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Pulso judicial

Denuncia a Transportes Metropolitanos de Barcelona por negarse a reubicar a dos afectados por amianto

La empresa alega que ambos trabajadores están asignados a oficinas exentas de la sustancia tóxica, mientras que los demandantes sostienen que siguen revisando instalaciones que contienen el material nocivo

Un cartel que advierte de la presencia de amianto en un pasillo del metro de Barcelona. ALBERT BERTRAN

Jesús Moreno nota que lleva una bomba enganchada al pecho. De algún modo, siente el tic-tac del reloj que, en una cuenta atrás desquiciante, puede activar el artefacto para que salte por los aires. Es la misma ruleta rusa a la que se enfrenta todo empleado que se ha enterado demasiado tarde que ha respirado fibras de amianto, sin que nunca antes se les advirtiera de que podían enfermar décadas más tarde por haber ocupado un puesto de trabajo presuntamente infestado de polvo tóxico. ¿La mayor amenaza? El mesotelioma, un tipo de cáncer pulmonar que, cuando aflora, acorta la vida a poco más de un año y conduce a la muerte, sin remedio. 

“Sabes que explotará, pero no cuándo lo hará. Quizá será de aquí a un año, o dentro de cinco o tal vez 20. La verdad es que preferiría no saberlo. Viviría más tranquilo”, confiesa Moreno, uno de los trabajadores del metro de Barcelona a los que se les ha diagnosticado una alteración en la pleura, la membrana que cubre los pulmones. El engrosamiento pleural se le detectó hace casi cuatro años, en una ronda de revisiones médicas a operarios de mantenimiento de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). A su vez, ha demandado a la firma por denegarle un cambio de puesto laboral. 

Aunque fuentes médicas aclaran que no ocurre siempre ni es lo más frecuente, la lesión que no le incapacita ahora puede derivar en enfermedades crónicas y graves causadas presuntamente por haber trabajado expuesto al amianto, que se prohíbe vender en España desde 2002. Pasaron 16 años hasta que, en 2018, la empresa pública de transporte reconoció que la sustancia nociva permanecía todavía entonces en decenas de estaciones e instalaciones. También se localizó en piezas de trenes que los operarios habían manipulado, desconocedores del peligro que revestían. TMB calcula que, en los últimos años, ha eliminado el 75% del material fabricado con asbesto que perduraba en la red.

Moreno inspecciona y repara señales y sistemas de comunicaciones del metro. “Hago mantenimiento preventivo y correctivo si hay una avería”, precisa el empleado, compañero de un operario que, ya fallecido, ha sido el primero al que una sentencia reconoce que murió por culpa del amianto en el suburbano barcelonés. “Se sentaba delante de mí”, precisa Moreno, que apeló al acuerdo entre TMB y el comité de empresa que, desde hace algo más de un año, permite que todo trabajador con afectaciones o enfermedades asociadas al asbesto tiene derecho a ser reubicado en dependencias exentas del componente dañino. No obstante, la firma desestimó la petición alegando que la oficina donde tiene asignado el puesto está libre de la sustancia

“Todavía hay amianto”

La compañía comenta que ha trasladado a todos los efectivos que presentan dolencias compatibles con el amianto, “excepto aquellos que ya se encontraban en un puesto de trabajo donde no hay ningún posible tipo de contacto” con el elemento. En cambio, Moreno replica que se desplaza “a sitios de la red donde todavía hay instalaciones con amianto”. “Me aparto cuando veo una pegatina de alerta por presencia de amianto. Y si es visible, me voy de allí", confiesa el operario, que se queja de que sigue trabajando "como si no hubiera pasado nada”. 

Otro empleado de mantenimiento, Antoni Rosique, también topó con la denegación de la empresa por la misma razón que Moreno. Igual que él, ha interpuesto una demanda contra la compañía dependiente del Àrea Metropolitana de Barcelona. 

Una parte de mi trabajo es ir a salas técnicas, que aún contienen amianto, y otra parte es en la oficina. Es a lo que se acoge la empresa para decir que no me encuentro en peligro”, comenta Rosique, que también ha desarrollado un engrosamiento en la pleura. Afirma que al menos ocho trabajadores de su departamento padecen la misma deformidad. 

Al menos 28 casos

TMB confirmó 28 casos que requerían de controles periódicos por malformaciones potencialmente vinculadas al amianto, identificadas entre noviembre de 2018 y febrero de 2020, justo antes de la pandemia. La compañía no ha comunicado casos nuevos desde hace cerca de tres años. Asegura que se debe a que no se ha descubierto ninguno más en los exámenes periódicos. 

Pese a que los empleados estuvieron en contacto con piezas que se ha desvelado luego que suponían un riesgo, la empresa evita dar por cierto que contrajeran las afecciones por el asbesto. Sostiene que “no está demostrado que estos trabajadores estén afectados por el amianto o por otros motivos”, como “enfermedades previas o el humo del trabajo”, sugiere. Los abogados del Col·lectiu Ronda esperan resolución de tres procesos judiciales por viudedad y otros cinco por invalidez que se refieren a extrabajadores supuestamente perjudicados por el compuesto insalubre.

La negativa a trasladar de puesto a los dos demandantes lleva parejo que no se les conceda ausentarse del puesto de trabajo sin pérdida de salario a partir de los 58 años hasta llegar a la edad de jubilación. Es otro derecho que se acordó para el personal aquejado por el amianto.

Plataforma en marcha

Un grupo de empleados del metro ha constituido la Asociación de Trabajadores Expuestos o Afectados por Amianto de la Metrópolis de Barcelona, en parte inducidos por la situación de los denunciantes. “Tememos que a otros trabajadores tampoco se nos reconozca la reducción de jornada en el futuro. Pedimos que no haya dudas en ese punto”, señala Ángel Pobo, un operario de la sección de material móvil, que comprueba el estado de los trenes.

A Pobo también se le detectó un engrosamiento pleural. En su caso, se le han otorgado nuevas tareas en el taller de Santa Eulàlia para que dejara de estar en contacto con los convoyes pendientes de retirada y que contienen amianto. “Cuando cambien toda la flota, volveré a mi trabajo. Quizá se considere entonces que no he sido reubicado y no pueda irme con 58 años”, sospecha.

No tiene sentido que se exija la reubicación para acogerse a la ausencia retribuida. En el pasado hemos trabajado con amianto y la afectación la tenemos. Es lo que se debe tener en cuenta”, opina Víctor Santiago, otro operario que ha contraído una alteración pleural. Predice que los coletazos del amianto se prolongarán mucho tiempo en el metro: “Algún día desaparecerá por completo en las instalaciones y los trenes, pero nosotros seguiremos con nuestras patologías. No queremos el olvido”.

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