Apagón en Málaga
Málaga revivió ayer 'la noche de los transistores' tras el apagón masivo
Los negocios de venta de radios a pilas hicieron este lunes su agosto ya que a falta de electricidad y de internet, era el único modo de saber más o menos qué estaba pasando

Vista aérea de Málaga, completamente a oscuras, salvo la Catedral. / Daniel Díaz
Alejandro González
Los malagueños vivieron ayer un día como nunca antes tras el apagón generalizado que afectó durante toda la jornada a España y Portugal y durante unos minutos al sur de Francia.
Lo que en un principio parecía un corte de electricidad como los que ocurren a veces, empezó a tomar tintes más preocupantes conforme pasaban los minutos desde las 12.30 horas y no se restablecía el suministro. Las empresas mejor preparadas pudieron prolongar su actividad conforme se lo permitían los grupos electrógenos.
Ese fue el caso de los hospitales que, precisamente, cuentan con este tipo de equipos para poder continuar prestando asistencia sanitaria en servicios tan comprometidos como cirugía y urgencias. El hospital Clínico envió un comunicado informando de que gracias a los grupos electrógenos pudo mantener la actividad programada hasta las tres de la tarde y a partir de entonces, y hasta nueva orden, atendería sólo los casos de urgencia.
No ocurrió así en los centros de salud, donde la actividad sanitaria quedó completamente paralizada. Ante la caída de la red, los ordenadores dejaron de funcionar, médicos y enfermeros no podían atender a los pacientes, mucho menos servicios como los de radiología, por lo que unos y otros abandonaban las instalaciones sin saber qué decir a los pacientes que acudían a su cita pasado el mediodía. "Lo mejor es que cuando vuelva la luz pidan una nueva cita", manifestó ayer a este diario la doctora Sylvia Hazañas, directora del centro de salud de El Limonar.

Las panaderías tuvieron mucha clientela. / Alejandro González
Preocupación
Poco a poco, los comercios iban tomando conciencia de que no iban a poder seguir manteniendo su actividad más que por un tiempo limitado. Las tiendas no podían ofrecer a sus clientes la posibilidad de pagar con tarjeta porque los terminales punto de venta no funcionaban y la actividad se pudo mantener sólo si el cliente tenía 'cash'.
Las boticas, como la antigua farmacia Mamely, en la esquina de calle Granada con la plaza de la Merced, no podían atender a pacientes con receta electrónica, al estar los ordenadores inutilizados. "Sólo podemos despachar medicamentos sin receta y de clientes que tenga efectivo aunque a los vecinos de toda la vida le estamos fiando, como a un señor hipertenso al que se le habían acabado las pastillas y no podíamos dejarle sin ellas. Mira, lo estamos anotando a mano como se hacía antes", explica una de las auxiliares de farmacia.
Los negocios de hostelería fueron claudicando poco a poco, ya que sin luz tampoco pudieron ofrecer su carta habitual a los clientes. Los más preparados mantenían el servicio a base de cocinas de gas o camping gas. Los restaurantes con horno de leña mantenían sus menús y los más avispados se apresuraban a atender a la clientela con ensaladas llenas de creatividad pero sin un sólo electrón.
Cierres
Los negocios más perjudicados fueron, sin duda, las heladerías, que no son pocas en Málaga. Antes de perder el género, algunos como David, de Gelato Di Amore, en la calle Granada, ofrecía sus helados a mitad de precio, mientras que otros lo regalaban o directamente quitaban los expositores y echaban el cierre.

