Día de la Mujer

La agente que estudió Diseño y Moda para acabar vistiendo uniforme

Celia Doval formó parte de las primeras promociones de mujeres en el instituto armado y afrontó renuncias como vivir nueve meses a 800 kilómetros de su primer hijo

Celia Doval, en su despacho de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón.

Celia Doval, en su despacho de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón. / Ángel González

I. Peláez

De padre albañil y madre modista, Celia Doval Sánchez jamás pensó de niña en vestir uniforme verde. De hecho, estudió FP por Diseño y Moda y puede decirse que tuvo conciencia de la existencia de la Guardia Civil cuando sucedió el 23F. No fue hasta que conoció a una de las primeras mujeres que ingresaron en el instituto armado (están a punto de cumplirse los 35 años de la primera promoción) que esta mujer de dulce y fuerte carácter a partes iguales comenzó a vislumbrar un horizonte propio tras las capas y tricornios.

"La mujer de uno de los veteranos del cuartel de Colunga cosía con mi madre y, como acababa de llegar la primera guardia civil al cuartel, le pidió si podía presentarle a mi grupo de amigas, ya que ella era de fuera y no conocía a nadie", recuerda Doval, que ahora, al frente de la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) –junto al capitán Juan A. Pascual Sevillano–, se encarga de trasladar a la sociedad la imagen de la Benemérita desde la Comandancia de Gijón, con unos 800 agentes.

El encuentro con esa primera guardia civil que estuvo destinada en Colunga no fue baladí porque a raíz de ella Celia Doval conoció al que hoy es su marido, también del cuerpo. Se casaron al año y así fue cómo empezó a vivir en el cuartel. Pero estar sin trabajar no iba con el carácter de esta mujer que contribuyó a derribar barreras con su incorporación a la causa.

Fue la suya la séptima promoción con mujeres y para ello se preparó durante nueve meses en Jaén, a 800 kilómetros de su casa, de su marido y su primer hijo. Era 1995 y las comunicaciones con Asturias son fáciles de imaginar en aquella época dadas las condiciones actuales. Lloros al margen en esas noches de soledad, no cejó en su empeño y el buen número que sacó en la oposición le permitió elegir destino en Asturias. Candás, al año siguiente, fue su primera parada.

Experimentó entonces el choque con la sociedad, por falta de costumbre de ver a una mujer con el uniforme. Era difícil encontrar personas que la trataran igual que a sus compañeros, pero en la mayoría de los casos era más bien por no saber cómo hacerlo. Los juicios de valor previos tampoco ayudaban. Pero pronto se hizo respetar por su valía e implicación con el legado del Duque de Ahumada.

Si algo distingue a la Guardia Civil es saber adaptarse siempre a los tiempos, sea cual sea el marco general. Además, facilitó las cosas que Celia Doval tuviera claro que lo importante es que te traten siempre en igualdad de condiciones, porque "que te traten mejor que a los demás, muchas veces no te facilita nada".

Llegó en época de cambios y todavía le dio tiempo a encontrarse con cuarteles en los que no había ni baños ni vestuarios independientes para ellas. Tras Candás, Cudillero fue el siguiente destino. Hasta que, impulsada por querer repetir maternidad, decidió optar a una plaza de la plana mayor (encargados de gestionar la documentación de las unidades grandes del cuerpo) para disfrutar de un horario que le permitiera conciliar. No era fácil, pero una vez más demostró su capacidad, logrando la plaza en Policía Judicial en Gijón.

Los años pasaban y la Guardia Civil seguía amoldándose a los tiempos. La llegada del coronel Contreras, desde Sevilla, donde tenían una OPC muy potente (existían en el cuerpo desde 1989, pero con distinta implicación), impulsó esas técnicas comunicativas en la sede de Contrueces. Se pensó en Sevillano, entonces teniente de Policía Judicial, y tanto uno como otro tuvieron claro que Doval era la idónea para ello.

Con su nueva responsabilidad echó a andar en 2005, pero el experimento solo duró hasta 2008 porque compatibilizarlo con sus funciones en Policía Judicial se hacía inasumible. Y eso que apenas había tres periódicos en blanco y negro y la información no era masiva y por multicanales. Fue en 2014 cuando las aguas volvieron al cauce y, entonces sí, empezó a dedicarse a la OPC en exclusividad, en buena parte gracias al actual teniente coronel actual, Alberto Aguilera. Fue un cambio brutal, con los medios digitales en expansión demandando información rápida además de materiales gráficos en imagen y vídeo. Pronto todos comprobaron los beneficios de transmitir a la sociedad toda la labor de la Guardia Civil, especialmente la parte más amable, como son las misiones humanitarias. De llevar medicamentos y alimentos a zonas aisladas hasta la seguridad ciudadana.

Retratar la Guardia Civil y poner en valor la labor de todos los compañeros son las prioridades de esta apasionada de su trabajo que intenta dar visibilidad a todos aquellos que visten su mismo uniforme. Pero, además, también tiene la difícil tarea de lidiar con los medios de comunicación y su inmediatez que demandan, pues de todos es sabido que los tiempos informativos distan mucho, la mayoría de veces, de los policiales. Para calibrar todo eso hace falta un perfil justo, equilibrado y prudente como el que transmite Celia Doval, todo vocación para impulsar la imagen de un cuerpo que, como ella, siempre sabe avanzar derribando barreras.

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