Fenómeno en aumento

8.000 menores recurren a la cirugía estética en España

La mayoría son operaciones "clínicas-funcionales", pero van al alza aquellas que se realizan por la presión de los cánones de belleza

8.000 menores recurren a la cirugía estética en España.

8.000 menores recurren a la cirugía estética en España.

Patricia Martín

Con la aprobación de la ley trans, que ya está en el Senado, organizaciones médicas y feministas han puesto el grito en el cielo porque se permita a los menores cambiarse de sexo y nombre en el DNI, porque creen que la norma abrirá la puerta a que aumenten las hormonaciones y operaciones para transitar de sexo entre adolescentes que pasan un proceso de confusión y no tienen una situación estable de transexualidad. Sin embargo, las intervenciones de estética en menores y jóvenes también están repuntando, sin que apenas llame la atención que, sin la madurez suficiente, se acuda a la cirugía para tener el pecho, la nariz o el contorno que marcan los cánones de belleza, amplificados por las redes sociales y la moda de los filtros fotográficos, pese a los riesgos psíquicos y físicos que entraña cualquier intervención médica.

Los datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre) indican que en España se realizan cerca de 400.000 intervenciones al año, un fenómeno que va a alza debido al perfeccionamiento de las técnicas y a que la presión estética ha crecido con internet. Y existe un preocupante aumento entre los jóvenes. En 2010, el 22% de las personas que recurrían a la cirugía estética tenían menos de 29 años, un porcentaje que subió al 25% en 2014 y al 27,2% en 2018, según los últimos datos disponibles. Y, los menores de 18 años representan el 1,9% -seis décimas por encima de 2014- lo que supone en torno a 8.000 operaciones al año. "Aunque no sea un número muy elevado, es una cifra que tenemos que tener en consideración, ya que cada año es mayor", subraya el cirujano Luis López Burbano.

Tipo de operaciones

Según Secpre, en menores de edad, la mayoría de intervenciones tienen una función "clínico-funcional" más que estética. Por ejemplo, el 60% son otoplastias para reposicionar las llamadas orejas de soplillo, seguidas de rinoplastias para corregir estructuras nasales que compliquen la respiración. Pero, en tercer lugar se sitúan las ginecomastias, operaciones para reducir las glándulas mamarias en hombres, que sí que tienen que ver con la estética.

La mayoría de cirujanos exigen que los menores tengan autorización paterna y la entidad científica, que vela por la ética en la profesión, aconseja que, salvo algunas excepciones, se espere siempre a la mayoría de edad "para que se complete el desarrollo hormonal o psíquico", según explica Nélida Grande, cirujana y vicepresidenta de Secpre. En el caso de las mamas en mujeres, por ejemplo, es "aconsejable esperar a que se desarrollen por completo" por lo que en menores solo se realizan si hay "una gran asimetría, aunque en general se espera también a los 18".

Los médicos que van por libre

La directriz de la sociedad que agrupa a los especialistas es que solo se realicen intervenciones a menores cuando exista una malformación o un problema psicológico que afecte de manera importante al afectado. "Si no actuamos así, corremos el riesgo de que los jóvenes conciban la cirugía plástica como una solución a sus problemas, trivializándola y restando importancia a los riesgos que supone entrar en un quirófano", apunta el doctor López Burbano.

El problema es que, aunque el 99% de los cirujanos sigan el criterio que marca la sociedad, según una estimación de su vicepresidenta, existen médicos o clínicas que, para incrementar su negocio, sí que realizan operaciones meramente estéticas a menores que no responden a una necesidad justificada. "En algunas clínicas la primera visita no la realiza el médico, sino un comercial cuyo interés es vender la intervención", reconoce López Burbano.

Y perseguir estas prácticas es muy difícil dado que no hay ningún impedimento legal para operar a menores y menos si estos cuentan con autorización paterna. "Solo nos enteramos si se produce algún problema y hay alguna queja", explica la vicepresidenta de Secpre.

Esta situación tiene lugar en un contexto en el que la presión estética ha alcanzado un 'boom' debido a internet, las redes sociales y la moda de mimetizarse con los famosos o 'influencers', hasta el punto de que comienza extenderse el término "violencia estética" para referirse a la presión social que se ejerce, especialmente hacia las mujeres, para que cumplan los cánones de belleza y que discrimina a aquellas que no satisfacen las expectativas.

Suscríbete para seguir leyendo