Mucha cafetería no tuvieron otra opción que echar el cierre. / Alejandro González
Eso el que podía porque otro de los grandes problemas de los comercios es que muchos tienen las persianas eléctricas y no pudieron echar el cierre a mediodía (ni hasta bien entrada la noche) por lo que se quedaron montando guardia hasta que vuelva la luz para evitar casos de pillaje.
Radios
Uno ellos fue la tienda de importación y exportación al por mayor Gurmukh's, que se popularizó en los años 80 con la venta de todo tipo de aparatos electrónicos y que regenta la misma familia desde hace 45 años en el número 12 de calle Hilera, junto a la iglesia de la Esperanza, detrás de El Corte Inglés.
Esta histórica tienda hizo ayer su agosto ya que durante todo el día no cesaban de entrar clientes: ¿Hola, tiene una radio a pilas? Jóvenes y no tan jóvenes, hombres y mujeres, uno detrás de otro, desfilaron por este comercio durante todo el día.
Y es que igual que aquel 23F de 1981, en que la mayoría de los españoles permanecieron con el alma en vilo pendiente de lo que sucedía en el Congreso de los Diputados, a través de las ondas radiofónicas, en la que quedó para la historia como 'la noche los transistores', ayer todo el mundo buscaba una radio a pilas para mantenerse informado de lo que sucedía o podía suceder ante la falta de electricidad, la imposibilidad de ver la televisión, de informarse a través de internet por la caída de las redes y de las señales de las compañías de telefonía móvil.

Las paradas de taxi se llenaron ante la imposibilidad de poder solicitar Vehículos de Transporte con Conductor (VTC). / Alejandro González
Kit de supervivencia
"Todo el mundo viene buscando una radio, pilas y linternas porque sin luz no podemos ver nada", explica Raju Basant. "Estamos vendiendo muchas radios. Alguno viene pidiendo luz solar, pero nosotros no las trabajamos". Y alguno que otro iba en busca de una batería externa para el móvil.
Con altavoces, con auriculares, más pequeñas, más grandes... Gurmukh's vendió ayer prácticamente todas las radios a pilas que tenía. "Hay mucha gente se ha lamentado de no haberlas comprado antes", añade Raju Basant.
Entre las clientas, tres vecinas del mismo bloque que le daban vueltas a la cabeza. "Estamos esperando a nuestro hermano, que viene del taller ocupacional en silla de ruedas pero no sabemos cómo lo vamos a subir a casa porque vivimos en un segundo piso, que con las oficinas es como si fuera un cuarto, y no hay ascensor", explicaba una de ellas.
Las tres venían de El Corte Inglés. "Hasta ahora tenían luz así que hemos aprovechado para hacer una buena compra, pero como no nos ayude algún joven que pase por la calle, vamos a tener que llamar al 112 para que nos ayuden a subir a nuestro hermano a casa", comentaban.

La única manera de poder consumir era disponer de efectivo lo que originó grandes colas en los cajeros. / Alejandro González
Estampas
Por la tarde, el panorama en el centro de Málaga era variopinto. Muchos negocios habían echado el cierre, otras esperaban poder hacerlo mientras que algunas terrazas estaban repletas de turistas porque ya se sabe que las necesidades estando de vacaciones no son las mismas.
Las panaderías también tuvieron buena venta, porque a falta de cocina, muchos comieron ayer de bocadillo y en la plaza del Siglo se podía ver una de las estampas del día: decenas de personas hacían largas colas para sacar dinero en efectivo de los cajeros. Una imagen que competía con otra; las largas colas de pasajeros con maletas que aguardaban en las paradas de taxis ante la imposibilidad de pedir un Vehículo de Transporte con Conductor (VTC) por la caída generalizada de las compañías de telefonía móvil.
Conforme avanzaba la madrugada, algunas zonas de Málaga comenzaban a recuperar la luz, otras, la señal de internet, pero sin duda muchos malagueños vivieron ayer una nueva jornada histórica pegada a los transistores. Quien más quien menos se tomará ahora un poco más en serio aquello de tener un kit de supervivencia en casa tras una jornada en la que los más desconcertados fueron los adolescentes que no sabían qué hacer con su vida sin un aparato electrónico en la mano, sin poder ver la televisión ni poder usar su teléfono móvil.
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