Las cataratas del Niágara españolas son un espectáculo que tienes que visitar una vez en la vida
En la zona fronteriza entre Portugal y la provincia de Salamanca, se encuentra uno de los saltos de agua más impresionaste de todo el continente europeo

Una impresionante caída de agua de 50 metros de altura. / Istock / leopoldo parra barrios
Juan Romero
En su paso por la península, el Duero acapara todas las miradas en su migración hacia Portugal. No puede evitarlo, siendo uno de los ríos más grandes de España, con una cuenca que abarca 100.000 km², lo que viene siendo el tamaño total de Hungría y más grande que Países Bajos y Dinamarca. Un tamaño que cubre desde su nacimiento en las faldas del Urbión, entre Soria y La Rioja, hasta Oporto, esperando a ambos países por casi 900 kilómetros de cauce. Son 15 embalses, 31 afluentes, una denominación de origen de fama mundial, cinco provincias españolas y 213 kilómetros navegables. No por nada ha sido una fijación para la literatura desde el siglo XII. Un lugar del que está todo dicho y del que, irónicamente, no se ha dicho aún lo suficiente.

El rio sirve como frontera natural entre españa y portugal por 112 km. / Istock / Cristina Zamanillo Delgado
El Pozo de los Humos es uno de esos lugares que te hacen replantearte si conoces de verdad el lugar en el que vives. Tan obsesionados con la foto en Iguazú o en el Niágara, a quién se le ocurriría mirar hacia el parque natural de Arribes del Duero para descubrir la cascada natural más impresionante de España. Hace más de un siglo, en su viaje por Salamanca, Unamuno escribía: “es una de las más hermosas caídas de agua que pueden verse en aquellos tajos adustos”. A día de hoy, con la llegada del otoño, el agua sigue bajando con la misma fuerza y se ha convertido en una parada imprescindible del parque natural.
Una de las cascadas más impresionantes de Europa
Si bien se encuentra en Salamanca, la cascada se encuentra a tiro de piedra con la frontera de Portugal y toca pasarse hora y cuarto en el coche desde la capital de provincia para llegar a Masueco, base de operaciones desde donde planear el resto de la visita. La ruta en sí tiene una dificultad baja, por lo que no hay excusa para perdérsela. Sí que es recomendable, aparte de una cámara de fotos, calzado adecuado y ropa deportiva en la que no nos cale el ambiente húmedo del río. Aunque el nombre oficial es la Senda de la Robleda, este camino es conocido como la Senda de Unamuno: un recuerdo del paso del escritor por el lugar.

Las pasarelas de lo alto de la catarata se encuentran al final de la Senda de Unamuno / / Istock / AlbertoLoyo
No tiene pérdida. En total son dos kilómetros y medio a pie que te llevarán a la parte alta de la cascada hasta llegar a una pasarela donde, con ayuda de un omeprazol, podrás disfrutar de una de las mejores vistas del parque natural. Para hacerse una idea, solo hay una diferencia de un metro entre el Pozo y las cataratas del Niágara, lo que es igual a la altura de un palo de golf o subirse de pie en la encimera de la cocina. Vamos, que no te pierdes mucho.
Sin embargo, para apreciar de verdad este monumento natural habrá que elegir otro camino, más corto si cabe, por el que podremos llegar a la base de la cascada. Esta parte de una zona de parking cercana a Pereña de la Rivera, a diez minutos en coche desde Masueco. Es una ruta aún más corta si cabe: un paseo de 400 metros desde el coche que te dejará con la que podría ser la panorámica más impresionante de todo el parque natural.
La leyenda del Pozo de las Vacas
Puede sonar a una versión de drama coreano rodado en la Alcarria de Guadalajara, pero te puedes llevar una sorpresa al tomar la bifurcación hacia el este en la Senda de Unamuno para encontrarnos con lo que se conoce como el Pozo de las Vacas. Este se encuentra al otro lado de la cascada y, aunque no tan impresionante, sigue siendo una cascada digna de visitar.

Vistas de un cañón por el parque natural de Arrivés del Duero. / Istock / Ruben Bermejo
El nombre de capítulo de Scooby Doo se debe a una antigua leyenda, según la cual, un carro que cargaba cereal de camino a un molino cercano, se despeñó por la pendiente junto a las dos vacas que tiraban de él. Aunque parezca poca cosa, tiene un trasfondo un poco más interesante que el Pozo de los Humos, llamado así por vapor de agua típico de las cascadas cuando el torrente de agua en caída libre choca contra el lago. Pero, se llame coso se llame, las vistas no tienen comparación.
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