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Entrevista

"Las mujeres temen a los puteros jóvenes, son muy agresivos"

Rocío López García, técnica de intervención social de Metges del Món en Ibiza y Formentera, destaca que la sociedad debería poner el foco sobre los consumidores de prostitución y no sobre las mujeres: "Ellos deben avergonzarse y estar mal vistos, no ellas"

Rocío López, en la sede de Metges del Món, en ses Figueretes. Toni Escobar

Nació en Cádiz, vivió en Cataluña y hace unos diez años Rocío López García, la cara más visible de Metges del Món en las Pitiusas, decidió vivir en Ibiza. Marketing, moda, comunicación, asesora de una multinacional y autónoma con un negocio propio son algunos de los detalles que figuran en su currículum. En 2018 entró como voluntaria en la entidad, en el programa de atención a personas en situación de prostitución, algo que conocía por otros voluntariados previos. Aquello le tocó el alma. Cuando surgió una vacante como técnica de intervención social no se lo pensó. Se presentó. Era para seis meses. Lleva más de dos años.

La última persona que ha cruzado esta puerta, ¿qué necesitaba?

Dos mujeres nigerianas en contexto de prostitución. Necesitaban material preventivo, pero también asesoramiento sanitario porque una de ellas no se encontraba bien. Tenía fiebre y mareos.

¿Qué hicieron?

Entregarles preservativos y lubricante. Las mujeres nigerianas suelen estar en la calle y los servicios son rápidos, por decirlo de alguna forma. No les da tiempo a usar el preservativo femenino o la barrera protectora para el sexo oral. Usan condón y, con un poco de suerte, se acuerdan de ponerse lubricante para que no les hagan daño. Luego acompañé a la que se encontraba mal a las urgencias del centro de salud. Estas mujeres, por suerte, vienen de la Península, tienen tarjeta sanitaria y las pudieron atender. En la mayoría de los casos esto no es así.

Las mueven mucho a estas mujeres, ¿no?

Sí. Las mujeres nigerianas, por ejemplo, vienen a hacer el verano, no se quedan en invierno. Algunas son víctimas de una red de trata y otras aún están metidas en el mundo de la prostitución. Es muy complicado que mujeres de este perfil puedan sobrevivir con un trabajo al que ellas pueden acceder. Es un extra para acabar de liquidar la deuda del viaje a España o porque tienen que cubrir necesidades de sus familias. Las latinoamericanas vienen para el verano y luego se quedan. Hemos detectado que hay un grandísimo número de mujeres colombianas que vienen sólo a Ibiza. No venían para ejercer la prostitución sino engañadas, con la esperanza de que podrían encontrar trabajo y al final esto no es así. Nadie las informa de que al llegar sólo con el pasaporte pasan a ser irregulares y no pueden acceder a ningún trabajo.

¿Esta relación Colombia-Ibiza está relacionada con la droga?

Puede ser, porque en los pisos prostituidores la conexión con la venta de drogas es clara. No conozco un caso en que, si está regentado por un propietario o una madame, no se hagan las dos cosas: oferta del cuerpo de las mujeres y de drogas.

La técnica de intervención social de Metges del Món, Rocío López Toni Escobar

¿Por qué cuesta tanto que la gente entienda que la prostitución es violencia?

Porque el sistema prostitucional es un sistema económico y social que marca una forma de vivir en la sociedad. La reticencia a ver la prostitución como violencia hacia las mujeres se debe a la normalización que hay del consumo de sus cuerpos. Se dice mucho eso de «es la profesión más antigua del mundo»... No, es la forma de violentar a las mujeres más antigua del mundo. La forma de esclavitud más antigua del mundo. Cada vez más frivolizamos con aquello sobre lo que no nos apetece reflexionar. Hacerlo sobre la prostitución es poner en duda muchas de las enseñanzas y las creencias que hemos adquirido y eso hace daño y requiere una energía que preferimos poner en otro lugar.

Estas mujeres son el principal usuario de Metges del Món.

Sí. Cada vez más. Diferenciamos entre mujeres en contexto de prostitución y mujeres migrantes en contextos vulnerables. De las 375 que llevamos atendidas, 236 están en prostitución y el resto, en el proyecto de migración. Pero las primeras también forman parte de las segundas. Así que el 98% de las personas que atendemos son mujeres migrantes en contexto de vulnerabilidad que han sufrido o sufren alguna violencia machista.

¿Qué tipo de violencias machistas ven aquí?

Evidentemente, prostitución, explotación sexual y trata. Violencia sexual en todas sus formas y también de género por parte de la pareja o la expareja. Te podría decir que prácticamente el cien por cien de las mujeres que atendemos vienen huyendo de una expareja o han sufrido a lo largo de su vida violencia en la pareja. Y no hablo de cualquier tipo de violencia. Hablo de intentos de asesinatos. Los contamos por decenas.

¿Las administraciones hacen todo lo que deberían?

