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ENTREVISTA

"Nunca pensé que me quedaría en la cueva: o venían a buscarme o saldría por mis propios medios"

El espeleobuceador Miquel Perelló, que el domingo pasó siete horas atrapado en una gruta subacuática, relata su experiencia

Miquel Perelló: "Estaba preocupado porque no sabía si Xisco estaba bien y había dado la voz de alarma"

Miquel Perelló: "Estaba preocupado porque no sabía si Xisco estaba bien y había dado la voz de alarma". Bernardo Arzayus

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Miquel Perelló: "Estaba preocupado porque no sabía si Xisco estaba bien y había dado la voz de alarma". Xavier Peris

Ha necesitado un par de día para asimilar toda la repercusión que alcanzó su caso el domingo, cuando regresó a la superficie tras pasar siete horas y media atrapado en una angosta cámara de aire, en el interior de la Cova de sa Gleda, un laberinto subacuático de trece kilómetros de galerías en la costa de Manacor. Buzo profesional con más de veinte años practicando buceo en cuevas, Miquel Perelló, de 57 años, relata su experiencia.

Siete horas solo en una cueva rodeada de agua dan para mucho. ¿Llegó a pensar que no saldría? 

No... La verdad es que no... Fueron siete horas y media, porque controlaba los relojes. Tenía aire para volver, pero por el mismo sitio que había venido, por el recorrido corto. Aunque no había estado nunca en esa parte de la cueva, llevaba una libreta con el plano de las galerías y tenía claro dónde me encontraba. Estaba en la Sala del Tubo, y tenía controladas cerca otras dos cavidades con aire respirable.  

¿Y qué hizo allí ese tiempo?

Me di toda la vuela al contorno. Es una sala grande, con aire respirable, no noté mareo ni fatiga, que se suele notar cuando falta oxígeno. Pero es un sitio precario, con rocas a punto de derrumbarse. Me quité el equipo, chequeo el material, miré el aire que me quedaba en las bombonas, y estaban muy bien. Tenía mucho más de la mitad, bastante para volver. Tenía luz, reloj para no perder la noción del tiempo. Estaba bien.

¿Y qué plan tenía? ¿Esperar a que vinieran a buscarte o salir por tus propios medios?

Yo me planteé volver, pero el hilo que marca el camino estaba desanclado, tirado en el fondo. Y se había levantado el lodo con mi paso. Así que en principio decidí esperar. Regulé mi temperatura, porque que es muy importante no pasar frío. Tenía claro que mis compañeros sabían dónde estaba. Y era consciente de que tenía aire suficiente para volver por el camino por el que había venido, no podía dar rodeos. Pero volver el mismo día no era factible. No tenía ánimos, estaba preocupado por mis compañeros. Además si ellos intentaban entrar y si nos hubiéramos encontrado cabeza con cabeza en un paso angosto podría haber sido complicado.

Entonces, ¿qué tenía pensado hacer?

Esperar un día, mínimo doce horas, a que el lodo se hubiera reasentado. Me habría reequipado y me habría asomado. Y si al menos hubiera medio metro de visibilidad, que pudiera ver el hilo, entonces sí habría intentado salir. Pero tenía que ver el hilo y ver por dónde meterme. Porque es un sitio muy bajo pero muy ancho, y si en un momento te vas a derecha o izquierda, puedes perderte. En estos sitios apenas hay corriente. La única manera de que se limpie es que baje el sedimento por su propio peso y hay que esperar. Para que esté limpia pueden pasar semanas, pero si esperas un día puedes tener una visibilidad aceptable.

O sea, que se veía con recursos para volver por tus propios medios si no venían a buscarle.

Sí, pero yo sabía que ellos son muy tozudos, y que hay buzos que conocen muy bien esta zona de sa Gleda. El sitio es angosto, se ensucia, pero estamos preparados para estas cosas. En ningún momento pensé que no podría salir. O me venían a buscar o yo lo intentaba por mis propios medios, pero no el mismo día. Tenía que esperar. Se dice rápido, porque allí parece que no pasa el tiempo, pero había esperado siete horas y media y hubiera esperado siete horas más o lo que hiciera falta. Porque sin visibilidad hubiera sido de kamikaze, una locura. 

Volvamos al principio. ¿Qué estabais haciendo el domingo en el interior de la cueva?

Cartografiar la cueva y recoger muestras para que los científicos lo analicen. Era un trabajo rutinario de investigación.

¿Era la primera vez que se metía en sa Gleda?

No, llevo muchos años haciendo espeleobuceo y había estado muchas veces, pero casi siempre he estado detrás de un objetivo de una cámara y en esas circunstancias no memorizas el recorrido igual.

Freddy Fernández y Miquel Perelló, el domingo en el interior de la cavidad, a punto de iniciar el trayecto de salida.

Pero en esa parte no había estado nunca.

No, en esta parte en concreto no. Es una cueva muy grande, y los mapas en los últimos años han crecido el doble, y sigue con zonas inexploradas, que están detrás de sitios complicados para pasar.

¿Cómo fue el momento en que se separó de Xisco Gràcia y Davide, sus dos compañeros?

Xisco iba el primero, yo detrás y Davide tercero. Hacemos un recorrido de unos 1.400 metros y en un punto determinado dejamos la vía principal y nos metimos en una vía secundaria hacia la Sala del Tubo. Yo estaba a dos palmos de Xisco. Con señales me dijo que pasara. Yo pasé, veo el hilo en malas condiciones y me llevó un tiempo arreglarlo un poco. 

¿Y cuándo se da cuenta de que está solo?

Cuando salgo del barrizal, me giro y no lo veo. No veo ni su luz. Y ya me dije, uf. Estuve esperando veinte o treinta minutos, pero aquello estaba negro. Pensé que habría vuelto atrás. Xisco es un gran conocedor de sa Gleda y tenía solucione. Luego llegué a pensar que se podría haber perdido y que igual se había quedado. Yo tenía apuntado en mi libreta que la Sala del Tubo estaba muy cerca. Seguí el hilo que conduce a la sala, miro hacia arriba y veo un reflejo. Y me dije, ya está. Salgo, me encuentro en una buena sala, respiro el aire y compruebo que no está enrarecido. Y enseguida veo el tubo. Al menos sabía dónde estaba.

Después de esta, ¿va a volver a bucear en sa Gleda?

Sí, claro. Puede que a la gente le resulte difícil creer, pero estuve tranquilo todo el tiempo. Llevo veinte años en esto y he tenido muchos sustos. Lo he pasado peor otras veces.

El reencuentro: "Cuando Freddy subió a la cueva le pregunté por qué había tardado tanto"

Tras siete horas y media de espera en la Sala del Tubo, Perelló vio vio una luz que se acercaba bajo el agua. Y con ella salió uno de sus compañeros de espeleobuceo, Freddy Fernández, uno de los mayores conocedores de sa Gleda. «Se había metido con Davide, pero le había dejado esperando, porque el último paso es muy angosto. Cuando le vi salir del agua, lo primero que le pregunté es por qué habéis tardado tanto. Y él me dijo de todo menos guapo. La que has liado, me dice, no sabes la que han montado fuera, que parece la Feria de Abril (ríe). Me preguntó cómo estaba y yo le dije que bien. Chequeamos las botellas y comprobamos que quedaba aire para salir. Él había traído unas bombonas extras y había dejado otras por el camino. Volvimos por otro camino más largo, que se me hizo eterno». Dos horas después salía al exterior, donde le esperaba su familia, los equipos de emergencia que se habían movilizado y Xisco Grácia, su compañero de inmersión.

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