TRADICIÓN CATALANA
En El Retiro bailan sardanas desde los años 50 y aún hay gente en Madrid que no se ha enterado: "Hemos llegado a ser más de 100"
Llegan a la Plaza de la Sardana madrileños, portugueses y hasta catalanes. "Hay muchos a los que les da vergüenza decir en Cataluña que no saben danzarla y aprovechan la oportunidad de aprender aquí", dice Albert, uno de los organizadores
Ana Ayuso Alba Vigaray (Fotografías)
Elena Pilar se une a otras dos mujeres que rondan su edad en una plaza junto al Estanque Grande del Parque de El Retiro. Detrás de ellas, una decena de personas han juntado sus manos y, al ritmo de la música que escapa del altavoz que cada primer y tercer domingo de mes cargan hasta allí Albert y María José, bailan una sardana. Elena Pilar no había vuelto a hacer esta danza "desde que tenía 16 años". Ahora, tiene 85 y se ha unido a esta actividad impulsada por el Cercle Català de Madrid.
Como ella, decenas de catalanes afincados en Madrid se congregan los domingos señalados en el calendario para practicar esta danza tradicional. "Los que están aquí ahora son fijos, y hay un mínimo de ocho o 10 y un máximo de 35 o 40", dice Albert, uno de los organizadores de esta actividad, que presume de que "hemos llegado a ser más de 100". "Cada vez, aumenta más la edad, aunque hay algunos chavales, que no sé si vendrán o no vendrán, pero lo que sí es seguro es que madrugar, no madrugan", dice, consciente de que los jóvenes a veces invierten sus domingos en dormir la diversión de la noche anterior.
Él y su mujer, María José, llevan décadas bailando sardanas juntos. De hecho, se conocieron así y no se han soltado las manos en el corro desde los años 70, cuando Albert llegó a Madrid. Ella nació en la capital, pero por su amor a esta danza y a la cultura catalana, "allí donde voy soy la madrileña o soy la catalana". De su cuello cuelga un accesorio de un grupo bailando una sardana que le regaló la entrenadora que convirtió a la pareja en instructores en 1997.
Resuena a lo lejos una sardana con compases de chotis. "Esta es pura madrileña, y es intencionado, porque el autor quiso darle ese aire de Madrid", señala María José, que agrupa a los nuevos integrantes del corro que van llegando sin nociones de cómo bailar para conseguir que al final de la actividad se vayan de El Retiro aprendidos. Uno de ellos es un veinteañero portugués. Pregunta en un español aún algo torpe si esta es la plaza en la que se bailan sardanas. Lleva tres meses en Madrid, ya ha pasado por la colla castellera y ahora va a bailar sardanas. Otro es un joven de su misma quinta, esta vez catalán, que no aprendió a danzar en su tierra y que ahora va a unirse a esta actividad para sorprender a sus familiares.
"Algunos pasan por aquí y le pillan la gracia. Hay mucho catalán que no sabe bailarla y que, en Cataluña, le da vergüenza decir que no sabe y aquí aprovecha la oportunidad y se apunta", asegura Albert, que recuerda que en la capital "ya no hay soldados haciendo la mili, pero antes, como nos destinaban a los catalanes aquí y a los de aquí a Cataluña, un montón de chavales han aprendido a bailar sardanas en El Retiro".
Desde los años 50
Esta actividad se lleva realizando en el Parque de El Retiro desde finales de los años 50. En 1923, se fundó un "antecedente" de la entidad que encabezan Albert, María José y José María, otro socio del Cercle Català. Se trataba de un centro regional que organizó durante años ballades de sardanas dos veces al mes en El Retiro. En 1935, Enric Guasch dedicó una sardana a la gente que bailaba en Madrid, Agraïment, Agradecimiento.
Cuando en 1952 se funda el Cercle Català de Madrid, se empiezan a celebrar audiciones, primero, en el Parque del Oeste y, a partir del año 1959, comenzaron a danzar en el Paseo de Coches del más emblemático parque madrileño y en el Quiosco de la Música, hasta que en 1964 se fundó la Fuente de la Sardana, fruto de una donación del Círculo a la ciudad de Madrid. "Es una forma de hermanamiento y para los que somos mayores es un ejercicio suave", defiende Albert, que explica que bailan durante 10 minutos seguidos cada pieza. Al contrario de lo que ocurre con la colla castellera del Cercle Català de Madrid, a la que "sí que hay que apuntarse", a esta actividad "se puede unir el que pasa".
La pareja aborda a cualquier curioso que se detiene en la Plaza de la Sardana a observar qué están haciendo. "¿Es una muñeira?", pregunta una señora. "No, son sardanas, se puede unir", le contesta una de las jóvenes que hoy va a aprender los pasos básicos. "Nosotros lo publicitamos desde el Círculo y la gente sabe que en El Retiro hay sardanas", confirma Albert.
"Lo que más hacemos es enseñar a la gente que pasa por aquí. Sabe que si se para, vamos con la caña y siempre hay alguno que después sigue viniendo", asegura María José, que hoy se ha parado con varios jóvenes y no tan jóvenes frente a la fuente para mostrar qué pasos hay que dar y que ha invitado a una agente de la Policía Municipal a que se una "cuando no esté de servicio". Hace décadas, tanto Albert como María José formaban parte de una colla de sardana deportiva con la que compitieron en los años 70 y en los 90.
Primer y tercer domingo del mes
En los años más prósperos, en los que se juntaban más de cien personas para danzar en este parque, se juntaban cada domingo, "pero es bastante pesado venir cada semana", señala Albert, por lo que pensaron en convocar a los interesados el primer y el tercer domingo de cada mes. El del 15 de diciembre fue el último domingo hasta marzo en el que bailarán sardanas en El Retiro. Paran por el frío, igual que en julio hacen un paréntesis por el calor, aunque luego regresan con más fuerza.
Una mujer oriunda de Barcelona lleva ya dos años acudiendo a cada cita, pese a que se tiene que desplazar desde Majadahonda. "Desde muy jovencita, mi afición era ir a bailar sardanas los domingos, era mi distracción. Cuando vi que lo hacían aquí, decidí que tenía que volver a hacerlo. Hace ilusión cuando dices: 'Caramba, después de los años, podemos seguir haciéndolo'", afirma muy animada. "Hay un grupo muy majo y se está muy a gusto".
Enrique certifica que disfruta "mucho" y que "hay un ambiente muy bueno". La sardana se aprende a bailar "en cinco minutos". "Luego, ya es ponerle el ritmo y la gracia", declara Dolors, una monja originaria de un pueblo de la provincia de Barcelona que lleva cerca de tres años bailando en El Retiro. Pese a ser un baile en círculo, María José siempre repite que es "abierto, porque puede entrar todo el mundo". Y cierra la sesión de ese domingo con su lema: "La cultura une y lo que necesitamos es unión".
- El cómodo corte de pelo que se va a llevar en 2025: vale para pelos rizados, ondulados o lisos
- La Guardia Civil pone a media España en alerta por los cargos en la cuenta del banco tras perder la conexión del móvil
- Este es el gran cambio que llega este mes al Ingreso Mínimo Vital
- Fiestas de la Magdalena 2025: ¿Por qué serán las más cortas de los últimos años?
- Castellón se 'congela': las mínimas bajan a -10 grados
- Muere un conductor después de varias acciones temerarias por la AP-7
- Un histórico horno de Castellón baja la persiana
- Colocar una esponja en la campana extractora: adiós a la grasa y déjala como el primer día