En la mayoría de casos estas mujeres vienen de contextos de violencia en sus países de origen. Y la violencia sexual la sufren aquí. Siguen teniendo hombres violentos, muchas están en contextos de prostitución y las parejas que encuentran son hombres agresivos que no respetan a las mujeres ni la vida. Siguen sufriendo violaciones constantes y agresiones físicas. El tema de las mujeres trans es otro nivel de violencia. Y las instituciones, a mi parecer, no hacen lo necesario. No sólo para hacer un seguimiento de estas mujeres sino para prevenir estas violencias.

Si estas mujeres pudieran arreglar sus papeles de forma rápida, no estarían en esta situación, ¿no?

Por supuesto y, además, teniendo en cuenta que vienen huyendo de contextos de violencia debería estar más que autorizado que fueran asiladas, refugiadas. Pero no se están facilitando estos asilos políticos. No sólo la guerra es violencia.

Basta ver lo del mundial de fútbol de Qatar, donde las mujeres y los inmigrantes no valen nada y ahí estarán todos los países, enviando a las selecciones y aplaudiendo.

Exacto, poderoso caballero es don dinero. El del fútbol es sólo un ejemplo, pero hay otros. ¿Cómo puede ser que la explotación sexual forme parte del PIB de un país? Me da vergüenza ver eso y que luego haya campañas de abolicionismo y en contra de la violencia de género. Me alucina cómo puede haber tanta disparidad entre el discurso y la acción.

Hablando de dinero... ¿El tan traído lujo de la isla de Ibiza esconde aberraciones?

Sí. Y se normaliza y hasta se glamuriza. Si hay dinero y lujo de por medio ya no es prostitución.

¿Y entonces qué es?

Le llaman ser scort. Es una palabra que me da tanta rabia... Es prostitución. Eso de que hay mujeres que la ejerzan porque quieren... A mí me sorprende. La inmensa mayoría de las mujeres en contexto de prostitución sufren una grandísima necesidad económica.

Sólo hay que pensar en lo que sientes cuando se te acerca un hombre insistente con el que no quieres nada. Eso elevado a la enésima potencia es el día a día de una mujer en contexto de prostitución, ¿no?

Sí. Su día a día. Todos los días. ¿Qué pasa? ¿Un hombre pone el dinero sobre la mesa y todo cambia? ¿A la mujer le entran unas ganas locas de estar con él? ¿Nace la atracción? Evidentemente, no.

¿Es lo que creen los puteros?

Los puteros lo que quieren es ejercer el poder. Hoy en día, con la libertad sexual que vivimos y el mar de aplicaciones que hay, no es una necesidad sexual, no es querer pasárselo bien con alguien. No. Lo que quieren es ejercer el poder que en otros ámbitos de su vida no ejercen o no sienten. El hombre, en general, ve que las mujeres estamos cogiendo el sitio público y social que nos corresponde, eso hace que se tambaleen sus esquemas y, de una forma u otra, han de ejercer el poder. Y eso, en este mundo capitalista, lo da el dinero. Si pongo el dinero sobre la mesa soy yo el que mando, el que decido, el que te digo qué tienes que hacer. Sabiendo perfectamente que esa mujer no los desea.

Los puteros son cada vez más jóvenes, ¿verdad?

Sí, nos lo dicen constantemente. Consumen prostitución cada vez a edades más tempranas y lo que nos dicen las mujeres es que les tienen mucho miedo a estos puteros jóvenes. Tienen mucha fuerza y son mucho más agresivos porque son consumidores bárbaros de pornografía, que está directamente vinculada con el consumo de prostitución. Es como el ensayo. Y los hombres cada vez más piden replicar lo que ven en las películas porno.

¿Cuál es la solución?

Pedagogía. Educación para los jóvenes, evidentemente. Y criminalizar, perseguir y poner el foco donde hay que ponerlo: en los puteros. Perseguirlos no sólo delictivamente, sino también con el estigma, lo tienen que llevar ellos, no las mujeres. Ellos tienen que cargar con la culpa, estar mal vistos y sentir lo que comporta la estigmatización tan fuerte que llevan ahora las mujeres en contexto de prostitución. Ellos son los que deben avergonzarse, bajar la mirada y estar excluidos de la sociedad. Ellos, no ellas.

Muchos presumen.

Sí, alardean. Se ha normalizado. Tiene glamour. Presumen de su hombría. Y muchas niñas jóvenes normalizan esto y dicen que están empoderadas, eso de «yo con mi cuerpo hago lo que quiero», que es un engaño como tantos otros que sufrimos y que nos venden la televisión, la publicidad, las películas...

‘Pretty woman’ ha hecho mucho daño...

Sí. Y ahora tenemos la prostitución 2.0. Onlyfans o Joyclub son otras formas de prostitución. Al final es un intercambio. Estás accediendo a mi cuerpo, con un visionado o tocándome, a cambio de dinero.

Antes mencionaba el caso de las mujeres trans. ¿Qué pasa?

