Violencia machista

Seis errores en la protección de las víctimas: de las órdenes de alejamiento a los procesos judiciales

La escalada de violencia machista vivida este diciembre, especialmente en Navidad, pone sobre la mesa los numerosos errores del sistema

Manifestación contra la sumisión química a mujeres

Manifestación contra la sumisión química a mujeres / Isabel Infantes

Helena López

Procesos judiciales larguísimos, pocas órdenes de alejamiento que, además, son solo "un papel". Estos son los principales fallos en el sistema de protección de las víctimas de violencia machista, que, solo esta semana, se ha cobrado la vida de seis mujeres. El mes de diciembre, uno de los peores desde que existen estadísticas, ya lleva contabilizadas 10 víctimas (más otras dos en investigación) y un crimen vicario: en las últimas horas, un hombre ha matado a puñaladas a su hijastra en Madrid. La mitad de las mujeres había denunciado. Las abogadas especialistas en violencias machistas Júlia Humet y Paula Narbona arrojan luz sobre los errores del sistema.

Procesos judiciales muy largos

"Los procesos son muy largos, pueden durar hasta tres años, y durante todo ese tiempo el agresor no tiene ninguna condena; si la tuviera, aunque fuera pequeña, sería una manera de pararle los pies, de que sintiera que no puede seguir actuando así", señala Humet, quien apunta que esa misma dilatación provoca también que muchas víctimas desistan, lo que genera precisamente el efecto contrario: un refuerzo al agresor, que se siente impune. 

Pocas órdenes de protección

La letrada también denuncia que se dan muy pocas órdenes de protección, especialmente en Catalunya. Según datos del 2018, Catalunña es la comunidad autónoma con el porcentaje más bajo de aceptación por parte de los jueces de las solicitudes de órdenes de protección de víctimas de violencia machista y medidas cautelares contra el denunciado. En el citado año se concedieron 2.680 de las 5.252 peticiones, lo que supone un 48%, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). 

Órdenes que son "solo un papel"

La protección, y ahí radica gran parte del problema, de las que sí la logran obtener la orden de alejamiento también presenta serios problemas. "Al final las órdenes son solo un papel, no es una protección real", explica Humet, quien insiste en que, finalmente, es la víctima la que tiene que protegerse. "Limitar su vida, no salir a solas, cambiarse el número de teléfono... Mientras, el agresor sigue con su vida normal", añade, recordando que no existe ningún impedimento real para que ese agresor vaya a casa de la víctima a darle una puñalada. 

Detectores de riesgos mejorables

A ojos de esta especialista en violencia machista, sería importante revisar las herramientas de detección de riesgo. "Es un cuestionario que tiene bastantes problemas, y me consta que se está revisando", asegura la abogada, quien pone sobre la mesa la necesidad de plantear la prisión preventiva en casos de riesgo grave, medida que actualmente no se utiliza. 

Más formación en la detección

"Muchas veces se ofrece a la mujer un piso de protección, cuando se ve que hay riesgo de reincidencia, porque hay muy pocas plazas y, en la práctica, eso la acaba encerrando a ella, mientras que él sigue libre", reflexiona la especialista. "La justicia sigue interpretando que si no te clavó un puñal, no hay riesgo para tu vida, ignorando las lógicas de la violencia machista", prosigue. Para cambiar esas dinámicas, las expertas piden más formación a los profesionales que intervienen en detectar los niveles de riesgo. Además de la posibilidad de la prisión preventiva, Humet plantea otras medidas intermedias, como las pulseras telemáticas.

El clima social como factor de riesgo

La abogada Paula Narbona, también especialista en violencias machistas, relaciona otra cuestión: "El clima que se ha creado las últimas semanas contra las mujeres y el feminismo con el ataque a la 'ley del solo sí es sí'. "Se trata de un factor de riesgo. Se ha dado voz a argumentos misóginos y todo eso les legitima para cometer los crímenes", añade Narbona. "Podemos hacer muchas leyes, pero lo que hace falta el cambiar la sociedad", zanja la letrada.  

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