Elías, un niño de siete años de Ingenio, supera la leucemia: «Es un rayito de luz, quienes pasen por esto no deben tirar la toalla», dice su padre
Elías supera la leucemia. El niño de siete años fue diagnosticado con la enfermedad en 2023 y en los últimos dos años ha pasado por un duro tratamiento, al mismo tiempo que su madre tuvo que ingresar para operarse de un trasplante hepático. Este miércoles, en el Materno, tocó la campana que simboliza el fin de su enfermedad.

La Provincia
R. Torres
El 5 de febrero de 2023 cayó sobre la familia Herrero Pérez la peor de las noticias: su hijo Elías, un niño de apenas cinco años, sufría leucemia. En cuestión de 30 minutos el diagnóstico cambió por completo la vida de esta familia de Carrizal, la llenó de miedos, de incertidumbre y de constantes visitas al hospital, y aunque a lo largo del tratamiento atravesaron momentos de debilidad, Nauzet y Sara, sus padres, nunca perdieron la esperanza de que su hijo se recuperase.
Dos años después, Elías Herrero Pérez, ya con siete años, tomó el pasado martes su última dosis del tratamiento de mantenimiento y este miércoles, en el Materno Infantil, dio la campanada que simboliza el fin de su enfermedad. Y para celebrarlo sus padres organizaron una fiesta en limusina y una caravana de coches. «Es un rayito de luz, quienes pasen por esto no deben tirar la toalla», señala su padre.
Cuando Elías se despertó este miércoles por la mañana ya sabía que la jornada de este miércoles no sería un día más. Sabía perfectamente que era el día en que por primera vez en dos años no tendría que tomar un tratamiento, y que sería el día en el que daría la campanada de su vida, la que le anunciaba a él mismo, a su familia y a todo el Materno que su camino empezaba de cero. Nuevamente. Que volvería a recuperar la infancia que hace dos años le fue arrebatada.
El 5 de febrero de 2023 los médicos detectaron la enfermedad en una visita a urgencias
Sin embargo, desconocía la mañana que sus padres tenían planeada para él: a las 12.00 horas, y ataviado con una camiseta de la UD Las Palmas, salió por la puerta del portal de su edificio y ante sus ojos vio una alfombra roja y una limusina blanca llena de globos -cuya empresa propietaria cedió gratuitamente para la ocasión-. El vehículo, que estaba lleno de pancartas que anunciaban que Elías tocaría la campana, lo condujo hasta el complejo hospitalario, donde fue recibido con pancartas, globos y mensajes de felicitación por una decena de familiares, amigos y Luis Helguera, director deportivo de una UD Las Palmas de la que el niño es fiel seguidor.
El cuento de Elías apenas estaba empezando, porque a su familia se unió parte del equipo médico de la planta de Oncología del Materno, cuyo personal formó junto a otros jóvenes hospitalizados un pasillo para recibir entre aplausos al niño y a sus padres. Al filo de las 13.00 horas, Elías tocó la campana y desde allí partió otra vez en limusina en una ruta por varias calles de Las Palmas de Gran Canaria, precedido por una larga caravana de coches que con bocinazos y con pancartas anunciaron el fin de su enfermedad. «El de la limusina hoy terminó la quimio», rezaban los carteles minutos después de que los padres y el niño se fundieran en un abrazo junto al personal sanitario que lo atendió durante los últimos dos años.

Los familiares y amigos de Elías esperan al niño a su salida del Materno. / José Carlos Guerra
Un camino duro
Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino sencillo. Aquel 5 de febrero de 2023 a las 18.00 horas Nauzet y Sara llevaron al niño al médico porque llevaba dos días pálido y sin comer y pensaban que tendría anemia. Pero tan solo media hora después de llegar al hospital los médicos confirman el diagnóstico: leucemia.
Queremos trasmitir un rayito de luz y de esperanza a quienes pasen por lo mismo
Cinco horas después Elías entró por la puerta de la unidad de Oncología del Materno. «Nuestra vida cambió, no es fácil asumir que tu hijo tiene leucemia, a partir de ahí empezamos a dar mucho más valor a la vida», señala Nauzet Herrero. Esa noche le dijeron que siete días después los médicos pondrían a Elías un catéter para iniciar el tratamiento, pero «era tanto el bicho que estaba creciendo» que se lo pusieron a los dos días. «No habíamos asumido la noticia y ya teníamos el tratamiento encima», relata.
«Queremos trasmitir un rayito de luz y de esperanza a quienes pasen por lo mismo»
¿Y cómo se le explica a un niño esa situación? «Para hacerle entender por qué pasábamos tanto tiempo en el hospital le explicamos que cuando Hulk se puso malo y se convirtió en un monstruo verde, para que volviese a ser humano había que ponerle un antídoto, y ese antídoto se llama quimioterapia», rememora Nauzet, «el niño me dijo que quería ser fuerte como Spiderman y volar como Ironman, y yo le dije que para eso estábamos allí». Además, el Materno introdujo la bolsa con el tratamiento de quimioterapia en una caja con dibujos de Spiderman.
Elías lo pasó mal, pasó mucho tiempo débil y con vómitos. «Nos decía que lo estábamos envenenando y muchas veces se nos pasó por la cabeza tirar la toalla porque lo veíamos sufrir, pero no, había que seguir adelante», apunta Nauzet, ¿es difícil llegar a esta meta? Mucho, no es nada fácil, por eso queremos trasmitir un rayito de luz y de esperanza a quienes estén pasando por lo mismo que nosotros».
La enfermedad de Elías provocó que su padre cerrase durante unos cuatro meses su frutería, carnicería y un bar para dedicarse el cuerpo y alma al niño. «La vida no es solo trabajar, la vida es un instante al sol y mañana puede estar nublado», reflexiona Nauzet. Y también cambió la vida del menor, quien se vio relegado a hacer las fichas del colegio durante su estancia en el hospital y su casa -con ayuda de un profesor-. Eso sí, realizaba videollamadas con sus compañeros de clase, quienes le trasmitían toda su energía para que se recuperase. «Era un niño feliz, pero la leucemia destruyó su infancia, es una enfermedad que no toca para pasar», añade.

Elías toca la campana que simboliza el fin de su tratamiento. / José Carlos Guerra
Y a la enfermedad y el ingreso de Elías se sumó el ingreso hospitalario de su madre Sara en un centro de Tenerife para un trasplante hepático. «Sara había pasado dos operaciones de trasplante y cuando le detectan la enfermedad al niño y uno mismo pasa a un segundo plano, se olvidó de tomarse la medicación y recayó», cuenta Nauzet, «con los dos ingresados en distintos hospitales a mi me tocó coger el toro por los cuernos y tirar adelante».
Hace dos meses los médicos anunciaron a los padres que el tratamiento llegaba a su fin. «Hoy ya no toma medicación, hemos vencido al bicho y Elías ha salido victorioso», relata. Ahora la vida de esta familia vuelve a cambiar, pero para mejor. Empezarán de cero, pasarán más tiempo juntos y ya planean un viaje. «Si algo bueno sacamos de todo esto es la unión de nuestra familia», concluye Nauzet.
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