los casi ochenta años que llevan sin separarse. Se conocen desde que tenían 15. El matrimonio de Navas del Madroño ha residido en Cáceres hasta que la enfermedad les obligó a salir de su hogar. "Han estado perfectos hasta noviembre", relata su propia hija Montaña. Fue entonces cuando cambió su realidad por completo después de que ingresaran a Josefa en el hospital San Pedro de Alcántara y a continuación la derivaran directamente a la residencia Cervantes, que gestiona la Junta, a causa de su demencia

El Sepad le concedió el tercer grado de dependencia, el más alto. Su marido, sin embargo, siguió en casa hasta que en febrero sufrió un ictus. Pasó de un primer grado de dependencia, la moderada, a un tercer grado, el mismo que su mujer. No obstante, no ha conseguido plaza en la misma residencia a pesar de cumplir los requisitos de dependencia: haber empeorado, haber cumplido los 95 años y guardar un grado de parentesco directo con una de las usuarias del centro, el de cónyuge. De este modo, debido a que necesita atención continuada, sus familiares tuvieron que buscar una alternativa y él se encuentra ingresado en la residencia que el grupo Ciudad Jardín gestiona en el Casar de Cáceres, a la espera de encontrar un hueco en la residencia en la que se encuentra su mujer. 

"Yo no pido que mi padre se cuele, está el 48 en la lista de espera y no va a llegar a tiempo"

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Así han pasado cinco meses en los que Josefa manifiesta un estado cada vez más deteriorado y es por esta razón que la familia pide una alternativa para que sus progenitores puedan pasar lo que les resta de vida juntos. Montaña detalla la situación. "Mi padre pregunta cada día por mi madre", lamenta. Llevan sin verse casi medio año porque las restricciones del covid en las residencias consideran a Matías un visitante. Asegura, en ese sentido, que a pesar de meses de trámites con la administración regional, no han podido materializar su mayor deseo: que sus padres se reúnan. Sostiene que en este tiempo no han parado de transitar sin rumbo a nivel burocrático. En primer lugar, en el Sepad le comunicaron que tendría que esperar seis meses desde que le acreditaron el grado de dependencia hasta que revaluaran la situación de su padre, un tiempo que con más de 90 años "es excesivo". 

Más tarde, añade que le comunicaron que Matías se encontraba en el número 48 en la lista de espera y que la administración les aseguraba que hay casos más urgentes. "Yo no pido que mi padre se cuele si no cumple los requisitos, pero es que los cumple, si tiene que esperar la lista de espera, no va a llegar a tiempo, es una cuestión de humanidad".

Preguntado por este asunto por este diario, el Sepad comunica que la administración está en contacto continuo con la familia y que se encuentra actuando en todo lo posible para ayudar en esta situación.

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