Salud

Picores que restan vida

Las formas moderada y grave de la dermatitis atópica se asocian no sólo a problemas de piel, sino también a insomnio y depresión

Manos de un paciente con dermatitis atópica.

Manos de un paciente con dermatitis atópica. / FREEPIK

Ágatha de Santos

No tiene cura y su tratamiento se basa en la recuperación de la piel, el control de la inflamación y de los picores y la prevención de las infecciones de las lesiones eczematosas. Se calcula que la dermatitis atópica (DA), de la que hoy se celebra el día nacional, afecta a un 20% de los niños y un 10% de los adultos de los países industrializados, en los que su incidencia ha aumentado entre 2 y 3 veces en las últimas tres décadas.

La DA es una afección de la piel que causa inflamación, enrojecimiento, picazón, descamación y sequedad y que en sus formas moderada y grave puede comprometer la calidad de vida de los pacientes. El picor intenso e incontrolado y el rascado no sólo están asociados al daño cutáneo, sino que también provocan alteraciones en el sueño, irritabilidad y sintomatología ansiosa y depresiva, afectando de manera importante a las relaciones personales y laborales del paciente. Además, la dermatitis atópica puede estar acompañada a otras patologías, como alergias respiratorias y asma. A todo esto, se suma el estigma social, especialmente en sus formas más graves.

Según el dermatólogo, a esta complejidad hay que sumar la falta de guías, protocolos y escalas de valoración para definir la gravedad de la enfermedad y para abordarla. “Este tipo de informes, especialmente los que analizan en detalle una región, son muy útiles a la hora de valorar si existen áreas de optimización en la atención a estos pacientes con el fin de mejorar su calidad de vida”, dice.

Aunque se puede presentar en sujetos de todas las edades, la DA es mucho más frecuente en edades pediátricas –el 50% de los casos se diagnostica durante el primer año de vida–. De hecho, es la enfermedad crónica de la piel más frecuente en la infancia y los casos van en aumento.

Según el doctor Jsesús Del Pozo, esto se debe a un mejor diagnóstico y al aumento de su incidencia en la sociedad del bienestar. “A medida que el nivel de vida va aumentando, la incidencia de la DA también aumenta. Por ello, hay un importante aumento de casos, sobre todo en los niños, aunque, afortunadamente, la mayoría son casos leves que mejoran o remiten con el tiempo”, explica.

Otras veces, sin embargo, la DA se convierte en una enfermedad crónica con brotes periódicos difíciles de controlar. Su tratamiento va dirigido a reducir los síntomas y prevenir las exacerbaciones. “Si lográsemos controlar el picor, la DA mejoraría de forma radical porque el picor es tan terrible que compromete la vida del paciente”, sostiene.

La incidencia de esta patología está relacionada con el clima. Galicia es una de las regiones de España con mayor incidencia, debido a su clima húmedo. En las zonas de clima más seco, la frecuencia de la DA es menor, mientras que los periodos de lluvias, agravan el estado del paciente, según el especialista.

La hidratación adecuada de la piel y el uso de formulaciones orales y tópicas para reducir la inflamación y mejorar el picor son los pilares del tratamiento. Además, para los casos más graves, actualmente se dispone de tratamientos sistémicos, como los fármacos biológicos, para los casos más graves.

En los últimos 5-10 años hemos tenido más avances que en los últimos 200, con fármacos dirigidos a controlar el picor y la inmunidad del paciente. Están apareciendo medicamentos nuevos que creo que van a cambiar la calidad de vida de estos pacientes”, asevera.

Pero también es necesario avanzar en la sensibilización social. “Como sucede con todas las enfermedades que no son mortales, se les suele restar importancia. Las manifestaciones más graves a veces causan rechazo, lo que hace que estos pacientes tengan problemas para relacionarse, lo que es tremendamente importante. No tienen una vida fácil”, comenta.

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