Entrevista

Francisco Erice: "Sería interesante que se retome la visión social que tuvo León XIII"

"La ‘Rerum Novarum’ reconoce la necesidad de la Iglesia de adaptarse ante el avance de la sociedad capitalista, pero manteniendo como principios básicos la religión, la familia, la propiedad y el orden social", explica el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Oviedo

Francisco Erice, en una imagen de archivo.

Francisco Erice, en una imagen de archivo. / Luisma Murias

Alicia García-Ovies

Oviedo

El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo Francisco Erice es un gran conocedor del pontificado de León XIII (1878-1903), el último papa, antes de Prevost, en elegir ese nombre y el autor de la primera encíclica social de la Iglesia católica, conocida como 'Rerum novarum' (1891). "Sería interesante retomar la visión social de León XIII, pero adaptada a los nuevos tiempos", dice.

¿Qué implica que el nuevo papa haya elegido León XIV como nombre?

Desconozco en detalle el perfil de este nuevo papa, pues no era un nombre habitual en las quinielas, pero puede sugerir que quiere dar continuidad con esa visión social tradicional de la Iglesia. Al igual que Francisco quería enlazar con la humildad de San Francisco de Asís, la elección de un nombre que llevó un papa social da a entender que pueda seguir ese camino.

¿Hasta qué punto la 'Rerum Novarum' de León XIII marcó un antes y un después en la Iglesia?

Fue un intento de abordar desde la perspectiva eclesiástica la visión social que estaba surgiendo en ese momento. Es un documento ambiguo, pero que reconoce la necesidad de renovarse ante el avance de la sociedad capitalista. No a través de una ruptura con la tradición cristiana, sino teniendo en cuenta las nuevas reivindicaciones sociales; abordando una mayor apertura hacia reformas que paliasen los problemas de los trabajadores, pero manteniendo como principios básicos la religión, la familia, la propiedad y el orden social.

¿Las consecuencias de esa encíclica aún se notan?

En su día, la encíclica involucra a la Iglesia en la organización de los trabajadores y surge el catolicismo social. Unos lo abordaron de una forma más paternalista y otros, más abierta. En España, por ejemplo, los "progresistas", aunque en la Iglesia no se puede hablar de progresistas propiamente dicho, aceptan la creación de sindicatos aparentemente independientes, pero nunca confrontados con los patronos, y por eso también surgen mixtos con patrones y obreros. Es un intento de integrarse en la sociedad capitalista, puesto que el liberalismo había roto con una sociedad en la que la Iglesia era la base.

¿Nunca se dieron pasos atrás?

Fue la primera iniciativa después del golpe de poder territorial que la Iglesia sufrió en Italia, que la dejó relegada al Vaticano, y de los efectos de la revolución liberal. El liberalismo acabó con su poder político y parte de su poder económico. El viejo mundo de la Iglesia se hundía, pero las creencias permanecieron y eso fue lo que permitió su regeneración. Estamos hablando de una institución que nunca aceptará la soberanía nacional, porque el poder depende de Dios, pero había que buscar fórmulas de conciliación.

¿Hubo después alguna encíclica con tanta influencia social?

Hubo actualizaciones y otras encíclicas como las de Pablo VI. La Iglesia es una institución milenaria en la que a veces los textos cambian poco, pero se leen de manera distinta. Ha tenido sus avances y sus retrocesos, y ese es uno de sus grandes problemas. La Iglesia vive una fortísima crisis, está perdiendo adeptos en todo el mundo. Sigue siendo una gran estructura, pero está inmersa en una crisis entre quienes priman los elementos de anclaje y quienes, sin perderlos de vista, quieren avanzar.

Aunque todavía es pronto y puede ser aventurarse demasiado, ¿cree que el nuevo pontífice podrá seguir esa línea social de León XIII?

Para la iglesia católica, los planteamientos de León XIII están anticuados, pero sí sería interesante retomar esa visión social, aunque adaptada a los nuevos tiempos. Hay que tener en cuenta también que una institución con tanta tradición y peso tiene que mantener una serie de equilibrios. Francisco tuvo una visión más abierta, más humilde. Él siempre defendió esa humildad, apostaba por eliminar esos arquetipos barrocos. Intentó hacer cambios, pero luego las estructuras son muy pesadas. Los equilibrios y las correlaciones internas son fundamentales. Sería importante, eso sí, que el nuevo Papa tomase actitudes en favor de la gente, en defensa de las libertades; que no surja un Papa reaccionario que apoye este movimiento involutivo. Eso sería un suicidio para la Iglesia. Habrá que ver si va a dejar hacer, va a denunciar esas injusticias o va a mirar para otro lado. Aunque una cosa son las ideas y otra que pueda llevarlas a cabo.

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