Hallan nuevas pistas de vida en el exoplaneta considerado mejor candidato a ser habitable
Detectan indicios de dos gases que en la Tierra producen los seres vivos
El planeta K2-18b está a 124 años luz, es rocoso y hace seis años se descubrió vapor de agua en su atmósfera

Impresión artística de K2-18b y su estrella. / ESA/Hubble/M. Kornmesser
Rafa López
El aroma del mar se debe a una molécula llamada dimetilsulfuro, producida por fitoplancton. En una concentración mayor causa el desagradable olor del repollo cocido. Un grupo de astrónomos ha detectado este gas y otro similar –el dimetildisulfuro– en la atmósfera de un exoplaneta situado a 124 años luz de la Tierra, llamado K2-18b, y que se considera el mejor candidato a ser habitable, ya que es rocoso, posee atmósfera con vapor de agua y su temperatura le permitiría mantener agua líquida en la superficie. Los científicos se debaten entre la euforia y el escepticismo, ya que el nivel de probabilidad de este descubrimiento, aunque alto, no alcanza el umbral de certeza necesario. Además, se ha averiguado que el dimetilsulfuro, aunque en la Tierra solo lo producen los seres vivos, como el fitoplancton marino y ciertas bacterias, puede ser sintetizado por la química del cosmos, sin el concurso de un proceso biológico, por lo que podría no servir como biomarcador inequívoco.
"Estos son los primeros indicios que estamos viendo de un mundo extraterrestre que posiblemente esté habitado", dijo el primer autor del estudio, Nikku Madhusudhan, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). "Si confirmamos que hay vida en K2-18b, básicamente confirmaríamos que la vida es muy común en la galaxia", aseguró a la BBC. Sin embargo, otros astrónomos piden cautela hasta que estos hallazgos puedan ser verificados por otros grupos científicos y se puedan descartar explicaciones alternativas no biológicas.
"Supertierra"
El exoplaneta K2-18b, descubierto en 2015 por la sonda Kepler de la NASA en la constelación de Leo, tiene más de 8 veces la masa de la Tierra y 2,6 veces su diámetro. Orbita en torno a una enana roja, una estrella más fría y pequeña que nuestro Sol, pero está siete veces más cerca de su estrella, por lo que su temperatura es parecida a la de nuestro planeta: oscila entre los -73 y los 46 grados centígrados. Es un planeta muy distante: a sus 124 años luz de distancia, la nave espacial más rápida construida hasta la fecha, la sonda Parker Solar Probe, tardaría unos 191.000 años en llegar hasta él. En 2019, utilizando el telescopio espacial Hubble de la NASA, se descubrió que su atmósfera, dominada por el hidrógeno, contiene vapor de agua. Esta vez se han utilizado datos de espectrografía del telescopio espacial James Webb, sucesor del Hubble.
Según se detalla en el estudio publicado en la revista 'The Astrophysical Journal Letters' se ha hallado una probabilidad de "tres sigma" de actividad biológica fuera de nuestro sistema solar. Tres sigma significa una probabilidad de entorno al 99,7 por ciento, lo que no descarta una coincidencia estadística. El umbral típico en ciencia para confirmar un descubrimiento de este tipo es cinco sigma, es decir, un 99.99994%.
El investigador Stephen Burgess, de la Universidad de Cambridge, explica a SMC Reino Unido que "tres sigma" indica que las diferencias observadas en el experimento son lo suficientemente notables como para excluir la posibilidad de que se deban al azar, salvo en casos raros –equivalente a lanzar una moneda 10 veces y obtener el mismo resultado todas las veces–. "Cinco sigma es un umbral más estricto, equivale a lanzar una moneda 20 veces y obtener el mismo resultado cada vez", añade.
"Para poder afirmar con certeza la existencia de vida en este planeta, necesitaríamos una detección sólida, superior a 5 sigma", señala David Clements, astrofísico del Imperial College de Londres, que califica el hallazgo de "realmente interesante" y "un paso en la dirección correcta".
"Creo que es un estudio interesante, pero no muy relevante", responde, cuestionado por Faro de Vigo, Jesús Martínez Frías, geólogo planetario y astrobiólogo del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), e implicado en la búsqueda de señales de vida microbiana en Marte. "Es habitual que en vacaciones de verano, Semana Santa, Navidad... aparezcan noticias sensacionalistas sobre el descubrimiento de vida extraterrestre –añadió más tarde en su cuenta de X–. Todos los medios las repiten, pero es falso. Sucede desde hace decenios, en meteoritos, Marte, Venus, Plutón, exoplanetas, etc. Puede que en algún momento sea verdad y, por ello, seguimos investigando. Pero, a fecha de hoy, no existen evidencias astrobiológicas, ni tampoco biomarcadores inequívocos", zanjó Martínez Frías.
Prudencia y paciencia
También se muestra muy escéptico Carlos Briones, investigador del CSIC en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA). "Tanto los científicos como la población general esperamos noticias sobre la detección de otros seres vivos más allá de esta canica azul. Nos gustaría no estar solos en el universo. Pero hemos de ser prudentes y pacientes", recalca Briones, y cita a David Hume y a Pierre-Simon Laplace para recordar que "las afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias".
Este astrobiólogo y divulgador burgalés niega que el dimetilsulfuro (DMS) pueda ser un biomarcador fiable, ya que "en octubre del año pasado se había publicado que el DMS también puede sintetizarse en los laboratorios de forma abiótica, a través de reacciones fotoquímicas y sin implicación de seres vivos –apunta Briones a SMC España–. Además, la misión Rosetta de la ESA ya encontró esta molécula en la coma del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, y recientemente mis compañeros del Centro de Astrobiología han publicado su detección en el medio interestelar, concretamente en la nube molecular G+0.693-0.027, que está situada cerca del centro de nuestra galaxia", agrega.
Por ello, Carlos Briones considera "evidente" que el dimetilsulfuro "puede ser sintetizado por la química del cosmos, sin que en su origen esté implicado ningún proceso biológico. Es decir, este compuesto no es un auténtico biomarcador, lo que en astrobiología definimos como una molécula que sólo puede producir el metabolismo de los seres vivos. Tal vez la atmosfera del planeta K2-18b huela a coles hervidas, pero eso no quiere decir que haya vida en ese lejano mundo", sentencia.
Estudio de referencia: Madhusudhan et al. 'New Constraints on DMS and DMDS in the Atmosphere of K2-18 b from JWST MIRI'. The Astrophysical Journal Letters https://iopscience.iop.org/article/10.3847/2041-8213/adc1c8
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