Cuando Patricia Montejo y Sabio Ghibaudo dijeron adiós a la perrita que habían adoptado cuando esta falleció, se dieron cuenta de que “faltaba algo, un lugar específico para darle la despedida que se merecía”. “No tuvimos esa oportunidad”, lamenta Montejo. El sentimiento caló hondo y les llevó a crear el tanatorio La vida es huella, que ofrece, entre otras cosas, servicio de recogida de la mascota, sala del último adiós, cremación, entrega y alojamiento de cenizas en el parque del recuerdo. “Nosotros teníamos nuestros trabajos, pero seguía ahí la inquietud de crear un lugar para despedir mascotas. La apertura fue en 2016”, recuerda, aunque reconoce que tardaron “mucho tiempo en poder concretarlo”.

Montejo y Ghibaudo estaban “convencidos” de que había más personas como ellos. Y no se equivocaron. Tienen clientes de toda Galicia, pero también de “Asturias, León e incluso Madrid”. El “boca a a boca” les ha permitido seguir creciendo y ofreciendo nuevos servicios. “Nos especializamos en crear recuerdos materiales. Primero, con la huella de la pata y el hocico. Lo último que hemos incorporado es la joyería con cenizas y vemos que está teniendo muy buena acogida”, comenta la copropietaria del tanatorio. Para ambos, La vida es huella “era una necesidad”. “La gente nos sigue agradeciendo por el espacio que damos y la forma en que lo hacemos. Cuando se te va un ser querido, quieres darle esa despedida. Aquí permitimos ese cierre del vínculo de la manera que las mascotas merecen”, concluye.

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