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Entrevista

"Periodismo en estado puro es sentarte delante de una página en blanco"

"Yo creo en el periodismo, en cualquier formato y en el trabajo del periodista", afirma el periodista Jorge Bethencourt

Jorge Bethencourt. ED

El periodista Jorge Bethencourt (Güímar, (Tenerife,1956) recibe este lunes el premio Patricio Estévanez y Murphy de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife (APT) como reconocimiento a su trayectoria. El columnista de El Día, del grupo Prensa Ibérica, destaca la labor de esta institución, de la que fue presidente. "Están luchando por crear el Colegio Profesional de Periodistas de Canarias; hace una falta enorme", defiende.

¿Siempre tuvo claro que quería ser periodista?

Me fui a estudiar Periodismo a Madrid y sinceramente no lo tenía claro. Escribía bien pero no había descubierto todavía que esto, más que una profesión, es un oficio. No hay manera de que te lo enseñen. En mi época manejabas el tipómetro, te enseñaban a medir los cíceros, los corondeles, las matrices y se imprimían los periódicos a la una de la mañana pero nadie te enseñaba, ni puede enseñarte, lo que yo creo que tienes que llevar puesto.

¿Y qué es lo que debe tener?

Un periodista debe tener la ambición o la pasión por descubrir cosas, por entender por qué pasan las cosas y explicarlo.

Y mucha vocación..

Lo de llamarlo vocación suena como a un tema de servicio público. También discrepo de eso. Somos fundamentales para una democracia pero es un trabajo tan digno como descargar palets de pescado. Eso sí, ha cambiado muchísimo. Hay una cosa. De cuando empecé a hacer periodismo en 1978 a ahora es todo diferente. En California surgió ese meteorito que se llama internet y cayó sobre un planeta de información y lo convirtió en un planeta de comunicación. Cualquier parecido con el periodismo que se hacía cuando yo era a joven con el que se hace hoy es mera coincidencia. Hoy la gente está perfectamente informada de lo que pasa al segundo. Las redes sociales, internet, se ha convertido en un fenómeno de masas donde tú te puedes enterar de todo en el momento que está pasando. ¿Cómo competimos los medios con eso?

Esa es la gran pregunta.

Las radios y las televisiones disfrutan de la inmediatez y pueden explicar mejor lo que dicen las redes. En los periódicos hemos tenido que reinventarnos y explicar lo que ocurre y por qué ocurre. Hemos pasado del periodismo de precisión al periodismo de opinión, al que explica, razona, da datos e indaga en los asuntos del pasado y que relativiza los temas. Es un periodismo nuevo. De todas maneras, yo he pasado del pesimismo existencial a la confianza. Hay mucho ruido y el periodismo se distingue de ese ruido porque nosotros manipulamos la información con trazabilidad, con códigos. Es difícil que un medio de comunicación mienta o manipule una información para convertirla en lo contrario. Las redes no tienen ninguna garantía. Es como comer en un restaurante que está regulado por las autoridades, que tiene inspecciones de sanidad en la cocina, que compra alimentos y los mantiene en frío o comer en un chiringuito, donde no tienes ninguna garantía de que te pueda dar una salmonela. Hoy hay muchísima comunicación que es falsa. Yo creo que el periodismo, en cualquier formato, y que el trabajo del periodista seguirá existiendo.

Dijeron que la televisión iba a acabar con la radio y nada más lejos de la verdad. Ahora, el debate es la supervivencia del papel. ¿Usted confía en el futuro de la prensa?

Lo que ocurre es que creo que se van a producir transformaciones que ahora mismo somos capaces de vislumbrar. La prensa digital es la alternativa ahí. ¿Qué ocurre? La gente se ha acostumbrado a que todo sea gratis. ¿Pagarán por una información fiable? Probablemente a la larga sí pero eso implica que se tiene que hacer un enorme esfuerzo en defensa de los derechos de autor, de la propiedad intelectual, etcétera.

Pero pasó ya con la música y los contenidos audiovisuales, la piratería en estos sectores es ya muy residual gracias a las plataformas de contenidos.

