La burbuja inmobiliaria

El trauma de los jóvenes y la vivienda: "Los precios lastran nuestros proyectos vitales"

Alquileres inasequibles y empleos precarios frustran los planes de emancipación de los menores de 35 años

Un a joven tiende la ropa en su vivienda.

Un a joven tiende la ropa en su vivienda. / ZOWY VOETEN

Sergi Corberó

Hay un tema generacional que copa las conversaciones, los desvelos y las inseguridades entre los menores de 35 años: el acceso a la vivienda. El 62% de los jóvenes tienen serios problemas económicos para pagarse un techo en las grandes ciudades, donde los alquileres inasequibles colisionan con los trabajos precarios en un cóctel endiablado que afecta con especial saña a los trabajadores de menor edad.

El alquiler medio en Barcelona ha aumentado el 30% en los últimos 10 años y ya ronda los 1.342 euros (según el portal Housfy), mientras que el salario medio en este tramo de edad no supera los 1.500 euros brutos al mes. El resultado de la ecuación es clara. "Estamos obsesionados con producir y trabajar simplemente para podernos pagar un techo; no vivimos, sino que sobrevivimos -afirma Álex Martínez, de 23 años-. El precio del alquiler lastra nuestros proyectos vitales y ya no podemos más".

Está claro que el impacto de la burbuja inmobiliaria en España asfixia a franjas de todas las edades de clases populares y medias. La inflación y el encarecimiento del precio de la vivienda pesan en todos los bolsillos, pero su impacto es especialmente dramático en los jóvenes adultos debido al elevado paro juvenil (32,3% en menores de 25 años ante el 12,4% del general) y a la brecha salarial que se ha ido agrandando desde la crisis de 2008.

"Vivimos pendientes de cuánto nos subirá el alquiler y del infierno de buscar otro lugar donde vivir", explica Àlex

De hecho, los menores de 35 años ganan el 35% menos que los mayores de 45. Mientras los primeros no llegan a los 1.500 euros brutos al mes, los segundos superan los 2.200. Y muy a menudo también se da la circunstancia de que en esas franjas de edad muchos pudieron acceder a una vivienda de propiedad antes de la escalada de precios. "Estas condiciones limitan y coartan nuestros planes de futuro, vivimos sumidos en la incertidumbre. Estamos pendientes de cuánto nos subirá el alquiler y si deberemos empezar de nuevo con el infierno de buscar otro lugar donde vivir", afirma Àlex.

El cásting de buscar piso

La pesadilla no solo es cuadrar cuentas si no, en el mejor de los casos, asumir que la emancipación pasa por compartir piso hasta edades en las que la convivencia ya supone un lastre (por ejemplo, si se quiere formar una familia). El consenso general es que el infierno empieza con la búsqueda de piso, cuando cada visita se convierte en una especie de cásting hipercompetitivo en el que los más jóvenes, por cuestión salarial, suelen partir siempre en clara desventaja.

Así que la opción de compartir se acaba convirtiendo en la única alternativa. Mejor si es con amigos. Pero eso no siempre es posible y en muchas ocasiones se acaba conviviendo con personas desconocidas sin más vínculo que la imperiosa necesidad.

A sus 31 años, Álvaro, que cobra 1.250 euros y paga 900 de alquiler, empezará a compartir piso con dos desconocidas

"Vivir solo en Barcelona es inviable", certifica Álvaro Iserte, de 31 años. Él cobra 1.250 euros mensuales y debe abonar un alquiler de 900. El resultado es que, tras ocho años compartiendo piso, ahora va a empezar a vivir, en el barrio del Clot (Barcelona), con dos chicas madrileñas a las que no conoce de nada. Trabaja en atención al cliente y critica que no se hagan más esfuerzos por subir los sueldos a personas en su franja de edad. "Pese a que todo es más caro, los salarios siguen igual, lo que a los jóvenes nos penaliza aún más -afirma-. Es una brecha injusta".

Sobre la congelación de los alquileres aprobada por el Gobierno opina que va en la buena dirección aunque es "claramente insuficiente". "Lo que se debería hacer es bajar el precio del alquiler", afirma.

Álvaro no se preocupa ahora por una posible subida del alquiler (tiene 2 años de contrato), pero sí que le tiene en ascuas una posible subida de precios cuando deba mudarse, una vez expirado el contrato. "Si sigo en Barcelona probablemente tenga que buscar piso de nuevo y pagar lo que estoy pagando ahora será muy complicado" concluye.

Habitaciones por 400 euros

A veces, la odisea ya no es encontrar un alquiler accesible, sino dar con una habitación mínimamente aceptable. “En Barcelona, por un espacio individual en el que apenas cabe una cama y un armario puedes pagar 400 euros”, comenta Andrea Buedo, de 26 años, quien asegura que la oferta inmobiliaria actual lastra una emancipación cada vez más pospuesta. "A menudo, la única opción que nos queda es vivir en ratoneras", afirma.

"Tener que posponer la etapa adulta me ha afectado a nivel emocional, siento mucha frustración e impotencia", cuenta Esther, de 27 años

Esther Cortinas, una joven de 27 años que trabaja en márketing y ha cursado un máster, sabe bien de lo que habla Andrea. Ella ha tenido que posponer varias veces sus planes de independencia. Buscaba un piso para ella sola pero, tal como está el mercado, ya se ha hecho a la idea de compartir vivienda con una amiga. "Tener que posponer así la etapa adulta me ha afectado a nivel emocional, siento mucha frustración, angustia e impotencia".

En este sentido, Àlex Martínez, que trabaja como teleoperador del servicio de emergencias médicas 061, explica que muchos jóvenes se encuentran atrapados entre un mercado laboral que los arroja a empleos precarios y temporales y unos alquileres que, a su vez, les abocan a trabajos que suponen "una losa" para su desarrollo personal.

Emancipación tardía

Álvaro, Àlex, Esther y Andrea no son en absoluto una excepción. En España, la edad media de emancipación es de 29,8 años, que resulta bastante superior respecto a los 26,5 años que se registra en la UE y ya no digamos si la comparación es con países nórdicos como Suecia (19) o Finlandia y Dinamarca (21). 

Además de tardía, la media ha ido aumentando paulatinamente en la última década: hoy día, más del 65% de los jóvenes de entre 16 y 34 años viven en el hogar familiar, 7 puntos más que en 2009, cuando se registró la media de emancipación más baja del siglo. Según el Instituto Nacional de Estadística, cerca de la mitad de las personas de entre 25 y 29 años siguen viviendo con sus progenitores.

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