¿Te despiertas siempre a la misma hora? Este es el motivo

Un especialista del sueño explica las razones por las que algunas personas no necesitarían despertador al contar con su propio reloj biológico

Dormir bien es fundamental para tener una vida saludable.

Dormir bien es fundamental para tener una vida saludable.

F. Aznar

El sueño es un complejo proceso biológico. Cuando una persona duerme está inconsciente, aunque las funciones de su cerebro y de su cuerpo siguen activas. Si no se duerme lo suficiente, al margen del cansancio se ven afectadas la salud mental y física, por lo que descansar las suficientes horas es fundamental para estar saludable. La privación del sueño también puede afectar su estado de ánimo, lo que causa irritabilidad; problemas en sus relaciones, especialmente para niños y adolescentes; depresión o ansiedad.

La siguiente pregunta es por tanto cuánto tengo que dormir. La cantidad de sueño necesaria varía dependiendo de la edad, estilo de vida o salud, pero en general los recién nacidos deben dormir entre 16 y 18 horas, los niños en edad preescolar entre 11 y 12, los que ya están en edad escolar al menos 10 horas, los adolescentes entre 9 y 10, y los adultos entre 7 y 8. Y no sólo la cantidad de horas de sueño que obtiene es lo que importa. La calidad del sueño también es importante.

Otro de los aspectos que llama la atención cuando hablamos del sueño es que en muchas ocasiones nos despertamos a la misma hora. Iván Eguzquiza Solís, Psicólogo Conductual especialista en sueño en el Instituto del Sueño, explica que en primer lugar que despertarnos durante la noche no supone ningún problema, pues así estamos diseñados los seres humanos: “Esto nos ha permitido sobrevivir mejor como especie, al ponernos a salvo durante la noche del ataque de enemigos o depredadores”.

“Es cierto que solemos dormir de manera más continuada unas cuatro o cinco horas hasta que generamos despertares con un mayor grado de vigilia, ya que esas horas son las necesarias para conseguir un mínimo de descanso esencial”, argumenta el especialista en una entrevista concedida a Onda Cero. Añade el experto lo siguiente: “El nerviosismo generado por la idea de perder el avión prolonga el despertar y, por tanto, sí llegamos a ser conscientes de ese despertar y lo almacenamos en la memoria a largo plazo, mientras que nos hemos olvidado de los breves despertares anteriores que hemos tenido esa noche”.

El experto señala que, en realidad, estamos preparados para generar múltiples despertares a lo largo de la noche. Sin embargo, no somos conscientes de ellos ni quedan grabados en nuestra memoria, salvo que se prolonguen más allá de unos cinco o seis minutos. Cuando se extienden así, pasamos a ser conscientes de ellos. De la misma manera, Eguzquiza Solís alerta de que si comenzamos a asustarnos de un despertar concreto que ocurre a una hora determinada, generaremos nerviosismo y miedo, y acabaremos produciendo cortisol en este despertar. El cortisol es la llamada hormona del estrés, cuya generación nos despertará aún más. “Cuanta más aprensión generemos ante el despertar de una determinada hora, con más frecuencia nos aparecerá”, concluye el psicólogo.