VIOLENCIA DE GÉNERO

5 claves sobre por qué los asesinatos machistas apenas han descendido en 10 años

Concentración contra la violencia machista, este lunes en la plaza de Sant Jaume de Barcelona.

Concentración contra la violencia machista, este lunes en la plaza de Sant Jaume de Barcelona. / LAURA GUERRERO

Núria Marrón

Los 11 crímenes machistas del mes diciembre -el más cruento en dos décadas- sumados a los otros cuatro de las últimas horas componen una fabulosa prueba de cargo de las flaquezas de la lucha contra la violencia de género. Más aún cuando las cifras históricas apuntan con tozudería a que en la última década no se ha conseguido rebajar sustancialmente el número de mujeres asesinadas (en 2012 fueron 51 y 49 en 2022). ¿Qué está pasando? ¿Qué debería cambiar? Profesionales de la educación y la psicología, juristas y médicos forenses especializados en violencias machistas apuntan a las claves del enquistamiento de este insondable agujero negro.

Fallos en la protección de las víctimas

Los problemas en la protección de las víctimas -casi la mitad de las asesinadas había denunciado previamente- es una crítica recurrente de los colectivos feministas y una realidad admitida desde el propio Gobierno. Más allá de los choques por esta cuestión en el seno del Ejecutivo, el consenso general es que, a la vez que han aumentado las denuncias, la respuesta de la administración es, cuando menos, deficitaria, algo "absolutamente inaceptable", afirman los especialistas.

De entrada, los procesos judiciales son demasiado largos, lo que apuntala la impunidad del agresor y contribuye a que las víctimas acaben desistiendo. Además, y especialmente en Catalunya, apenas se dan el 48% de las órdenes de alejamiento, que "solo son un papel, no una protección real", afirma la politóloga y abogada especializada en violencia machista Júlia Humet, quien también reclama más recursos para las mujeres que se encuentran en una situación de emergencia. Por ejemplo, señala Humet, a menudo no hay plazas en las casas de acogida y urgen ayudas económicas para las víctimas que tienen dificultades materiales para dejar su casa.

Junto a estos factores, la psicóloga Alba Alfageme también apunta a la urgencia de a/persistir en las formaciones de perspectiva de género en el estamento judicial -con el fin de evitar la revictimización y los sobreseimientos-; b/revisar e incorporar el resultado de las investigaciones en el sistema de valoración del riesgo; c/profundizar en la investigación policial para determinar si está ante un caso de violencia sostenida en el tiempo, y d/ potenciar la coordinación entre los distintos servicios e instituciones que abordan la violencia machista.

Impunidad de los agresores reincidentes

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, compareció en Navidades ante la escalada de crímenes machistas y anunció que extremaría la vigilancia sobre los agresores reincidentes. Ayer se supo algo más de sus planes: el ministerio ultima un sistema que permitirá incrementar la vigilancia de los agresores machistas reincidentes y, en el caso de que mantengan una nueva relación, se avisará a las nuevas parejas de sus antecedentes.

El hecho es que, en el 40% de los casos, los agresores reinciden, extremo que, según los especialistas, requiere un cambio en el abordaje de este tipo de violencias. Las mujeres, apunta Humet, son las que deben "limitar su vida, no salir a solas y cambiar el número de teléfono, mientras que el agresor sigue con su día a día". Ante este hecho, la psicóloga Alba Alfageme cuestiona si no se deberían hacer "los seguimientos policiales" a los agresores, para revertir su impunidad y acentuar "la presión social sobre ellos", así como revisar el tiempo adecuado que requiere una medida de protección.

Entornos poco preparados

Aunque es cierto que el número de denuncias ha aumentado en los últimos años, todavía existe mucha violencia oculta que no acaba de aflorar por distintos motivos, como la falta de confianza en el sistema judicial, el miedo o las dificultades económicas para llevar un proceso judicial y una nueva vida adelante. "El papel del entorno es crucial tanto a la hora de identificar las violencias como para acompañar a las víctimas y muchas mujeres a menudo se sienten muy solas, lo que dificulta que vean alternativas reales a su situación", explica Alfageme.

