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Día Mundial de la Salud Mental

La madre de una joven que superó la anorexia: "Siempre estamos con el miedo al monstruo"

La hija de Bárbara Alcaide ha sido hospitalizada hasta en tres ocasiones | La mujer explica las trabas con las que se toparon, como listas de espera, dificultades en la detección o tratamientos ineficaces

Bárbara Alcaide, madre de una joven que sufrió anorexia, en su domicilio de Vic. Oriol Clavera

"Yo soy una madre de una niña que sufrió un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)". Habla Bárbara Alcaide, vecina de Vic (Osona). Su hija, de la que prefiere no dar el nombre, está a punto de cumplir 23 años y ya está recuperada: ha acabado Enfermería, está haciendo las prácticas y ha empezado Psicología. La historia personal de esta joven se remonta a cuando tenía 15.

"Empezó a manifestar de una manera sutil que no se gustaba, que no le gustaba su cuerpo. Comenzó a disminuir la ingesta de comida, no se acababa el plato, tiraba a la basura los bocadillos que llevaba al colegio", cuenta Bárbara. Su relato sirve para comprender el terror que viven las familias que tienen que afrontar un trastorno de este tipo. "Las familias -dice- sufren muchísimo y no siempre pueden acceder a la sanidad publica y recibir el tratamiento que necesitan".

Bárbara comenzó a preocuparse de verdad a finales de 2014, cuando en la mesa de estudio de la niña encontró una nota con unos objetivos para 2015 entre los que se encontraban perder "no sé cuántos kilos" y "hacer ejercicio". "Me asusté muchísimo, pero ella lo negó todo. Yo pedí ayuda al sistema público".

"Empezó a manifestar de una manera sutil que no le gustaba su cuerpo. Comenzó a disminuir la ingesta de comida"

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Una psicóloga le dijo que la niña tenía que ser valorada por un pediatra. "El médico la vio, pero me dijo que no me preocupara, que eran temas de la edad. Aun así, la derivaron a un centro de salud mental infanto-juvenil (CSMIJ)", relata Bárbara. Las familias alertan de que en la atención primaria a veces pasan inadvertidos estos trastornos cuando no son manifiestamente graves.

Dos meses tardó la familia en tener una visita con la psicóloga del CSMIJ. En ese tiempo, "todo se precipitó de manera muy rápida". Un mes después, la niña fue derivada al centro de día del CSMIJ. Es lo que se denomina un ingreso parcial.

Pero no funcionó y, al cabo de tres semanas, acabó ingresando en el Hospital Universitario de Vic, donde no hay una unidad especializada en TCA, como sí existe en Sant Joan de Déu (para niños). Así, ingresó en pediatría. "Estuvo dos meses ingresada, pero salió de allí sin ninguna mejora psicológica", lamenta la madre.

Meses después, tras pasar de nuevo por el hospital de día del CSMIJ, tuvo que volver a ser hospitalizada. Era septiembre de 2015. "Ahí habíamos llegado a tocar tanto fondo, que ella no quería ingerir y hubo que darle alimentación nasogástrica. Se perdió el último trimestre de tercero de ESO y el primero de cuarto", recuerda Bárbara.

El alta en 2018

De 2015 a 2018 estuvo asistiendo a visitas ambulatorias del CSMIJ. Ahí sí empezó a mejorar y en 2018 le dieron el alta. Pero en 2019 tuvo una "caída estrepitosa" y, como entonces ya era mayor de edad, no podía ser atendida en un CSMIJ. "A través de la doctora de cabecera fuimos a las urgencias del hospital y hubo un tercer ingreso". Su hija llegó a tener una bradicardia (frecuencia cardiaca baja) "muy importante".

"En un momento dado sufrimos mucho porque el corazón se le apagaba. No se podía levantar de la cama del hospital"

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"En un momento dado sufrimos mucho porque pensamos que el corazón se le apagaba. Estuvo ingresada cuatro meses. Durante un mes y medio no se podía levantar de la cama: toda la higiene y cuidado se los hacían ahí. La alimentación también era nasogástrica". A los dos meses la familia comenzó a ver cierta mejora. "Al salir, le pedimos a la psiquiatra que no nos quedáramos estancados ahí, que nos derivaran a una unidad especializada en TCA. Y fuimos a Sant Pau", cuenta Bárbara.

En Sant Pau le dieron la ayuda psicológica que necesitaba. También la Associació Contra l'Anorèxia i la Bulímia (Acab) le ofreció la ayuda de otro psicólogo privado. En septiembre de 2019, la joven comenzó a recuperarse de verdad. Pero en 2020 llegó la pandemia.

"Hubo una pequeña recaída. Pero ella estaba valiente y la entrevistaron en una televisión, eso fue un estímulo. En septiembre de 2020 empezó el curso y hasta ahora. Aunque siempre estamos con el miedo al monstruo", reconoce la madre. Ella, psicóloga profesional, se hizo voluntaria de Acab después de lo vivido en casa. "Los TCA son trastornos graves, que requieren de muchos recursos", concluye.

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