En Vigo

¿Qué había en la consumición de Pablo, el empresario que sufrió quemaduras internas tras pedir un agua con gas?

El caso de Vigo es excepcional pero no único: en las últimas décadas hubo en España graves quemaduras por cáusticos sufridas por personas tras pedir bebidas como agua o mosto

Un hombre se sirve agua en un vaso en la mesa de una cafetería de Vigo.

Un hombre se sirve agua en un vaso en la mesa de una cafetería de Vigo. / José Lores

Marta Fontán

A Pablo González, el empresario que sufrió severas quemaduras internas tras pedir un agua mineral con gas embotellada que bebió de un vaso con hielo y limón en un restaurante de Vigo, le queda un largo proceso de recuperación por delante. Su estómago y sobre todo su esófago resultaron muy dañados. Su caso ha sorprendido. Pero, aunque lo parezca, no es único. Cierto es que lo vivido por este vecino de Salvaterra do Miño de 42 años es excepcional, pero en las últimas décadas ha habido en Galicia y en otros puntos de España casos casi idénticos –de los que fueron víctimas adultos y también niños–, muchos de los cuales acabaron en la vía judicial y con condena. En la gran mayoría de estas sentencias se determinó que la sustancia causante de las lesiones fue el hidróxido de sodio, comúnmente conocido como sosa cáustica, bien por negligencia del establecimiento donde se sirvió la consumición que resultó estar contaminada o, en algunas intoxicaciones, de la planta embotelladora de la que salió el producto: agua, pero también, según la literalidad de estas resoluciones, mosto, vino o cerveza.

La Audiencia Provincial de Murcia fallaba en 1998 a favor de un hombre que bebió de una botella de agua mineral que estaba en la barra de un restaurante donde se preparaba una fiesta de Nochevieja y que resultó contener sosa cáustica que se había vertido allí para facilitar las labores de limpieza del local. El dueño del establecimiento y su aseguradora fueron sentenciados a pagar una indemnización de cinco millones de las antiguas pesetas.

En un bar de Tarifa o en una pizzería de Elche los afectados fueron niños de corta edad

En Tarifa (Cádiz) en 1992 un niño de solo 2 años sufrió también severas quemaduras esofágicas que le dejaron como secuela, entre otras, dieta blanda de por vida, porque en un restaurante le dieron una botella que en realidad no contenía el agua que había pedido la madre para su hijo. En el local la habían rellenado previamente con una sustancia cáustica de limpieza para el lavavajillas pero, al estar junto a otras botellas idénticas, la sirvieron equivocadamente. En este caso la condena fue penal, por delito de imprudencia temeraria con resultado de lesiones, y la indemnización para el menor ascendió a 24 millones de pesetas de la época.

Producto "defectuoso"

Casos así, en los que dueños o los camareros de establecimientos rellenan botellas con productos de limpieza que después acaban por error en las mesas de clientes, han sucedido en más ciudades. En otras intoxicaciones la causa sin embargo no quedó tan clara. En 1994, en una pizzería de Elche, tres menores –dos hermanas gemelas de un año de edad y un niño de siete– sufrieron quemaduras internas tras beber agua de una botella de litro y medio de una conocida marca que resultó estar contaminada, de nuevo, con sosa cáustica.

La condena civil se dirigió tanto contra la fábrica embotelladora como contra el restaurante. La botella de agua carecía de número de lote y de fecha de caducidad. Y aunque fue "desprecintada" en la mesa por uno de los progenitores de los menores afectados, no se podía descartar una manipulación previa: el atestado policial concluyó que dichos recipientes eran "fácilmente destapables aún sin romper el precinto". En suma, era un producto "defectuoso" en origen por las anomalías de fábrica detectadas y la pizzería fue después "poco diligente" al servir la bebida pese a tener el precinto defectuoso y pese a la falta de los datos sobre lote y fecha de consumo preferente.

Hubo otras intoxicaciones que incluso llegaron al Tribunal Supremo. Una por ejemplo de Vizcaia en la que el lesionado también fue un menor de edad, pero la bebida contaminada un mosto. La condena, como la de Elche, fue al fabricante y al bar donde se sirvió: quedó demostrada una "gravísima negligencia" de la que debían responder ambos. "El líquido dañoso, que al servirlo ofrecía un aspecto espumoso, tanto pudo venir directamente de la embotelladora como haber sido envasado en una botella vacía de mosto por parte de los titulares del bar que, después, habrían sufrido un grave descuido al servirlo" al cliente, concluyeron los magistrados, por lo que se determinó que ambos debían responder solidariamente a la hora de indemnizar a la víctima. El Alto Tribunal también fue contundente en otro caso de una discoteca de Valladolid: una joven cogió una botella de agua "con etiqueta y tapón" de la barra y resultó que dentro había un potente producto de limpieza que habían echado allí un camarero procedente de una garrafa.

Hay más casos. Unos jóvenes resultaron intoxicados en un pub de Gijón por lo que se determinó que era lejía. En Alicante llegó a celebrarse en 2022 un juicio penal contra trabajadores de una planta de embotellamiento y en Galicia se han producido contaminaciones así en varios lugares como Vilagarcía de Arousa, otra en Vigo hace 16 meses o en Santiago de Compostela. "Es difícil imaginar algo menos peligroso que facilitar una botella de agua mineral precintada", glosaron los magistrados en la resolución judicial emitida sobre este último caso.

Un ourensano falleció en 2002 en Eibar al beber vino contaminado con sosa en un bar

Una cervecera fue condenada en 2003 a indemnizar con 150.000 euros a la familia de un hombre que falleció en 1998 tras consumir cerveza en un bar de Barcelona. La muerte se debió a "alguna sustancia tóxica o cáustica existente en el contenido de la botella". La cerveza, concluyeron los jueces, era "defectuosa", "ya fuera por un negligente proceso de lavado que contaminó la bebida o ya fuera por la adición de productos que devinieron tóxicos". Y en 2002, en Eibar, el dueño de un bar y un cliente de 60 años, este último de Carballiño (Ourense), fallecieron también al beber en este caso vino blanco contaminado con sosa cáustica

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