La ruta de senderismo más bonita de España se llama la Senda de los Mil Colores

La belleza del Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia se descubre en este recorrido por sus aldeas, bosques y riachuelos, donde los colores del monte se avivan, creando uno de los parajes más impactantes de España

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Juan Romero

En fotografía, hay un valor llamado saturación. Que tiene que ver esto con una senda del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia se entenderá en seguida. Saturación significa, a grandes rasgos, el valor que determina la pureza de un color o matiz, es decir, hace que los tonos sean más puros, llamativos, vivos y, en ocasiones, irreales. Se utiliza mucho durante la edición en ciertos ámbitos, cuando se necesita hacer que las fotos sean más llamativas. Bien porque la foto no hace justicia al momento que representa o para llamar la atención de aquel que la ve. La cuestión es conseguir una imagen con contrastes, un frame vívido. Aunque suene raro, si se tuviera que definir la Senda de los Mil Colores con una palabra, solo podría ser esa: saturada.

Se encuentra en la Sierra de Francia (Salamanca), entre las localidades de Cepeda, Herguijuela de la Sierra y el Madroñal. Es circular, lo que significa que se puede comenzar tanto desde la fuente románica de Cepeda o de los cerezos de Madroñal, impresionantes durante la primavera. La decisión es tuya, pues de una forma u otra te espera un espectáculo de color digno de cualquier cuadro de Van Gogh y, por si fuera poco, lo harás recorriendo un sendero apacible y sin ninguna dificultad, ideal para toda la familia.

Inicio del recorrido

En los meses más fríos, Cepeda se convierte en la mejor opción. En la carretera C-512 en dirección a Sotoserrano se encuentra uno de los emblemas del pueblo; la ya mencionada fuente románica que sirve como punto de inicio al recorrido. En la actualidad, el pueblo cuenta con menos de 300 habitantes censados, lo que hace de la caminata una experiencia más o menos tranquila desde el momento que se abren las puertas del coche. Sin duda merece la pena reservar un poco de tiempo para dar un paseo por la villa, que cuenta con construcciones de piedra y vigas de madera a plena vista en sus muros, además de lugares para tomar un pequeño almuerzo antes de comenzar.

Plataforma en el parque natural de las Bartuecas.

Plataforma en el parque natural de las Bartuecas. / Istock / Désirée Russeau

Poco después se cruzará el puente que atraviesa el arroyo de San Pedro del Cosco. La aliseda que se va formando a lo largo del río a medida que hacemos camino, ya va dando una pista del nombre de la ruta. Las hojas marrones que adornan la ribera contrastan con el azul magnético del agua, oscura y vibrante. En la temporada de lluvia, se pueden encontrar setas que dan puntos rojos al paisaje. Muy bonitas, pero si son rojas puede tratarse de la amanita muscaria, que es tóxica. Mejor dejarlas donde están. 

La pictórica caminata va ampliándose a medida que se hace camino, sumando el amarillo de los castaños, el verde de los prados y el ocre de los edificios históricos que irán apareciendo en las próximas localidades.

Una parada en Madroñal

Este pequeño pueblo -y sí, es más pequeño aún que Cepeda- es la siguiente parada del recorrido. Si la caminata se hiciese durante los meses de primavera, nos recibiría la imagen del blanco rosado de los cerezos. Pero hasta diciembre hay otra nota de color que se suma a la ecuación. Los madroños, con la llegada del frío, maduran en su característico color rubí, tendiendo de las ramas como bolas de un árbol de Navidad. De este árbol viene el nombre del pueblo, aunque sí que es verdad que el cerezo ha tomado protagonismo en el paisaje.

Antigua hermita en el valle de Bartuecas.

Antigua hermita en el valle de Bartuecas. / Istock / JLGutierrez

Desvío hacia Herguijuela de la Sierra

En la mayoría de ocasiones no se incluye en el recorrido. De hecho, para llegar hasta él habría que recorrer un tramo por carretera, la DSA-271, relativamente cerca del sendero. Es mencionado por Unamuno en uno de sus Cancioneros (aunque por alguna razón lo escribió sin hache) y no se podría hablar de esta zona de la Sierra de Francia sin mencionarlo. 

Rio Francia.

Rio Francia. / Istock / Estellez

De hecho, sería una buena oportunidad para hacer una parada a comer algo en alguno de sus restaurantes, mesones o tabernas. Si bien se prefiere viajar ligero, lo mínimo es darse un paseo por sus calles, visitar su iglesia y ayuntamiento de piedra antigua y, por qué no, reponer de agua las cantimploras en la fuente municipal. 

El paisaje está bañado por ríos como el Francia o el Aragón. Esta zona consiste en un intrincado sistema de valles y montañas y es Reserva de la Biosfera, además de estar incluida dentro de la Carta Europea de Turismo Sostenible, al entenderse su importancia como refugio de una gran variedad de flora y fauna que prolifera solo en este lugar.

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