Falta de educación y prevención

La primera ley de violencia de género data de 2004 y sobra decir que, desde entonces, la educación igualitaria y afectivo-sexual que se viene impartiendo en primaria y secundaria sigue siendo, en el mejor de los casos, deficitaria, a tenor de los especialistas consultados. La nueva ley de educación, la Lomloe, incluye que deben impartirse. Sin embargo, hasta el momento, la existencia de esta formación y perspectiva en el aula depende casi en exclusiva de las inquietudes y competencias de cada centro.

De entrada, falta formación entre el personal docente, tanto en las facultades como durante el ejercicio de su oficio, y su carácter transversal hace que a menudo se diluya e incluso desaparezca. "Es innegable que hace falta destinar recursos a una formación sistemática que tuviera un plan específico de objetivos y se pudiera llegar a la universalización", explica Rocío Diez Ros, experta en educación en igualdad y didáctica de las Ciencias Sociales de la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante. "El alumnado no solo aprende del sistema educativo, también lo hace de la familias y de los medios de comunicación, donde se siguen transmitiendo con fuerza los estereotipos sexistas, la intolerancia a la frustración masculina o la tendencia a romantizar la sumisión por parte de las mujeres... Estos discursos llegan a todas las generaciones y se van imitando, se interiorizan y naturalizan".

Y luego está el llamado 'efecto rebote': los chavales que -socializados en una generación de youtubers y espacios que a menudo anclan su modelo de negocio en la misoginia y el negacionismo machista- acaban defendiendo postulados reaccionarios. "Urge dedicar más esfuerzos sobre todo a los hombres y tratar la igualdad en positivo desde que son pequeños, acercándoles referentes alternativos de masculinidad sin que por ello se sientan atacados", afirma la politóloga y jurista Júlia Humet.

Negacionismo, victimismo y reacción ante el avance de la igualdad

Apunta Miguel Lorente -médico forense, profesor universitario y exdelegado del Gobierno de Violencia de Género- que algo grave y señalable está ocurriendo cuando el descenso de feminicidios se ha estancado en la última década. En los últimos 20 años, la cifra de crímenes, es cierto, se ha reducido alrededor del 20%. Pero desde hace 10 años, los esfuerzos no consiguen erradicar de forma sustancial los crímenes machistas. Y según Lorente, una de las razones es "la gran reacción que estamos viviendo ante las leyes de igualdad y el avance del feminismo", que en determinadas esferas se entiende desde "el victimismo" y como un "ataque a los hombres, a la familia y a la tradición".

¿"Quién dice que el Código Penal va contra las personas? En cambio, muy a menudo se repite el mantra de que las políticas igualitarias y las leyes contra las violencias machistas van contra los hombres, no contra los hombres maltratadores", afirma Lorente. En este sentido, según el exdelegado del Gobierno, de un tiempo a esta parte estamos asistiendo a un intento de restitución del viejo orden patriarcal que, en el ámbito familiar, se basa en el control de las mujeres y cuyo síntoma, aciago, es que "este diciembre es el mes en el que se han registrado más homicidios de toda la serie histórica".

Esta "gran reacción" anida en los espacios de internet que -ante la inacción y el desentendimiento de las grandes plataformas de redes sociales- brindan madrigueras de misoginia a argumentarios que socialmente se han convertido en reprobables. Ese 'backlash' también cuenta con un gran altavoz en una generación de 'youtubers' que han descubierto que el negacionismo y el antifeminismo son un fabuloso nicho de negocio. De hecho, la capacidad de tracción del antifeminismo la conocen bien partidos reaccionarios como Vox, que han llevado "el negacionismo a las instituciones", afirma Lorente, y han convertido el discurso anti-igualitario en una implacable baza electoral. ¿Una muestra? Según el barómetro Barómetro Juventud y Género 2021, el número de adolescentes y jóvenes varones que creen que la violencia de género es "un invento ideológico" ha pasado del 10,9% al 20% en los cuatro últimos años.

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