Y creo en el mercado. Lo que no tenía sentido era que compraras un CD de música y costara 20 euros. La gente prefería descargárselo de internet. A alguien se le ocurrió entonces una idea maravillosa que se llama Spotify o Appel Music donde el cliente, por una cuota mensual, tiene toda la música del mundo. La gente encontró una oferta razonable y dejó la piratería para pagar. Lo que los medios tenemos que descubrir es cuál es el precio que la gente está dispuesta a pagar por acceder todos los días a sus dos o tres periódicos favoritos. Llegará algún día que haremos una oferta similar a las de las plataformas, algo que era impensable cuando yo empecé a hacer televisión, cuando todas las cadenas eran generalistas y emitían en abierto. En poco tiempo todo eso cambió.

¿Es usted capaz de recordar todos los medios en los que ha trabajado?

Seguro que me olvido de alguno pero empecé en el Diario de Avisos, di un salto de dos años al Ayuntamiento de Santa Cruz en la época de Hermoso, volví al Diario de Avisos y llegué a ser subdirector. Del Diario de Avisos me fui a la Gaceta de Canarias y, en el año 97 aproximadamente, lo dejé. En ese ínterin, el Gobierno de Canarias me ofreció poner en marcha la Televisión Canaria. Me nombraron director general del ente público e hicimos un modelo de televisión absolutamente nuevo en España y que aprovechaba muy bien el marco legal. En 2001 me fui y, tras el fallecimiento de Gumersindo Urquiza, me ofrecieron sustituirlo en el consejo de Radio Televisión Española. Estuve cuatro años allí, volví a Canarias y a partir de ahí he trabajado en una pequeña empresa de comunicación que tengo pero sobre todo en la radio, soy columnista de El Día y no he dejado la profesión. También he hecho algunas cositas más por el camino.

Ha hecho de todo ¿Podría entonces elegir entre televisión, radio y prensa?

Cada medio tiene su encanto. Pero si tuviera que decirte qué es para mi el periodismo en estado puro, diría que es el periódico. Es sentarte delante de una página en blanco para construir un relato nuevo. No logro quitarme de encima el dolor a tinta. Lo que pasa es que reconozco que la televisión y la radio son medios técnicamente más complejos que dan unas posibilidades enormes. Puedes estar donde está pasando la información y contarlo sobre la marcha. Pero, pese a las limitaciones, el del periódico es el oficio con el que me siento más identificado.

En todos estos años de profesión, casi 45, habrá vivido todo tipo de momentos históricos, unos más felices y otros terribles. ¿Tiene alguno especial clavado en la memoria?

Todos. Eso es como preguntarle a un padre cuál de sus hijos es el favorito. He vivido miles de acontecimientos, unos hermosos y otros terribles: la construcción de la Autonomía, el primer Parlamento de Canarias, las crisis de gobierno, la inundación de Santa Cruz del 31 de marzo, el Delta, los volcanes, etc... Me lo he tragado todo. No me podría quedar con uno. Es una película donde se van intercalando cosas que fueron acontecimientos duros y otros momentos políticos intensos como la incorporación de Canarias al Mercado Común, la muerte de la industria tabaquera, el ocaso de tomate, el cero turístico o la pandemia del coronavirus.

El otro lado del periodismo son los gabinetes de comunicación, las relaciones institucionales, ¿cuál es cree que debe ser su papel en la estructura informativa?

Pues es periodismo, sí. Algunos creen que es contraperiodismo, como la contrainteligencia, pero no es así. Los directores de comunicación tienen que convertirse en aliados y convencer a sus clientes de cuáles son los procesos de comunicación y qué estupidez puedes cometer si crees que puedes parar la comunicación de forma indebida. Tienes que facilitar la labor de los medios. Evidentemente, tienes que defender las posiciones de tu cliente pero sabiendo siempre cuáles son las claves de la información y sin intentar ponerle puertas al campo. No se le pueden poner puertas al campo. Siempre que he trabajado en ese lado, he intentado convencerles, y lo he conseguido, de que la información adversa se combate únicamente con información. Y además, más vale ponerse una vez morado que diez mil colorado. Esa es la política que a mí me ha funcionado.

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