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Entrevista

Sonia Encinas: "Hay que integrar la sexualidad en todas las esferas de la vida"

Sonia Encinas, sexóloga y comunicadora, participa este sábado en la Jornadas de Sexualidad y Bienestar.

Sexóloga, comunicadora y experta en género ha publicado Feminidad Salvaje: Manifiesto de una sexualidad propia (B Ediciones, 2022) un libro que pretende romper todos los arquetipos sexuales que alejan a las mujeres del placer. Participa este sábado en las ‘Jornadas de Sexualidad y Bienestar de Gran Canaria’ con su ponencia 'El bienestar sexual es salud'.

¿Por qué el bienestar sexual es salud?

Después de años trabajando y acompañando a personas he podido ver claramente como los malestares sexuales afectan a nuestra salud no solo mental y emocional sino también física y cómo ha medida que vamos reconciliándonos con nuestra sexualidad, es decir que comenzamos a permitirnos conectar con el placer, va mejorando la salud y nuestro bienestar en todos los aspectos.

¿En qué afecta una mala sexualidad a la salud?

Todo parte del malestar que es emocional. Porque al final es importante mirar la sexualidad no solamente como algo que ocurre de forma puntual fuera de todas las esferas de la vida sino que hay que empezar a integrarla en ellas. A veces pensamos que un malestar o dificultad sexual solo tiene que ver con una práctica, con el sexo en sí, pero realmente tenemos que ver qué está pasando en nuestra vida, que educación hemos recibido o cuánto permiso tenemos para conectar con el disfrute no solamente a nivel sexual sino también con el placer en nuestra vida. Si hay momentos para el disfrute como ir al cine o leer un libro o si estamos muy conectados con ‘los debería’ que es algo muy frecuente de ver hoy en nuestra sociedad. Al final lo que vemos es que cuando no hay espacio para el placer, incluido el sexual, realmente el bienestar emocional, mental y físico se va deteriorando poco a poco.

¿Cuál es el principal tabú?

El tabú principal tiene que ver con la vergüenza, con que la sexualidad es un tema que debe estar en silencio, del que no se habla. En el caso de las mujeres hablar de sexualidad nunca ha sido bienvenido. Las que hablan de ella o expresan tener una vida sexual satisfactoria y plena son tachadas de ser no respetables o de ser unas guarras, es decir que conlleva una serie de estigmas sociales que nos alejan continuamente de la conquista de ese espacio. En el caso masculino es justo lo contrario, una hiperexigencia. Para ser un ‘hombre de verdad’ como les han dicho tienen que tener ganas siempre, deben cumplir con el rol de dador de placer y satisfacer a una pareja, siempre desde una mirada muy heterocentrista. Esa exigencia termina tornándose en dificultades y malestares. Es obvio que tampoco ellos encajan en ese rol que se les ha asignado. Por eso es muy importante trabajar con perspectiva de género porque hombres y mujeres no hemos aprendido la sexualidad ni a vivirla de la misma manera, hay que colocar a cada uno en su contexto con las mochilas que llevan cada uno para ver lo que hemos aprendido y que es lo que se nos exige. Parece que a las personas heterosexuales se nos ha condenado a la asincronía perpetua porque al final a los hombres se les ha dicho que tienen que querer siempre y satisfacer a las mujeres y a ellas que tienen que protegerse porque los hombres solo van a lo que van. Ellas tienen que estar en un lugar pasivo y dejarse hacer porque no son las expertas. Como un desempoderamiento y falta de autonomía sexual. Esto se ve constantemente en la consulta.

"Cuando no hay espacio para el placer el bienestar emocional, mental y físico se deteriora"

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¿Se repiten esos mismos patrones en las relaciones homosexuales?

Va a depender mucho de si las relaciones son entre hombres o mujeres. Solo por el hecho de salirse de la norma, aunque no les exime de toda la herencia de vergüenza hacia el sexo porque es algo de la cultura judeocristiana que nos llega a todas las personas, ganan una mirada más crítica. Rompen con esos mitos tremendamente castradores. Las jóvenes bisexuales u homosexuales son mucho más críticas con el porno, por ejemplo. El hecho de no identificarte y de no encontrar referentes tan accesibles, tiene la parte negativa de no tener referentes pero a la vez hace que los tengan que construir. No lo digo solo positivamente porque necesitamos referentes pero no te están diciendo lo que tienes que hacer. Aunque se hace desde los márgenes no tenemos la lupa social totalmente encima castigándonos.

¿Ha cargado el heteropatriarcado de culpa a las mujeres?

Absolutamente. Hay tres elementos, de hecho es la base de mi libro Feminidad Salvaje, que han separado tradicionalmente a las mujeres del placer. Uno es la cultura judeocristiana, que lo atraviesa todo con el sentimiento de culpa y hace que todo lo que tenga que ver con la sexualidad sea tachado de vergonzoso, sucio y pecaminoso; luego el patriarcado que además de arrastrar con la culpa y la vergüenza genera una carga mayor en las mujeres al decirnos que no podemos disfrutar y que debemos ser seres pasivos con el objetivo de satisfacer a los hombres, y son ellos los que tienen el poder de lo económico, lo político y lo sexual; y por último, el capitalismo que hace que todo se vaya tiñiendo de unos intereses. Les interesan mucho las mujeres desempoderadas, porque la industria de la moda o de la estética son industrias que generan muchos beneficios y a las que accedemos cuando no estamos contentas con nosotras mismas. Esos tres elementos son la combinación perfecta para que nos desconectemos del placer y de la sexualidad.

"No vamos a vivir liberadas de esa herencia de culpa que nos impone la cultura judeocristiana"

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¿Cómo se puede remediar?

Honestamente creo que es un compromiso que tenemos que tener para toda la vida. Nuestras generaciones no van a vivir liberadas de esa herencia de culpa porque es un legado cultural muy antiguo, lo importante es empezar a identificarla y adquirir una mirada crítica desde la educación en general. Una educación crítica y empoderadora que nos genere autonomía nos va a dar esa mirada para que nos cuestionemos cuáles son las cosas que no funcionan. Es poco a poco identificar para poder deconstruir y desde ahí poder construir una realidad diferente o una mirada distinta hacia lo sexual. Es muy importante no cargarnos de ese discurso flower power que abunda de que podemos solas, es posible que nos acompañe siempre una cierta incomodidad porque al fin y al cabo es lo que hemos heredado y se nos ha grabado a fuego. Esa incomodidad no tiene porque limitarnos absolutamente la vivencia, podemos identificarla, abrazarla y luego disfrutar de nuestra sexualidad incluso con toda esa carga, aligerándola poco a poco. Es un caminito que hay que recorrer de por vida pero que, sin duda, merece la pena recorrerlo. 

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