La violencia las atraviesa por todos sitios. Sufren discriminación por ser trans, por ser mujeres, por estar en prostitución, por ser migrantes... Sufren mucha violencia. Muchísima. Parece que hemos avanzado con el tema lgtbi, pero es una falacia, nos queda muchísimo por hacer. Son mujeres que están abocadas o al mundo de la noche, a ser entretenimiento, o a la prostitución. O las dos cosas. ¿Cuántas cajeras de supermercado trans conoces? ¿Secretarias? ¿Empleadas de banca? Sufren una doble o triple exclusión. El hombre que consume prostitución trans es un hombre que quiere tener relaciones homosexuales, pero con un hombre que tenga aspecto de mujer. Es para que te explote el cerebro. Pagan más por eso. Muchas te cuentan que no hacen el cambio de sexo porque se quedarían sin ingresos.

La gente pensará que en pandemia estuvieron más tranquilas.

No, para nada. Fue un tiempo muy duro. Es cierto que la prostitución aquí esta relacionada con el turismo. Somos un destino de turismo sexual. Aumenta durante el verano, pero muchas están todo el año. Y eso lo vimos clarísimamente durante la pandemia. Atendimos a casi 200 mujeres. Se suponía que estábamos cerrados y el consumo de prostitución seguía. Muchas mujeres nos llamaban muertas de miedo porque tenían hombres aporreando su puerta, otros se hacían pasar por repartidores de Glovo, algunos aprovechaban el salvoconducto de trabajo para ir a sus pisos... Y luego estaban los que las pedían a domicilio, así que las que corrían el riesgo eran ellas.

¿Han notado cambios?

Volvemos a lo que era la isla con el agravante de los dos años de crisis económica y lo que ha supuesto para estas mujeres. Además, se ha convertido en habitual que la prostitución funcione como un Glovo: las mujeres se anuncian en páginas y los puteros las piden a domicilio. Al yate, la villa, el apartamento... Como si fueran una pizza. Con el peligro que esto supone. Las mujeres no saben muy bien dónde van ni si al llegar se encontrarán un hombre o doce.

Si les pasa algo, ¿denuncian?

No. Como mucho se atreven a venir aquí a desfogarse o recibir asesoramiento. Esta semana he podido hablar con policías y les he comentado que, en general, les falta humanización, sensibilización y, sobre todo, empatía. Meterse en la piel de una mujer migrante, que ha sufrido y sufre violencia por parte de hombres y que tiene mucho miedo a que la deporten. Eso deben tenerlo en cuenta al intervenir con estas mujeres.

Si dejamos a un lado la prostitución y las mujeres vulnerables, ¿qué otros casos atienden?

Tenemos algún caso de drogadicción. Que sólo han venido por eso quiero decir, porque las mujeres migrantes en contexto de prostitución tienen siempre consumo de drogas provocado por esta situación. Llegan muchas personas sin hogar, pero hay otras entidades, Cruz Roja y Cáritas, con proyectos con subvención pública y los derivamos. También hay un número importante de personas cuyo derecho a la salud se ha vulnerado. De hecho, ésa es nuestra misión, el leitmotiv de Metges del Món.

Pero siempre se dice que todo el mundo tiene derecho a la atención sanitaria.

Pues eso es mentira. En lo que llevamos de año en Balears tenemos 59 casos de personas a las que se ha vulnerado ese derecho. Once son menores y siete embarazadas. El resto han sufrido barreras de acceso para acceder a la salud pública y la primera es el empadronamiento. ¿Cuántas personas viven en Ibiza en una habitación o realquiladas? Pues no las dejan empadronarse. Con esto me peta el cerebro. Es un derecho que deben facilitar los ayuntamientos porque eso te abre la puerta a los servicios: escolarización, salud pública... Y más en estos colectivos de los que hablamos.

¿Les llegan menores en situación de prostitución?

En general, no. Cuando detectamos un caso lo notificamos inmediatamente a la policía. Ellos son los que deben encargarse. No podemos hacer intervención con menores en prostitución. Eso es explotación sexual directa y deben ser los cuerpos de seguridad del Estado quienes se hagan cargo. A Ibiza llegan muchas niñas antes de cumplir la mayoría de edad. Las traen para que se habitúen al espacio, empezar a debilitar su carácter y generar desconfianza y miedo. Algunas las ofrecen antes de los 18, pero es mucho más arriesgado y no suelen jugársela. Están muy bien preparadas. Las educan sobre qué deben decir, una nueva fecha de nacimiento, un nombre falso. Es muy difícil que podamos detectarlo. En algún caso, de alguna una casa de prostitución hemos salido con la sensación de no creerlas cuando nos han dicho que tenían 18 años.

Con lo que ve, ¿es optimista?

Sí, pero antes tenía fe en la sociedad y ahora tengo más fe en mí misma. En lo que puedo hacer, en que mis granitos de arena mueven vidas. Lamento decir que con las administraciones se me ha caído un mito.

«De esto saldremos mejores», se decía en pandemia.

[Ríe] No. Lo mejor que he sacado es esta confianza en mí misma. Del movimiento que provoca en positivo lo que una persona puede hacer.

Eso tiene un precio personal.

Sí, y altísimo. Pero era consciente de eso antes de entrar en Metges del Món. La salud mental de quienes nos dedicamos al ámbito social debería estar más cuidada y valorada. Por nuestras organizaciones y por las administraciones que delegan en nosotros trabajo que deberían desempeñar ellas.

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